Promesas

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De pie, frente al espejo de cuerpo entero de la habitación que compartía con su pareja, Félix observaba con un puchero desilusionado y ojos cristalizados el tamaño descomunal de su vientre y cómo ni siquiera los inmensos pantalones de pijama que H...

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De pie, frente al espejo de cuerpo entero de la habitación que compartía con su pareja, Félix observaba con un puchero desilusionado y ojos cristalizados el tamaño descomunal de su vientre y cómo ni siquiera los inmensos pantalones de pijama que Hyunjin le había comprado dos días atrás le ajustaban adecuadamente.

— ¡Esto no es justo! — lloriqueó el omega, provocando un desastre en la habitación contigua que estaba sufriendo una metamorfosis en cuestión de días, todo gracias a las habilidades artísticas de Hyunjin y el esquema en el que habían trabajado juntos para convertir lo que antes utilizaban como depósito en una preciosa habitación para los mellizos.

En cuestión de segundos, el alfa apareció en el dormitorio, ojos frenéticos y destilando feromonas cargadas de preocupación. Llevaba puesto un overol de mezclilla sobre una camisa que una vez fue blanca y que ahora se encontraba manchada con gotas de pintura de todos los colores.

— ¡¿QUÉ SUCEDE, CARIÑO?! ¡¿YA VIENEN LOS CACHORROS?!

Félix negó, lanzándose a los brazos del alfa y farfullando sobre lo problemático que era encontrar algo que ponerse de una talla adecuada, ganándose un bufido frustrado de Hyunjin, quien lo abrazó solo para suprimir sus deseos de zarandearlo, como siempre decía que quería hacer, cada vez que Félix hacía algún berrinche.

—Bueno, cielo, es de lo más normal, ¿no crees? Tienes ocho meses de embarazo de un par de mellizos revoltosos. — una patada doble provocó un chillido en el omega que descargó la frustración jalando los cabellos del alfa quien ya era plenamente consciente de lo receptivos que eran los cachorros en su vientre ante el sonido de su voz.

Abandonando la comodidad del abrazo, Félix caminó de regreso al espejo, lanzando los pantalones que había intentado colocarse sobre la cama y conformándose con el suéter largo y ancho que apenas si lograba cubrirle poco más debajo de su trasero.

Bajo la divertida mirada del alfa, Félix se dedicó a observar su figura, dando vueltas cada tanto con un puchero reflexivo en sus labios.

—Jinnie...— llamó un rato después, con voz melosa.

— ¿Si, cariño?

— ¿Crees que me veo gordo?

—Pues... yo... creo que... — sin saber cómo responder y temiendo una reacción negativa como la ocasión en la que el omega le preguntó si seguía viéndose bonito y Hyunjin le había contestado con que era tan lindo como un osito Haribo, el alfa dedicó varios segundos a pensar, antes de dar una respuesta. — Claro que no cariño, te vez hermoso con tu pancita.

—Eso no fue lo que te pregunté, cielo. — espetó el omega, dejando de girar y clavando su mirada castaña en el alfa. — Te pregunté, si me veo gordo.

— ¡Y esa es una pregunta con trampa, Lixie! — farfulló Hyunjin, escandalizado. — ¡Porque sin importar lo que te diga, te vas a enojar de todas formas!

—Inténtalo. — retó el omega, controlando sus expresiones faciales para así lucir más intimidante.

Tan intimidante como una inmensa circunferencia con estrías y dolor de espalda podría ser.

Maldita sea, me hubiera quedado pintando mejor...— susurró el alfa, antes de dar un respingo por el golpe que el omega dio contra el piso con uno de sus pies. — Lixie, si te digo que tu aumento de peso es obvio debido al embarazo, harás un maldito drama porque te dije gordo. Y si te digo que no lo estás y que sigues viéndote precioso ante mis ojos, harás un maldito drama también porque dirás que estoy mintiendo. ¡¿Qué se supone que diga entonces?!

Inmediatamente, los ojos del omega empezaron a llenarse de lágrimas y la habitación se vio inundada de feromonas cargadas de tristeza.

— ¡Que me amas! ¡Que me adoras! ¡Que sin importar que me vea como un maldito cerdo sobrealimentado para ser sacrificado en navidad, aún así, me consideras precioso!

— ¿Alguna vez, has escuchado al menos una palabra de lo que te digo? ¡Porque alabar tu belleza es lo que siempre hago, cariño!

— ¡ENTONCES, SÍ CREES QUE ME VEO COMO UN MALDITO CERDO SOBREALIMENTADO PARA SER SACRIFICADO EN NAVIDAD! ¡MALDITO SEAS, HWANG HYUNJIN!

Con su lobo recriminándole por cosas que no tenían sentido ni siquiera para él mismo, Hyunjin se acercó al omega en tres zancadas y con cuidado de no hacerle daño, los lanzó a ambos sobre la cama.

Olvidándose de la pintura de la vista de un cielo nocturno plagado de estrellas, en medio de un lago encantado iluminado por libélulas en la que estaba trabajando para la habitación de los mellizos, el alfa dedicó los siguientes minutos a llenar el rostro de su omega con una infinidad de besos tiernos y caricias suaves.

Sobrecogido, Félix se deleitó en las palabras susurradas con vos tersa y rasposa en su oído, llenas de emociones y preciosos sentimientos que el alfa solo tenía para él. Recibió los besos apasionados y los toques demandantes, entregándose a la nube de placer que Hyunjin había convocado únicamente para ellos dos y que pronto los envolvió por completo.

Ni siquiera las bajas temperaturas que usualmente acompañaban esas noches fueron suficientes para evitar que cada prenda de ropa que usaban terminara abandonada descuidadamente en el piso junto a la cama mientras que ellos le daban la bienvenida a sus cuerpos por primera vez en mucho tiempo.

Félix gritó en éxtasis cuando sus deseos y fantasías por fin fueron atendidas, culpando a sus hormonas revueltas por todo el desenfrenado deseo que lo llevaba a soñar con que el alfa volvía a tomarlo cada noche.

Jadeó extasiado cuando volvieron a ser uno después de más de cuatro estaciones separados, amando la suavidad de los labios que le robaban cada onza de oxígeno al mismo tiempo en que la calidez de su dureza se abría paso a través de su húmedo interior.

Apresó entre sus brazos el esbelto y marcado cuerpo del alfa, ignorando las manchas de pinturas de todas las tonalidades que lo hacían parecer un lienzo andante. Hundió sus dedos entre sus cabellos para así intensificar el contacto, enloqueciendo con la suavidad con la que era tomado.

Sintiéndose hermoso.

Sintiéndose amado.

Y no pudo contener las lágrimas cuando los colmillos del precioso alfa entre sus brazos dejaron su marca en la curvatura de su cuello, estableciendo su lazo y reclamándolo como su compañero durante el resto de toda su vida, tal y como siempre habían imaginado.

El clímax los alcanzó a ambos, volviéndose una maraña de extremidades y cuerpos sin sentido que, solo buscaban aferrarse al otro, mientras se dejaban caer por el precipicio del amor compartido y el más puro placer.

Te amo, ahora y siempre...

Jamás habrá alguien más hermoso ante mis ojos, y a quien pueda amar con la intensidad con la que te amo a ti... 

 

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R U Kiddin' Me?!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora