3. Lobo Solitario +18

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La oscuridad consumía todo a su alrededor, el viento susurraba y silbaba en su orejas, corría por el bosque las hojas deslizándose por su patas, su nariz se llenaba de los olores del bosque, el frío erizaba su pelaje, detuvo su caminata cerca de la vieja cueva de Malia, agudizo sus sentidos en busca de amenazas, una vez seguro se metió buscando sus ropas. El crujido de sus articulaciones rompió el silencio de la noche, se cambió regresando al bosque.

Salto la pequeña vaya trasera de la casa que se había convertido en su lugar de descanso en los últimos meses, se acerco a la ventana que siempre estaba abierta para él en el segundo piso, salto entrando a la habitación, seguía igual a como la dejo, la cama individual, la mesita de noche, el closet con algunas de sus prendas y la maleta que siempre tenía en la esquina de la habitación, maleta con todo lo que necesitaría en caso de una huida rápida, ropa, artículos de limpieza y dinero.

El cielo comenzó a aclararse cuando termino su ducha y se metió a la cama, tenía al menos un par de horas de sueño antes de irse a trabajar. No es que pudiese dormir una noche completa, era el castigo qué su hermana le impuso, verla cada noche, atormentarlo, amenazando con tomar de vuelta el corazón que robo.

Unas horas más tarde la puerta de su habitación fue tocada, sabía bien quien era, no se molesto en esperar su respuesta, se retiro a la planta baja. El chico se deslizó de la cama, se coloco los zapatos, se acostumbro a dormir listo para iniciar su día o su huida. Tomo su cartera y bajo las escaleras, Melisa lo esperaba en la mesa, estaba casi lista para ir al trabajo, estaba desayunando con una taza en la mano.

– Hoy tendré turno doble, regresaré hasta la noche, hay comida en el refrigerador, recuerda comer antes de iniciar tus patrullas nocturnas, no quiero que vuelvas a manchar de sangre las sábanas por comer animales del bosque. – Theo la escucho en silencio sentándose frente a ella comiendo con calma. – Y no olvides que hoy debes llamar a Scott, quiere saber como van las cosas – Melisa levanto sus utensilios y los dejo en la tarja.

– Déjalos, los lavare cuando termine. – La voz de Theo salió áspera, hacia más de doce horas que no hablaba, pasar tanto tiempo como un Lobo completo le hacía olvidar algunas cosas básicas de humanos, como hablar.

Melisa los dejo, tomo su bolso y sus llaves para salir de la casa. – Se que no debo, pero quizás ahora si puedas hablar con Liam sombre… – El sonido de un basó romperse la detuvo. – Bien, seguiré sin decir nada, pero al menos piénsalo. – Melisa suspiro. – Y recuerda limpiar los cristales. – Salió de la casa.

Theo limpio los cristales, termino su comida y de lavar todo. Tomo las llaves de la veterinaria, se fue por el camino del bosque, era el más largo pero el más seguro, de esa forma ningún chico con problemas de ira se daría cuenta de su estancia en Beacon Hills.

¿Cuánto había pasado desde que dejó la casa de Liam? ¿Siete meses? O quizás ¿Diez? Saco su celular, vio la hora y la fecha, no, en realidad ya habían pasado once meses, estaba por cumplir un año. Era lo mejor, desconectarse del mundo era lo mejor, no esperaba nada de nadie y sus expectativas en la vida seguían siendo cero.

Han pasado once meses desde que Scott se acerco a él y le hizo una propuesta, le ofreció se quedara en Beacon Hills, pedirle a Deaton le diera el trabajo de asistente, incluso hablaría con Derek para darle un apartamento, todo a cambio de dos cosas, obviamente quedarse pese a su deseo de irse y segundo proteger el pueblo en su ausencia, lo cual era una locura, ¿Por qué le confiaría la seguridad de todos a alguien como él? Un asesino.

Theo no tenía nada, era el mejor para el trabajo, siempre era así, solo tenía valor cuando alquilen más lo necesitaba y Theo necesitaba hacer algo o se volvería loco, los Doctores del terror le daban órdenes, el obedecía, siempre fue así, ser útil para tener valor, y si convertirse en el perro Guardián de Scott era darle utilidad a su existencia, al menos era algo.

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