TOM

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Procesé cada escena cuando la pantalla se quedó en negro y solo mostraba nombres que no me interesaban leer, las personas que estaban en otro lugares se fueron retirando y casi me puse de pie para hacer lo mismo, cuando escuché que ella sorbia su nariz y se limpiaba las lágrimas con las mangas. Siendo franco, no sabía que hacer. ¿Debía consolarla? ¿Darle espacio? ¿Irme y esperarla afuera? Me encantaría tener un manual ahora mismo para saber que hacer y no sentirme como el rey de los idiotas. 

Opté por quedarme sentado en mi lugar dejándola mantener su cabeza recargada en mi hombro, aunque para ser franco ya estaba un poco incómodo, no quería quedarme encerrado para siempre en este extraño lugar, pero podía aguantarme por ella unos minutos más. 

Miré hacia la pantalla otra vez viendo letras y letras infinitas que componían nombres de personas, si ni siquiera da tiempo de leerlo todo, ¿Por qué los ponen ahí? No comprendo algunos razonamientos humanos. 

Mi naturaleza es poco paciente aunque hice un esfuerzo por ella, pero cuando llegué al límite, moví un poco mi hombro y la llamé por su nombre para que sacara su mente de la ficción y volviera a la realidad, conmigo. 

—Creo que esto se acabó. —Le dije, aunque no creía que era así, de hecho estaba más que seguro que había acabado, no en vano éramos los únicos dos dentro de esta peculiar sala con escasez de luz.

—Si. —Me respondió saliendo del trance y di un suspiro, aliviado de que al fin podría salir de allí. Tomé su mano entre la mía y caminé con ella fuera de la sala, también aliviado por ver la luz otra vez después de tres o cuatro horas, ya no sé cuánto tiempo había pasado, pero me imagino que fue bastante porque al salir al exterior ya estaba cayendo el sol. 

* * *

—¿Thomas?

—¿Hmm? —Presiono el rostro contra la almohada cuando las cortinas se abren y la luz del medio día penetra en la habitación.

—Es mediodía, arriba. —Me ordena la misma voz que me ordenaba levantarme cuando era adolescente.

—Si mamá, ya voy. —Me froté los ojos y vi que en efecto, habían pasado unos minutos después del medio día y el celular tenía abundantes notificaciones de mensajes de texto, los ignoré para mantener la paz con la que me acabo de despertar. 

El olor a comida casera alegraba mi olfato, haciéndome retroceder en el tiempo una vez más. Había dormido en la casa de mi madre porque lo necesitaba, necesitaba todas estas horas de sueño pacífico que tuve hasta hace algunos minutos y también necesitaba volver a estar en un ambiente familiar. Estaba un poco deprimido y sintiéndome ajeno a mí mismo, mi madre siempre es la primera persona que se me viene a la mente que sabe cómo hacerme sentir mejor y hacerme sentir otra vez en casa, encontrarme a mi mismo en esta época de mi vida que parece hacerme sentir que no tengo rumbo.

Bajé las escaleras después de haberme aseado rápidamente para sentirme fresco, la mesa estaba servida con mis cosas favoritas de la infancia y la adolescencia, sonreí para mi mismo y besé fugazmente la mejilla de mi progenitora.

—Buenos días.

—Buenas tardes. —Me contesta arqueando una ceja, una vez más los viejos tiempos volvían a mi memoria haciéndome sentir un niño. —Me imagino que dormiste bien.

—Lo hice. —Afirmé estirando los brazos y tomé asiento. — Ya olvidé cuántas horas de sueño tenia atrasadas.

—A todos nos pasa, aunque no de la misma forma.

Mi Secreto《Secuela》Where stories live. Discover now