-¡Mira quien eres, valora la mujer que eres, deja de meterte con puro pistolera flaca!
-Ni tu ni nadie me dirá qué hacer de mi vida.
-¿Esto es lo que quieres ser? ¿Una corriente pistolera? Eres una Zambada, Lucero, no puedes acabar en la demencia y...
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Actualidad | Culiacán
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—Así eres Vicente, nunca puedes hacerme un pinche favor—Me quejo bajándome de la camioneta y yendo a tocar la puerta de la casa de Nini y buscar mi bebé.
Hoy era el día libre de Néstor así que se la dejé encargada un par de horas mientras yo trabajaba con mis hermanos, apenas me les pude escapar también revisé mis laboratorios. Afortunadamente ahora estaba todo en orden y marchando bastante bien.
Abro la puerta cuando Néstor tarda en abrir, paso en busca de alguna señal de ellos pero todo está en silencio.
Solo hay un par de botellas vacías en la mesa de la sala, platos sucios en la cocina y ¿ropa tirada en las escaleras?
Desenfundo mi arma y le quito el seguro. Yo a este lo mato.
Corro escaleras arriba ignorando como atrás pelean mis escoltas y los de Néstor. Voy directo a lo que parece ser el cuarto principal. Allí duermen Néstor con Isabella a su lado. No hay señal de nada más extraño.
Golpeo la puerta pero ninguno de los dos se despiertan. No tengo más remedio que tomar el vaso de agua que hay en la mesa de noche y tirarle poquito a Néstor.
—¿Qué haces Lucero?
—¿Por qué no te despertabas entonces?—Rodeo la cama para alzar a mi niña, tiene el pañal bien y la pancita llena. Se queja con el movimiento.—¿Qué es todo ese desorden allí abajo? ¿Trajiste tus putas estando mi hija?
—Ahh por eso...
—Por eso nada, Néstor. Calzones de vieja barata y botellas de cheves tiradas en la sala no es ambiente para que esté una bebé. Sé un poquito más higiénico, cabrón.
—No era barata, me salió bien cara sab... ¡Ay!—Le pego un cachazo en la pierna.
—¡Ponte serio! Es la última vez que quiero ver esto, Néstor, a la próxima no te dejo ver nunca más a mi hija ¿oíste? Sé un papá responsable.
—Ta bien pues, solo que no me avisaste que la traerías y no me dio tiempo a pedir que limpien.
—No me interesa, no te pedí explicaciones. Dame la bolsa con sus cosas—Digo al bajar las escaleras.
—Hoy a la mañana estábamos bien ¿Por qué me hablas así ahora?
—¿Por qué me hablas así?—Lo reparo—Pareces toda una damita, oíte.
—Eso no decías la otra noche.
—Voy a ir a Los Cabos a la fiesta de Iván y luego a Europa unas semanas—Le aviso intentando salir pero me vuelve a detener.
