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Mi risa explotó escandalosa justo después del jadeo ruidoso de mi hermana. Afortunadamente mi vecina, la señora Kim, no hizo acto de presencia golpeando la pared para silenciarme como siempre.

Me arrellané en el cómodo y esponjoso sofá de mi sala, echando los pies sobre la mesita de centro y el tazón con palomitas en mis piernas. El ventilador era ruidoso y el aire comenzaba a ser insoportablemente caliente sin embargo, estaba siendo tan emocionante discutir con mi hermana mayor que ni siquiera me podía poner a pensar en si era verdaderamente necesario apagar el aire por un rato.

¡Insolente! La última vez que nos vimos, te noté tan blanca como Gasparín y rechoncha como un Nenuco.

Reí nuevamente. Sus palabras no me afectaron y simplemente seguí escuchando sus reclamos que básicamente se caracterizaban por ser sinónimos sobre sinónimos que llevaban al mismo punto.

Cometiste un error cuando dejaste ir a Minho al extranjero.

—Oh no..., ese cuento no, Nayeon —advertí.

Entonces fue su momento de reír.

Nayeon era así. Mi hermana mayor era un sol andante, tan divertida, extrovertida y feliz con la vida que a veces sólo me daban ganas de golpearla para verla llorar. Ella había heredado la plenitud y libertad de mi madre, mientras que yo había sido víctima de la timidez y la actitud asocial de mi padre. Éramos tan diferentes, pero tan unidas que nadie realmente podía entendernos.

Oh, pequeña rata, sabes que él y tú eran muy compatibles, ¡hasta te hizo salir a la tienda en un sábado!

—Eres muy..., idiota —refunfuñé—. Tú sabes muy bien que odio salir a la calle, ese día fue el peor de la existencia, pero claramente tú no lo entenderás porque eres de otra casta y ahora estás en París.

¿Disculpa? ¿Dijiste casta?

—Sí, Nayeon... A veces resulta que eres una perra.

El término de mis palabras se rellenó con el silencio agobiante de su nula respuesta, pero volvió a reír fuertemente tan pronto como me llevé un puñado de palomitas a la boca.

De acuerdo, de acuerdo, soy "la gran perra", pero esta misma perra te asegura que tarde o temprano vas a salir de tu maldito cuchitril... Hermana, ¡Se te va la vida, carajo!

—¡Estupideces! Todo es tan feliz aquí ahora mismo, no necesito de salir y ser receptora de tantas habladurías y críticas e inseguridades... —aseguré—... Te amo Nae, pero debo irme.

Te amooo~.

Rodé los ojos ante su tono aniñado. Arrojé el teléfono a mi lado y me fijé en la pantalla de mi computadora portátil al costado de mis pies.

La hoja de Word continuaba en blanco. El puntero parpadeaba paciente en espera de escribir alguna palabra, pero en mi cabeza no había nada lo suficientemente útil como para usarlo. Se suponía que era fácil ser editora de un periódico electrónico, pero nadie advirtió que se volvería un jodido grano en el culo cuando fuera momento de crear una plantilla sin bases previas. Era como lanzarse a un alcantarillado oscuro sin la protección suficiente para no contraer alguna infección o romperse los huesos.

Afortunada o no, el periódico tenía un buen recibimiento entre los usuarios, por eso, escoger un mal tema o ser demasiado banal me orillaba mucho a tomar el pésimo camino y terminar en un mar de habladurías que sólo terminarían por revolcarme cruelmente dentro de ese mismo mar.

La cosa es que no me gustaba arriesgarme, me sentía mejor estando cómoda dentro de mi zona de confort donde no tenía que preocuparme por tener que enfrentar a alguien o leer cosas desagradables, porque era totalmente cobarde y sabía de antemano que no iba a soportar ni la más mínima crítica negativa o grosera.

Pero ahora tenía que hacer un artículo desde cero, innovador y entretenido para el público juvenil... Mi punto débil.

De hecho, ahora que lo recordaba, la razón por la que Nayeon y yo estábamos hablando era porque quería pedir opiniones sin embargo, ella ni siquiera me lo permitió porque empezó a hablar sobre que debería salir a la calle y exponerme a las miradas acusatorias de todo el mundo.

Esto es una mierda.

Resoplé, llevando un nuevo puño a mi boca. Barrí la mirada por todo mi escenario al frente. Los muebles de madera, la televisión analógica, los CD's rancios y la grabadora vintage de la abuela. Mi casa era anticuada, no había nada moderno aquí adentro más que la computadora. No tenía un centro de inspiración y comenzaba a punzar el lado derecho de mi cráneo.

Sentí las líneas hundiéndose en mi rostro, junto a mi labio inferior que sobresalía en un puchero, me abstuve de hacer un berrinche y pesqué de nuevo mi teléfono entre mis dedos libres de mantequilla. Picoteé la pantalla de mi celular y solicité una llamada que me hizo estrujar la boca de mi estómago. La tonada sonó un par de veces y a la cuarta, la llamada se descolgó.

—¿Diga?

—Hyunjin-ah~... ¿Cómo está el jefe más hermoso y precioso y perfecto de este universo?

—Deja la zalamería, Im —escupió, secamente—. ¿Qué ocurre?

—Hyunjin-aah~ Al menos dame un maldito indicio de a dónde debo dirigirme para el puto artículo —brameé.

—¿Tan pronto te has rendido? Vamos, Im, confío en ti.

—Pero yo no... Por favor, dame una mísera señal antes de que termine con un derrame o alguna muerte por estrés.

Escuché la voz melosa y sensual de Hyunjin que se mezclaba exquisitamente en una risita coqueta. Ahora me lo imaginaba sentado en su adorado sillón de masajes, con un vaso de americano frío al costado, mientras revisaba las noticias del momento en su tableta electrónica. Tan relajado y presumido con esa sonrisa especial y arrogante adornando su rostro.

—Haz un artículo personal..., eres una de mis mejores editoras, sorpréndeme porque yo tampoco tengo ni una jodida idea de qué deberías hablar... ¡Exprime tus neuronas, carajo!

—Hyunjin-ah~

—Nada, ahora déjame dormir un poco más y concéntrate en tu trabajo, tienes dos meses para entregar tu edición.

—¡Santo cielo, eres el mejor consejero, Hyunjin-ah!

—¡Adióóóóós!~

La tonada de la llamada colgada se agudizó en mis oídos desesperados. Bajé el teléfono, mordiéndome los labios salvajes, mientras en mi cabeza planeaba las mil y un maneras de arruinar el bello rostro de ese sujeto con una tanda de puñetazos.

Mantuve sus palabras en la cabeza y deslicé nuevamente mi dedo, abriendo la aplicación de notas junto a una nueva carpeta.

TEMAS PERSONALES SOBRE MÍ:

→FAMILIA DISFUNCIONAL, PERO CON HISTORIA DE EMPODERAMIENTO.

→VIDA SENTIMENTAL Y AMOROSA EN MI ETAPA ESTUDIANTIL.

→HISTORIA DE SUPERACIÓN ESCOLAR.

→TRAUMAS INFANTILES Y CONSECUENCIAS DESAFORTUNADAS.

Nada sirve.

No lloriqueé, tampoco hice berrinche. Simplemente bajé el teléfono a mi lado y me obligué clausurar mis pensamientos cuando saboreé nuevamente la mantequilla en mis dedos.

♥️

EL VERANO DE AYER || HAN JISUNGWhere stories live. Discover now