V: Baile

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Kang Seulgi conoció la maldad en su juventud. La felicidad se le fue arrebatada tras ser condenada a ser la esclava del hombre y alfa más cruel y malo que haya conocido. Era esclava de su soberbia y su ambición. Era tan codicioso. Alguna vez intentó huir de las manos de ese hombre, pero él la sostuvo con sus garras filosas de maldad. Ese momento lleno de terror fue lo que le hizo entender que nunca podría escapar de él. Debía ser su esclava, estuviera donde estuviera él.

Park Seojoon era el nombre de ese ser completamente inhumano y despiadado.

—Señor, llegamos —le indicó.

El mencionado miró el panorama del pueblo frente a él. La vista era maravillosa para el hombre cruel, lleno de soberbia y codicia. Pues su objetivo era hacerse más adinerado con la minería valiosa de Pusan.

—Finalmente estamos a punto de llegar a la mina de oro de todo el reino —dijo con la voz delatando su ambición codiciosa—. El pueblo de Pusan será el inicio de mi negocio verdadero. Por supuesto, cumpliré mi labor de oidor del rey, pero también mi deseo es negociar con joyas y diamantes.

Lo último estaba prohibido por las leyes del Reino. Park Seojoon no estaba autorizado para hacer ese tipo de negocios, pero él nunca tuvo honestidad en sus acciones. Por cumplir sus metas y sus deseos más ambiciosos, engañó y manipuló a quienes les convenía.

Ese hombre tenía la perseverancia maldita recorriendo su sangre. Si él deseaba algo, no se rendía hasta conseguirlo. Incluso si debía de proceder con crueldad, lo hacía para lograr su propósito. Porque para ser el oidor del rey, usó su talento de manipular y engañar a sus superiores. Así logró ese puesto dentro de la realeza del Reino de Joseon.

La obsesión era su antivalor principal, el pilar de toda su personalidad llena de maldad en su retorcida alma.

...

—Jimin, sé que tu tristeza no se debe solamente a tu nostalgia de extrañar a Jungkook —dijo el señor Park—, sino también por el hecho de no haber aprobado a la Escuela de Artes.

Jimin se giró a ver su abuelo, totalmente asustado.

—Abuelo...

—¿Tú realmente creías que no iba a enterarme de eso, Park Jimin? —le reprochó—. Tú eres omega. Estás para amar y honrar a tu futuro alfa.

—Abuelo, usted no cree en mis capacidades, pero yo le puedo demostrar lo contrario —le contradijo, con coraje y valor—. Yo amo demasiado a Jungkook, pero no por eso voy a dejar mis sueños y mis talentos. Los omegas no solamente somos sirvientes de casa o cunas de bebés, tenemos ambiciones en esta sociedad cerrada de mente.

La sorpresa cruzó el rostro de Hyungsik. Si bien conocía la rebeldía y la intrepidez de Jimin, nunca se atrevió a responderle con esas palabras. Jimin no era sumiso para nada. El subestimar a su amado nieto le estaba costando caro a sus ideales y pensamientos, porque eso significaba desafiar el control de su ira.

—Park Jimin, no me provoques —pronunció con furia—. Ya bastante tengo con estar soportando el hecho que tú sigas bañándote desnudo en las cascadas.

—¡Abuelo, no seré el omega sumiso! —exclamó Jimin, enfadado—. Yo nunca seré ese omega que es sometido por su esposo para seguir sus órdenes o darles sus hijos.

Dicho eso, Jimin se dio la vuelta para correr a sus aposentos. Hyungsik se quedó en la sala, aturdido y confundido por la actitud más bravía y rebelde de su nieto.

—Al parecer, Jimin nunca cambiará esa intrepidez suya —susurró a la nada—. Ni siquiera el matrimonio lo hará comportarse correctamente. Ay, ¿qué haré contigo, Jimin?

Bella Luna || KookMin [Omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora