10.- El principito

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Chequito estaba triste. Muy triste, la tristeza era tan grande que su corazoncito apenas lo soportaba.

No entendía porque sus papitos ya no lo querían, cada vez que les pedia hacer algo con el siempre era un ahora no bebé  quizá más tarde y cuando se atrevía a hacer una rabieta por las negativas siempre era regañado con un el bebé nos necesita, se un buen hermano mayor 

¡No quería ser un hermano mayor! Quería jugar y sentir los mimitos de sus papás otra vez, quería que todo volviera a ser como antes de que ese apestoso y chillón bebé pelón apareciera.

Una tarde mientras todos tomaban la siesta decidió escapar, si a su hermana no le importaba que sus papás no los quisieran pues a él sí y se iría a buscar otros papás. Agarró su mochila de paw patrol que usaba para ir a la escuela y la vació en el piso de su habitación metió su ropa favorita, su peluche de pokemón y su bibi sin antes ponerse su gorra del real madrid y saliendo por la puerta de entrada con cuidado de no hacer ruido.




Checo despertó de golpe al escuchar el llanto del bebé y lo levantó de la cuna para atenderlo pero mientras lo arrullaba sintió un mal presentimiento

Demasiado silencio 

Caminó hacia la habitación de su hija y abrió la puerta con cuidado encontrando a la niña aún dormida, se dirigió a la habitación de su hijo y el pequeño no estaba por ningún lado, en cambio sus útiles estaban tirados en la alfombra.

Estará jugando afuera.

Escuchó la puerta de la entrada abrirse, Max acababa de llegar del supermercado y cargaba algunas bolsas, al verlo sonrió y el mayor le devolvió la sonrisa.

– Hola mi amor – dijo Max pasando por su lado dándole un beso en la frente a su esposo y uno en la cabecita al bebé que dormía tranquilo en su pecho. Checo siguió a su marido a la cocina.

– ¿Dónde está el enano? Le traje un helado de pokemón –  preguntó Max dejando las bolsas en la mesa de la cocina. Checo frunció el ceño.

– ¿No está afuera? – respondió con algo de miedo.

– Yo pensé que estaba aquí adentro porque fuí a donde está el trampolín y no lo encontré – Max sonaba preocupado.

Ambos se miraron con pánico. Checo dejó al bebé en la cuna y junto a Max empezó a buscar a chequito por la casa.

Revisaron la planta de arriba y las habitaciones de invitados una por una, el niño amaba jugar debajo de las camas y en la lavanderia.

No estaba por ningún lado.

El alboroto pareció despertar a la niña quien se asustó al ver a sus padres poniendo la casa patas arriba.

– ¿Mami? ¿Papi? Que hacen… – ambos padres voltearon y se acercaron a la niña que no entendia nada.

–Amor tu hermanito… – preguntó Max intentando no asustar a su hija.

– Se fué verdad – le dijo Emil a su papá, ambos fruncieron el ceño.

– ¿Como…como sabes? – dijo Checo. Emil se cruzó de brazos y negó con la cabeza en desaprobación.

– Me dijo que quería buscar otros papás porque ustedes ya no jugaban con él. Dijo que ya no nos querían – Emil suspiró, parecía muy enojada – Yo le dije que si nos querían pero no me hizo caso.

Checo empezó a llorar desconsolado y Max se pasó las manos por la cara

¿Qué clase de padres eran? Le habían fallado a uno de sus hijos. Los últimos meses habían sido tan agotadores que no tomaron en cuenta los sentimientos de su pequeño, y ahora su pequeño bebé estaba ahí afuera en quien sabe donde.

BEAUTIFUL BOY | CHESTAPPENWhere stories live. Discover now