-¡Mira quien eres, valora la mujer que eres, deja de meterte con puro pistolera flaca!
-Ni tu ni nadie me dirá qué hacer de mi vida.
-¿Esto es lo que quieres ser? ¿Una corriente pistolera? Eres una Zambada, Lucero, no puedes acabar en la demencia y...
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Actualidad | Culiacán
"Último capítulo para el final"
°°°
—Papá, Lucero no está bien—Me detengo en el descanso de las escaleras cuando escucho la voz de Vicente retumbar en la sala de mi casa.
No sé por qué hoy, cinco días desde que el caos comenzó y desde que toda mi vida se empezó a desmoronar, decidieron venir a visitarme.
—Lo sé, está muy delgada y dudo que no esté consumiendo algo.
—Sé que está tomando pastillas para dormir pero no me refiero a eso, papá—Acuno en mi pecho al pequeño bebé por el que me he visto obligada a seguir en pie estos días.—¿No has escuchado las incoherencias que dice? Ayer cuando llegué, Ismaelito lloraba y ella estaba bajo la ducha tapándose los oídos, cuando le reclamé que no atendiera a su hijo me dijo que Isabella ya tiene un año y se puede ver por ella sola y por su hermano.
—Cuando nosotros llegamos no nos quiso abrir ¡Decía que cómo sabía ella que no veníamos enviados encubierto por la DEA!—Serafín me acuso y ruedo los ojos. Dramático.
—Y ni mencionemos cuando atacó a Tatiana. ¡Quiso ahorcarla!
—Y si no le quitábamos el arma seguro la mataba.
—A ver plebes, entiéndanla. Ya perdió a su hijo y el día de su primer boda le quitan a su marido, tienen un bebé apenas nacido, dos días después tenían la verdadera boda. Su cabeza debe ser un caos pero tampoco para que le digan loca.
—Yo temo por ella y sus hijos. Ve cosas donde no las hay.
—¡Seguro me están queriendo hacer pasar por loca para sacarme del negocio y quedarse con mis laboratorios. O para que deje de molestar a Iván!
Al gritar, el bebé comienza a llorar.
Que molestia.
—Lucero...
—¡No se me acerquen!—Me rehúso a que Serafín se acerque—Quise matar a la traidora de tu noviecita, ahora seguro te me volteas también. Esa vieja que le sonreía a mi marido y como no le hizo caso por eso seguro dio su paradero y luego fue contigo.
—¿Ya ve papá? Tiene delirios de persecución.
—¡No estoy loca!
—Deja de gritar, estas asustando al bebé.—Me regaña el Gordo y mis ojos se aguan. ¿Por qué mis hermanos me tratan así? Ellos nunca fueron así de crueles conmigo.
