Capítulo 4

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Abrí mi teléfono y lo primero que me apareció fue una publicación que decía en grande: toque de queda.

Me asusté mucho, no sé qué pensar. En mi cabeza todavía tengo el recuerdo vivo de lo que había pasado en la cafetería. Los gritos, el llanto... todo eso junto se repetía una y otra vez en mi cabeza.

Axavel había matado a la mejor amiga de su hermana. La había matado.

¿Qué tan maldito tiene que ser alguien para hacer algo así?

–¿La conocías? –le pregunté a Deva mientras caminábamos hacia el festival.

–La conocía, sí, pero nunca hablé con ella, no de una manera amistosa –dijo en un tono bajo– era amiga de Lucía, no me llevaba bien con ninguna de las dos.

–Entiendo.

–Pero jamás le desearía la muerte. A nadie –se talló la cara con sus manos–. Esto jamás había pasado Ayleen. Nunca. El pueblo es muy aburrido por lo mismo de que es tranquilo.

–Imagino lo alterado que deben estar todos –susurré.

Nuestro humor había decaído por completo desde que salimos de la escuela. Lo último que supimos fue que se habían llevado a Lucía a la dirección. El ambiente allá adentro era horrible.

–¿Y esperan solucionar todo con un toque de queda? –rió amargamente–, el gobernador es un idiota. Lo que debe de hacer es encontrar al maldito asesino y matarlo.

–Sí... –dije por lo bajo.

Mi amiga no tenía ni idea de la situación. Ella no sabía lo que yo.

Según la publicación, nadie del pueblo podía estar afuera después de las once y media, y a la persona a la que se le atrapara incumpliendo la ley, se le castigaría con una multa de gran cantidad.

–¿Es muy raro verdad? –le presté atención– El asesinato.

La miré. Para ella, probablemente pero en todo el mundo, especial en en las ciudades grandes como Manhattan, pasaba mucho, y no sé por qué demonios la gente lo sigue generalizando.

–No estoy segura. Un asesinato nunca deja de ser extraño y pasa a ser normal. En Nueva York pasaba mucho, lo tienen muy normalizado, cada día salía una nueva noticia con más desaparecidos. Supongo que es más feo cuando conoces a la persona... –dije sutilmente. Claro que era más horrible si conocías a la persona–, y si me dices que nunca antes había pasado aquí, claro que es raro. ¿Por qué?

–No harán nada para encontrar al asesino... –dijo en un tono gélido–, ¿no sientes como la necesidad de hacer algo para lograr justicia por cuenta propia?

En los ojos de mi amiga veía un atisbe de odio y sed de venganza.

–Es mejor no meternos en esas cosas Deva –comencé tratando de buscar las palabras adecuadas–. No somos heroínas de una historia, no es nuestro trabajo vengar la muerte de Brisa.

–¿En serio no quieres saber quién fue el asesino?

–No es que no quiera, es que sé que empezar a investigar es meterse en terreno peligroso. Le puedes dejar eso a los policías.

Axavel ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora