Capitulo 23

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El puerto se encuentra sumido en la penumbra.

Con la última energía que le queda atraca la pequeña embarcación rompiendo apenas un susurro en las olas. No fue fácil llegar hasta ahí, debiendo escabullirse de la guardia costera y sobrevivir a las atrocidades climáticas.

Oculta su medio de transporte bajo uno de los muelles más abandonados, tomando sus pocas pertenencias antes de bajar y alejarse. Ha dejado las llaves conectadas sin intención alguna de volver a usarla.
No subirá a un bote en mucho tiempo.

Su cuerpo apenas logra percibir el frío de principios de invierno, acostumbrado ya a que el agua helada golpeé sus mejillas.
Desconoce cuánto tiempo ha tomado, pero al escuchar aquel incomprensible idioma su alma se revitaliza.
Ha llegado a Italia.

Ignora lo mal de su aspecto para que la recepcionista lo vea tan horrorizada, al punto de casi negarle una habitación en el hotel.

Resistente las ganas de llorar al sentir el agua tibia cubriendo su cuerpo y el sabor de una verdadera pizza napolitana en su paladar.
No había consumido nada decente más allá de las pocas latas de conserva existentes en el bote.

Si bien ya tenía planeado todo para su viaje jamás imaginó que se diera en esas condiciones, agradeciendo haber sido lo suficientemente precavido para llevar una buena cantidad de dinero consigo y una chamarra resistente.

Recostado en el desgastado colchón, que en ese instante le parece una cama de plumas, comienza a trazar su siguiente movimiento.
Los meses pasados tuvo tiempo para conocer más a fondo el perfil de Hannibal Lecter. Entrar en su mente. Saber el lado oculto de la persona de quien se enamoró.

Haciéndole enfrentarse a lo que es y lo que se ha negado tanto tiempo a aceptar.

El chirrido de las sirenas penetra en el profundo sueño de Will, destruyendo por completo la oportunidad de tener un buen descanso.
Su mente, envuelta en las brumas de la ensoñación, lucha por reconocer la nueva realidad que se extiende frente a él.

Incorporándose lentamente avanza hacía la ventana con cierto vaivén en su caminar, aún acostumbrado a dormir en el barco.
Aparta las cortinas sorprendido por encontrarse con la luz del día a punto de esfumarse.

Desconoce si lo que ha dormido son horas o días, pero por la ropa limpia en su buró y la falta de platos sucios puede suponer que se trata de lo segundo.
Maldiciendo al reconocer que bajó la guardia tan fácilmente, pero realmente no puede culparse por ello, el saber que está cada vez más cerca de Hannibal le hace sentirse emocionado y ansioso.
Saturando sus pensamientos con la expectativa de volver a verlo y la incertidumbre de saber lo que les deparará una vez vuelvan a encontrarse.

No ha logrado identificar con claridad si lo que escuchó ha sido una ambulancia, la policía o su propia imaginación, de tal forma que decide salir a averiguarlo.

Las calles en Italia son completamente diferentes a lo acostumbrado.
Su primer viaje lo ha decidido realizar en taxi, agradeciendo infinitamente que el hombre pueda comunicarse en inglés.

El Teatro Massimo lo deja anonadado. De pie frente a aquella joya arquitectónica que se alza majestuosa ante sus ojos recuerda las palabras de Hannibal, una promesa que tal vez ahora pueda ser cumplida.

Uno no decide de quién se enamora Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora