4. Para avanzar, debe retroceder

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Hoch había dormido en su oficina.

Encima del papeleo con la ropa del día anterior y sin molestarse en acomodarse lo suficiente, porque al despertar, le había crujido la espalda sonoramente.

Había estado revisando los archivos de Ninochka Sokolova sin parar, separando entre clasificados y liberados para leerlos con fluidez.

Lo que había concluido es que Kelly tenía razón en una cosa: La Academia sí había buscado a la fugitiva. Y lo llevaban haciendo desde hace mucho tiempo, incluso antes de que Hoch pisara las instalaciones.

Antes de eso, Ninochka solía ser una agente de campo. Fue reclutada alrededor de los años 2000 y no salió de la academia hasta que su entrenamiento fue completado. Obtiene el título de "Agente Uno" por su puntaje en las pruebas de ingreso. Que en la fecha, no ha sido superado. Su capacitación es extensa, pero Hoch recordaba que incluía siete idiomas de forma fluida, entrenamiento de combate y especialización con todo tipo de armamento, entre otras.

Huyó de la noche a la mañana hace seis años y la academia la declaró como fugitiva desde entonces. Hace poco tiempo han retomado la prioridad total de su caso. Ahí es donde entra Hoch y su investigación.

La puerta se abre despacio y Hoch alza la cabeza de los papeles, encontrándose con un chico sonriente que sostenía un bolso marrón.

—Lo siento, pensé que no estaba aquí.

Hoch le hace un gesto, restándole importancia. —Tranquilo, Marc.

Marc se encargaba del correo, especialmente de los que los altos mandos enviaban para los subordinados. Usualmente el de Hoch siempre era el mismo: de Ninochka Sokolova y sólo de ella.

—Tienes correo. El jefe me ha indicado que sea de entrega inmediata, es importante.

Hoch suspira y observa como Marc revisa su bolso, buscando el indicado para entregárselo.

¿Había mencionado que odiaba a Ninochka Sokolova? Sólo le daba trabajo tras trabajo.

—Gracias —musita, cuando le entrega el sobre sellado.

Marc sonríe y se retira, dejándolo solo para que se encargue de su trabajo.

Hoch rompe el plástico que envuelve su correspondencia y lo deposita en el cubo de basura bajo el escritorio. Despega el sello del sobre y extrae su contenido: una carpeta amarilla con un número impreso en el costado.

"NS173A"

Lo que se traducía en: Ninochka Sokolova, archivo 173, Clasificación A.

La primera plana advertía de la confidencialidad de su contenido y la segunda advertía lo mismo, como si fuera lo suficiente descuidado para pasarse la primera.

Hoch se reclina en la silla, apoyando el informe sobre el escritorio mientras lee lo que parecía ser un tipo de incidente con los hombres que había enviado hace dos días, por orden de su superior.

Pasa las hojas, casi con aburrimiento, siendo las primeras un detalle exhaustivo de la herida del agente Gregory, cada centímetro que había rozado la bala en su muslo y cada calle que habían recorrido para llevarlo al hospital.

Información inútil, al final de cuentas.

Vuelve a leer, asegurándose de prestar atención a los pequeños detalles. Porque no necesitaba verlo, ni leerlo una y otra vez, necesitaba comprenderlo e intentar descifrar las razones de la fugitiva y el siguiente movimiento que haría.

Así que toma las notas adhesivas y las pega sobre la información irrelevante, que eran al menos tres páginas.

—¿Qué planeas, Ninochka? —murmura para sí—. Voy a descubrirlo.

⚜︎

No lo había descubierto.

Llevaba un par de horas con la vista fija en el informe, preguntándose porqué había tomado el abrigo del sujeto, cómo se había escapado de una docena de agentes especializados y qué pensaba hacer con la advertencia que le había hecho el agente.

Termina por levantarse con un quejido, cerrando la carpeta y guardándola en el segundo cajón de su escritorio.

No lograba encontrarle el sentido, pero a tal punto estaba demasiado exhausto para darle otra vuelta. Lo mejor sería retomarlo en otro momento, cuando tenga la cabeza más despejada.

Hoch saca el móvil de su bolsillo, con la pantalla iluminándose constantemente por los mensajes que recibía.

Treinta mensajes de su hermana Amelia, trece años menor que él y que no parecía entender el horario en el que trabajaba.

Estaba a mitad del umbral cuando el teléfono, encima del escritorio, comienza a sonar.

—A mi oficina.

Ahí estaba, Geralt al otro lado de la línea.

¿No podía ir por un café antes?

—Entendido —dice, en cambio.

La llamada finaliza sin previo aviso.

Hoch se ajusta la corbata y la chaqueta antes de salir al pasillo.

Aquí vamos.

Nina: La fugitivaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora