-Hola, Mia -Erick le dedicó sus primeras palabras, una vez liberado de la ventilación mecánica.
-¿Me lo dices otra vez?
-Hola, Mia -repitió, despacio y risueño-. Aprovecha de hacerme hablar antes de que se me vaya el Autotune.
-Qué bien me conoces -respondió ella, con picardía.
-Ya... esas voces ásperas que te dejan tarada. Como la del tipo aquel que cantaba en el bar al que íbamos cerca de la universidad...
-Bueno... si es por voces, no me quejo de la tuya... quiero decir... también cuando estás bien -acarició la barba sucia con los dedos-. ¿Qué tal estás?
-Vivo, que no es poco. Tenía miedo de haberme desmayado y que te hubiesen hecho algo después, mientras no pude defenderte.
-Por lo visto no querían mucho al que te apuñaló. Cuando pasó los demás se pusieron a echar tiros al aire. Coromoto y sus amigos nos protegieron a Paula y a mí.
-¿Has hablado con ella?
-Lo intenté. No sé si lo poco que dijo cuenta como conversación... no quiere volver a la campaña, ni a nada relacionado contigo hasta que...
-Pues que no vuelva -interrumpió él, como si pudiera adivinar lo que Mia estaba a punto de decir.
-Puede que sea lo mejor. Mírate, Erick, casi te mueres, y fue mi culpa. Lo del colegio... eso no fue cosa mía. Pero esto sí, por mucho que me quieras y te empeñes en pensar que iba a ocurrir de todas formas o lo que sea... si yo...
-¿Por qué? Solo te pido que me expliques por qué. El resto da igual. Yo también podría decir que fue mi culpa por crear una pelea. Pero, tú, Mia, eres la única que sabe por qué actúas como lo haces.
-Tú me conoces mejor que nadie y eres mejor persona que yo. Casi con toda seguridad, la respuesta que tú puedas dar va a ser más sincera y mejor que la mía.
-Hay algo de ti que se me ha escapado toda la vida. Yo no sé responder a esto. Yo no sé responder a tantas cosas que me alejan y me acercan a ti como si fuera imbécil, masoquista, no sé... dime, por favor, cuál es tu respuesta. ¿Por qué?
-Porque es como siempre han tenido que ser las cosas.
-¿De qué coño estás hablando?
-No sé por qué, pero siempre he tenido que ser la chica especial del hombre más importante. Hay como... un radar en mi cabeza. Cuando llego a un sitio, aunque yo no quiera, mi cabeza hace un listado de tíos con los que me tengo que enrollar...
-¿Te tienes que enrollar? Estás sonando como una jodida ninfómana...
-No, Erick, no es así. No es que tenga que hacerlo por placer, no es el sexo en sí. Es... los hombres... los mejores hombres... me tienen que querer.
-Nena, ¿qué carajo estás diciendo? -Erick tuvo un breve ataque de tos-. ¿Cómo va a ser importante Coromoto Restrepo?
-No lo sé, Erick, no es algo que yo pueda decidir, no es algo racional. Tal vez, simplemente, porque era el protagonista de la noche, el cumpleañero...
-¿Y yo? Cuando estabas conmigo, ¿lo hacías porque era el más importante? ¿O acaso me pusiste kilómetros de cuernos de los que nunca me enteré?
-Tú has sido lo más normal que me ha pasado. Te elegí a dedo, sí, porque tenías una pinta de tonto, de bueno, que era diferente a todo lo demás que había pasado por mi vida. Y me esforcé mucho hasta conseguir enamorarme de ti.
-¿Y lo conseguiste?
-No lo sé. Sé que no me enamoré de ti como se enamoran mis amigas. Sé que me daba igual si reías, si llorabas, si te morías. Pero no me daba igual si me dejabas. Eso es amor, ¿no?
-Eso es una mierda.
-Pues entonces me enmierdé de ti hasta las trancas.
-Supongo que eso valdrá para algo.
-Esta vez sí que tuve miedo de que te murieses.
-¿Y eso a qué viene? ¿Ahora sí estás enamorada de mí?
-No. Es porque eres lo único que me queda.
-Mia, ¿por qué carajo llevabas un mechero?
-Lo encontré en la barra.
-Mia...
-Es verdad...
-Lo vi. Cuando Paula te gritó, me dio tiempo a verlo. Era un Zippo dorado...
-Te juro por Dios que estaba en la barra...
-Mira... no me importa que hayas querido dejarme en ridículo restregándote contra el nabo de Coromoto. Si te fijas, si has visto la rueda de prensa de Ruth, todo este puterío nos ha venido hasta bien...
-Erick, yo...
-De verdad, no me interrumpas, Mia, no quiero tus bombas de humo y desviar la conversación. Me la suda que te comas la boca con todos los hombres de este país, es más, de este planeta, como si te vas ahora mismo a tirarte al negro del Whatsapp, te prometo que me la pela. Ahora bien, ¿por qué coño fuiste a la fiesta con un mechero? ¿Qué coño estabas tramando?
-Nada, Erick. Te juro que el mechero estaba en la barra.
-Un puto Zippo dorado, en la barra de un garito de mala muerte cerrado para una fiesta de una banda latina. Mia, ¿por qué hay algo que no me encaja en todo esto? Ah, sí, porque el puto Zippo dorado es tu seña de identidad, lo que tienen en común todos tus incendios.
-Me estoy empezando a cansar de que me acuses de todo -Mia lloraba copiosamente, aunque mantenía la voz firme y la expresión serena-. Yo no causé el fuego en el colegio, pero tú ves un patrón, porque había acetona. Yo no llevé el mechero a la fiesta, pero tú solo te fijas en que se parecía a mis mecheros, como si no pudiera comprarlos nadie más. ¿Y sabes qué, Erick? Cuando acusas injustamente a alguien normal, esa persona se cabrea y a lo mejor se aleja de ti o te perdona, yo qué sé. Pero cuando me acusas a mí, me haces una putada inmensa. Porque yo no quiero ser así, yo no quiero ser quién soy, yo vivo atrapada en mi cabeza cada día, cada puto y maldito día, intentando no ser yo, intentando no actuar como yo, intentando que me ayudes y me creas cuando te digo que me odio lo suficiente como para obligarme a sentir el puto dolor físico, sí, puto dolor físico, que me recorre el cuerpo cada vez que quiero prenderle fuego a algo y evito hacerlo porque quiero ser como tú creas que está bien ser y no como realmente soy yo.
-Mia, yo...
-¿Tú qué? Tú eres perfecto. Tú vas a salir de este puto hospital convertido en un jodido Mesías. Tú vas a tener al país comiendo de tu mano. Yo soy la que está mal, ¿y sabes qué siento, Erick? Que igual todo me tiene que importar una mierda y que si, pase lo que pase, nunca nadie me va a creer, entonces puede que lo mejor sea encerrarme bajo llave y prender fuego conmigo dentro. Porque nunca me ha interesado defenderme de las cosas que sí he hecho y ya no tengo ganas de seguirme defendiendo de las que no...
-¡Mia, yo sigo enamorado de ti, maldita puta bruja de mierda! -Erick gritó con la poca fuerza de la que fue capaz, tosió y se retorció por el dolor de las heridas en su abdomen-. Estoy obsesionado contigo. Eres lo menos normal que me ha pasado. Y no, yo no me enamoro como se enamoran mis amigos, porque mis amigos no dejan pasar ni media y a una tipa como tú la habrían mandado a tomar por culo hace tiempo. Pero no, a mí no me da igual si me dejas ni me da igual dejarte y me odio por eso. Porque vivo en guerra con mi mente y con mi cuerpo, teniendo putos picos de ansiedad cuando pienso que, quizá, mientras estoy trabajando, tú estás quemando mi casa. ¿Y sabes qué? Me la trae al pairo la casa. Me importa una mierda si me quemas la casa. Lo que me da miedo es que tú te quedes dentro. Así que no me vuelvas a decir nunca, jamás, en tu jodida vida, que te vas a encerrar bajo llave en un incendio porque, si realmente consigues instalar esa idea en mi cabeza, no voy a poder seguir con mi día a día, no voy a poder despegarme de ti, y vamos a llegar a un punto en el que la única manera de salir de esta mierda tan tóxica sea acabar prendiéndonos fuego los dos.
-Sería una buena manera de morir -Mia acercó su cara a un milímetro de la de Erick-. Dime que no te pone burrísimo pensarlo...
-Parece que, por lo menos a mí, no me toca morirme todavía...
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OTRO INCENDIO POR LLEGAR
General Fiction-¿Quieres tener una relación tóxica conmigo? -Llegados a este punto, ¿por qué no? -Tampoco sería la primera vez... Erick ha decidido sacar a Mia, su exmujer, de la cárcel en la que está por prenderle fuego al coche de Robert, su actual marido, algo...