TERCERA PERSONA LXXIV

58 9 1
                                    



"ACABARÉ CON ELLOS"


Annabeth había oido palabras como esas tan a menudo que la arrancaron de su estado de parálisis. Levantó la espada y gritó:

—¡Percy!

Lo miró desesperadamente, pero había desaparecido, así como la segunda manifestación de Tártaro. Estaba sola, ni siquiera podía ver a Adamantino por alguna parte, la habían abandonado ante el protogenos y el ejército de monstruos que había comenzado a reír y vitorear como si de un encuentro de gladiadores se tratase.

Tártaro no esperó un sólo segundo y se lanzó contra ella con la lanza en ristre. Su velocidad y furia sólo las habas visto en un lugar antes: el dios del foso estaba tomando, robando, el estilo de pelea de Percy.

Annabeth lo esquivó a muy duras penas, lo rodeó con un salto y alzó su espada, sólo para verse obligada a detenerse en seco y retroceder con un salto cuando el primordial se volvió a su encuentro y dejó ir una furiosa lluvia de estocadas sobre ella.


¡¡¡ANFITRITE: OLAS IRACUNDAS!!!


Annabeth respiraba agitadamente, con el rostro perlado de sudor. Tres cortes sangrantes aparecieron en su tronco y otro más en el brazo izquierdo, pero ninguno demasiado profundo, aún podía luchar.

Tártaro se le quedó mirando con su inexistente rostro, la guardia totalmente abierta invitando al ataque.

FINALMENTE HAS ACEPTADO LA REALIDAD, decía el protogenos. TUS OJOS NO TIENEN ABSOLUTAMENTE NADA DE VIDA.

—Vida...—murmuró Annabeth, casi habiendo olvidado lo que esa palabra, lo que ese concepto, significaba. Sentía la cabeza pesada, con sus pensamientos flotando como globos de helio. Sus ojos refulgieron brevemente—. ¿Tú también puedes ver ese tipo de cosas?

¿VER QUÉ?

—Yo las puedo ver, Tártaro—dijo Annabeth, luchando contra el pavor—. Tus habilidades.

El primordial parecía desconcertado.

¿QUÉ PUEDES VER MIS HABILIDADES?

Annabeth se puso en guardia, respiró profundamente y preparó su espada.

"Distancia, habilidad... síntesis de las capacidades de combate: comprensión del 80%"—analizó—. "Estado: favorable"

—Ya es hora de que te muestre de lo que soy realmente capaz... Allá voy.







Percy no estaba furioso. Era lo que le seguía.

Tras un breve instante de completa desorientación, había quedado aislado de sus amigos, obligado a enfrentarse solo al dios del foso, quien había comenzado a imitar el estilo de pelea de su novia.

Ese era el insulto definitivo.

Tártaro se lanzó contra él con la espada en alto, corriendo contra él a toda velocidad.

"¿Una confrontación directa?"—pensó—. "Que poco me conoces, Tártaro. Este es mi tipo de combate"

Preparó su lanza, y apuntó cuidadosamente, flexionando las piernas y respirando profundamente, como una ballesta lista para disparar.

GIGANTOMAQUIA: La Casa de HadesWhere stories live. Discover now