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Kurapika entro cansado al bar del hotel, y sintió como el desagradable olor del alcohol lo rodeaba y trataba de embriagarlo. Odiaba esos lugares, llenos de gente egoísta y concentrada en si misma. Sus asuntos terminaron rápido, no necesito más de una orden de nen para lograr acabar con los guardias de la habitación VIP y decapitar al objetivo de su caza.

Cubierto de sangre, con el pelo teñido de rojo vivo y los ojos de un gris pacífico, Kurapika se aproximó a la salida con tranquilidad. Sin embargo, ese estado de calma fue interrumpido por una inesperada bala.

En el techo, la silueta negra se movió desde la esquina para lanzar una lenta patada hacia el Kurta, ataque que terminó por simplemente hacer un agujero en el suelo.

—HmmHmmhHm— balbuceó su contrincante bajo las telas de su ropaje en posición de batalla.

Poco sorprendido, Kurapika también se puso en guardia e inmediatamente comenzó a analizar a su oponente. Una chica baja, con traje negro de camuflaje que tenía toda la cabeza tapada excepto por sus ojos, también negros.

—Lo lamento, pero deberás hablar más claro. — dijo el con crudeza, y dió el primer ataque con simpleza, sin querer pasarse con la pobre.

Sin embargo, esa piadeza le costó caro. Ella esquivo la mano con facilidad y con una brusquedad completamente contraria agarro la muñeca de Kurapika, su fuerza extrañamente descomunal para alguien que lo miraba desde abajo.

Con su mano libre, bajo levemente una de las vendas de su cara y dijo— Entréga-

Fue cuando ella hablaba, de manera firme e intimidante, que un quejido de dolor se escuchó entre los cadáveres. Sin dudarlo un segundo, la chica corrió hacia allí y comenzó a ayudar a un guardia sobreviviente. Kurapika pensó en matarlos a ambls, en no dejar ningún testigo y irse con las manos "limpias".

Sin embargo, ver a aquella mujer darle RCP desesperada mientras trataba de no dañar con su fuerza a aquel hombre, despertó algo. Con poca conciencia de su propia apariencia, Kurapika se acerco cubierto de la sangre de aquellos que alguna vez fueron los compañeros de aquella persona.

—¿Quieres vivir? — le pregunto, con un tono tan calmado que hizo sobresaltar a la chica a su lado.

Apenas y con respiración, atragantado en su propia sangre y con su vida al final, ese hombre logro decir "si".

—Bien. — con una señal, Kurapika apartó a una sobresaltada mujer que obedeció confundida— Agarra su cabeza, y comienza a comprobar su pulso.

En un completo pánico chocante con su actitud desafiante, volvió a obedecer y acerco temblorosa sus dedos al hombre. El Kurta comenzó con las presiones torácicas a un ritmo prudente y sin descanso. Siguio así hasta que escucho un:

—¡Pulso!— aquella sola palabra de la mujer trajo un alivio momentáneo a Kurapika.

Para cuándo los doctores entraban a la sala, no había rastro del chico ensangrentado.

El no lo entendía, ¿por qué? Era su trabajo, la gente que asesinaba eran malas personas, cómplices de traficantes sin una pizca de piedad que darían la vida por dinero. Entonces, ¿por qué lo había salvado? ¿Acaso le dió pena aquella muerte? ¿Después de tanto entrenamiento para poder soportar la carga psicológica que conllevaba matar?

No, no fue el hombre el que tocó su humanidad, fue la mujer.

"Pan'emore" HxHDonde viven las historias. Descúbrelo ahora