|Capítulo 15|

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—. Me estás lastimando —, se quejo Lucero alejándose bruscamente de la rubia, sus dientes había rozado sin delicadeza su boca maltratandola.

—. ¿No es esto lo que quieres? —, pregunto enojada, cruzándose de brazos, mirando a Lucero con descaro.

La rubia de ojos ámbar se sintió asqueada, no era cómodo sentirse mirada de esa manera.

—. No soy una maldita cualquiera —, aseguro enojada, limpiando sus labios, cubriendo su desnudez rápidamente —. Lamento que tú podrida mente me vea de esa manera —, busco su ropa vistiendose rápidamente, dejando un par de billetes sobre el escritorio saliendo a la superficie del sótano hacia la calle.

Tenía ganas de llorar y de golpear algo duro, la rabia la estaba consumiendo hasta las venas.

—. Lucero —, la escucho gritar detrás suyo, caminando rápidamente para alcanzar sus pasos.

—. Suéltame —, susurro, soltandose bruscamente del agarre en su muñeca.

La rubia se alejo una distancia corta, observando el rostro rojo de la rubia de ojos ámbar a unos paso frente suyo.

—. Lo siento —, se disculpo sincera, mirando el suelo masajeando su nuca nerviosamente —. No sé que me pasó —, aseguro negando —. No quise herirte —, dijo observando sus labios irritados por su causa, la había herido por molestia.

—. No tiene caso —, nego, restándole importancia a sus palabras.

—. Si la tiene —, aseguro, acercándose lentamente.

—. No —, volvió a negar, girando sobre su eje para marcharse.

Le había quedado bastante claro su puesto en la vida de Itatí.

—. Bésame —, pidió con la voz entrecortada, estaba nerviosa y podía sentir las contracciones en su abdomen, no estaba actuando racionalmente.

—. No haré eso —, nego en un murmullo, guardando su sorpresa para si sola.

—. ¿Por qué? —, susurro cerca de su mejilla, abrazando su cintura levemente —. Se que quieres besarme —, Lucero nego, acabaría mal al final.

—. No —, nego firme, alejándose de los cálidos brazos que le brindaban protección y añoranza —. Me voy —, su auto no estaba muy lejos, comenzó a caminar lentamente.

La rubia no se dió por vencida, camino detrás suyo, entrelazando sus dedos tiernamente.

—. No hagas eso —, pidió con dolor, soltando el agarre de sus dedos.

Itatí asintió decaída, la tomo por el rostro acercándose a su boca rápidamente, besándola con premura.

Desbordando el amor y la pasión que guardaba en su alma y cargaba su corazón.

Lucero se dejó llevar, dejándose besar en medio de una calle colorida, sintiendo la emoción colisionar su cuerpo haciéndola temblar.

Revolucionando en amor y sentimientos, cayendo nuevamente por la rubia que la estaba besando cálidamente, llevándola a lo profundo de su mente, recreando recuerdos, haciendo un nuevo momento para la historia.

La amaba.

Itatí se separó de su boca, tomando nuevamente su mano entre la suya guiandola al interior del sótano hasta su estudio.

Los nervios podían sentirse sobre el aire, llenandolas de tensión a lo que ocurriría entre ellas.

El silencio se acercó, besándola nuevamente, dejando vagar sus manos por su silueta, aún la recordaba, aún conservaba su suavidad y su aroma dulce.

Aún era su Lucecita.

—. ¿Estás segura? —, pregunto Lucero en un balbuceó, los labios de la rubia estaba entretenidos en su punto sensible sobre su cuello, enviando sensaciones emocionantes a su entrepierna.

No respondió, solo la beso, tomando el dobladillo de su blusa subiendolo poco a poco, arañando sin aranar la piel de su abdomen contraído.

Los jadeos comenzaron a resonar en eco sobre la habitación, haciendo que el estilo del estudio tomara un sentido distinto, romántico y erótico.

Los besos poco a poco comenzaron a ser más rápidos, volviendo al principio de lo apasionadamente y continuar con lo salvaje.

Sus besos continuaron desde su cuello hasta su pecho, sacando la blusa por completo y entretenerse con la dulzura de sus pechos.

Los jadeos comenzaron a ser gemidos ahogados, disfrutando del contacto tan preciso de su boca en su parte sensible.

Gimió, tomando las manos de la rubia entre las suya, buscado el dobladillo de su blusa con timidez, se dejaría usar si de esa manera podía tener a la rubia, no la quería perder.

Saco su blusa, quedando en igualdad de desnudez, una risita escapó de los labios de Itatí, bajando la ziper de su pantalón lentamente.

Los nervios habían quedado en segundo plano, el espacio solo se creaba de deseo entre ambas, nublado sus pensamientos pasando a una realidad paralela dónde solo existían ellas.

Los dedos de Itatí bajaron hasta su intimidad, comenzando a enviar olas de placer por las terminaciones nerviosas de la rubia de ojos ámbar.

Los gemidos fueron acallados por sus labios, besando su boca roja por sus besos furicos.

En un rapido movimiento de hinco frente a ella, sacando su pantalón de un tiro, causando sensaciones conocidas en Lucero.

Su boca busco rápidamente su intimidad, gimiendo al sentir el sabor que tanto conocía pero había olvidado y extrañamente había anhelado durante años.

Una lágrima de placer escapó mojando la mejilla rosa de Lucero, gimiendo entrecortadamente bajo la boca curiosa de Itatí, la conocía tan bien, no había olvidado sus puntos débiles.

Y ella siempre sería débil ante la rubia.

Su lengua fue reemplazada por besos cortos, dejándola agitada y confundida.

Llegó de nuevo a su altura, observando las pupilas dilatadas alrededor del poco iris ámbar.

Sus ojos brillaban confusos, sus labios estaban entreabiertos buscando el aire que poco a poco sus caricias le arrebataban.

Itatí sonrió, acariciando su mejilla con dulzura y ternura.

La abrazó, besando cálidamente su cuello hasta su hombro, uniendo sus dedos en un agarre intenso.

La guío hasta la cama que ocupaba dentro del estudio, haciéndola suya sin reservas sin opiniones crudas de su mente.

Escuchándola gemir por su causa, viéndola revuelta y sonrojada.

La vio sonreír de nuevo, jugueteando con su cabello alborotado, saboreando sus labios hinchados.

Se habían extrañado, se habían necesitado.

—. Te amo —, jadeo ahogada en medio de la cima, temblando bajo los espasmos de su vientre contraído.

La rubia solo sonrió, buscando su boca en un beso tierno.

Lucero lo noto, no escucho un te amo de vuelta, tampoco la caricia en sus labios.

Le siguió el beso, reclamandose ser tan débil ante ella, solo era sexo.

BLINDFOLDED ✔️Where stories live. Discover now