C a p í t u l o 1 8

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Feel- Maneskin.

La veía dormir con tanta tranquilidad y paz, con la piel suave rozando la suya, y la respiración acompasada que cuando escuchó entrar a su mentor se planteó la idea de esperar hasta la mañana para hablar con él.

Era de madrugada. Esperó unos minutos más para dedicarle mimos a Blair, acariciando su cabello. Respiró su olor y pensó si tomarla de esa manera, tan de repente, había sido lo correcto. No quería ponerla en una situación complicada. Apenas empezaba su entrenamiento y tendrían que pasar más tiempo juntos.

Isaac era consciente de que el deseo del que le habló a Blair aumentaba con cada latido de su corazón, y razón por la que necesitaba a Josiah.

Si no se controlaba las cosas podrían resultar fatídicas.

Apartó los mechones que sobresalían de la frente de la mujer y depositó un beso dulce. Puso de todo su autocontrol para salir de la calidez del cuerpo de Blair, pero verla desnuda y hermosa le costó más de lo que esperaba.

Tenía la necesidad de demostrarle que lo que había dicho en su momento intimo era cierto. La deseaba en cuerpo y alma. La quería dispuesta y segura en su cama cuando llegara el momento de establecer fijamente su conexión.

En el fondo sabía que desde la primera vez que la vio y le obsequió la pluma, ella crearía una revolución en su mente.

Cuando estuvo de pie se puso los pantalones dejando su pecho desnudo y arropó a Blair, viéndola apretar las sabanas. Sonrió y salió de la habitación.

Tocó con los nudillos la puerta del Serafín. Apareció segundos después con el rostro cansado.

—¿Pasa algo?

—¿Podemos hablar?

Su amigo se hizo a un lado para dejarlo pasar, En la habitación de Josiah no había más que la cama y un par de muebles.

—¿Así que...?

—Vas a entrenar a Blair, pero me gustaría que también me entrenarás a mí.

—Ya lo aceptaste —una sonrisa perezosa de formó en los labios del Serafín.

—No podía seguirme negando.

—¿Cómo te diste cuenta?

Isaac carraspeó.

—No seas ridículo Isaac, vi cómo te cambiaban los pañales.

—No menciones eso delante de ella —pidió, molesto.

Josiah soltó una pequeña carcajada y apretó el hombro del ángel.

—Dilo ya.

Al principio Isaac lo pensó, nunca se había abierto de esa manera con nadie, pero Josiah era casi su padre. Merecía saberlo.

—Cuando estoy cerca de ella todo se siente confuso, es como si mi parte racional se esfumará y cediera ante la irracional sólo porque Blair está ahí, a mi lado. Tengo la repetitiva necesidad de tenerla conmigo, y si lo que dices es cierto, sobre mi poder, el miedo me azota con la posibilidad de llegar a lastimarla.

—Tienes varias especialidades, Isaac. En concreto con los de la madre naturaleza. Tus fortalezas son el aire y la tierra.

—Necesito controlar esas habilidades.

—No quieres poseerla, ¿cierto? —concluyó Josiah.

—¿Te recuerdo lo que hacen los ángeles con sus protegidas? No quiero lo mismo. No voy a comportarme como un imbécil posesivo que es capaz de cortarle la garganta a cualquiera que se le acerque. Quiero que se sienta libre, no encarcelada.

Las alas de un ángelTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang