32. Peón blanco

5 0 0
                                    

—Mentiste —dice, en una mezcla de furia y dolor—. Llevas mintiéndome todo este tiempo.

Dakota quiere negar aquello, desmentir con lágrimas en los ojos, pero sabe que no tiene caso. Tanto ella como Ryan y Cleo le han ocultado demasiada información.

—Lo siento ¿está bien? —dice, con honestidad—. Era parte del trabajo, nada más.

Aquello sólo parece empeorar las cosas.

—¿Quién está buscándola?

Dakota niega con la cabeza e incluso retrocede algunos pasos.

—Dakota.

—No.

—¿Quién está buscando a Ninochka además de nosotros? —repite—. Por favor.

Ella lo mira, con los ojos suplicantes y cree que nunca más volverá a verlo así, porque cuando acabe de contarle todo, no querrá ni siquiera estar en la misma habitación que ella.

Suspira, intenta tomar aire y proseguir con lo que ha empezado.

Porque Hoch tiene razón, sólo están ellos dos en aquel apartamento. Geralt no debería enterarse de ello si Hoch guardaba el secreto.

—La está buscando su instructor —confiesa y siente como se quita un gran peso de sus hombros—. La persona que reclutó y entrenó a Ninochka está buscándola.

Antes de que Hoch pueda decir algo más, Dakota se apresura en agregar:

—Esto, Hoch, es mucho más grande que tú, yo y que mucha gente -advierte, acercándose en pasos prudentes a él—. Tienes que estar tranquilo porque si no lo estás... podrían hacerte algo y... nunca me lo perdonaría.

—¿Por qué... me ofrecieron el trabajo si alguien más lo estaba haciendo? -pregunta, pero más para sí mismo que para Dakota. Es una forma de ordenar sus ideas en voz alta mientras piensa las posibles soluciones—. Su... instructor debería tener más recursos y poder, ¿por qué...?

Las piezas encajan en su lugar y por la expresión de Hoch, Dakota sabe que lo ha perdido para siempre cuando apenas lo había tenido.

—Están usándonos... usándome de tapadera ¿no es así? —la sorpresa no lo entristece ni mucho menos, Hoch está completamente enfurecido—. Soy un maldito peón.

Mientras Hoch y su equipo estaban batallando por conseguir algo de ayuda en el caso. Habían superiores moviendo hilos que rozaban la legalidad, que desde un comienzo no habían necesitado de Hoch, pero lo habían contratado como tapadera contra la policía y las noticias, porque si algo de eso salía a la prensa o era utilizado en un informe del gobierno, el nombre que saldría sería John Hoch, un agente impecable por dentro y por fuera de las instalaciones.

Hoch era un peón en un enorme tablero de ajedrez.

Algo que los superiores sacrificarían si se diera el caso, casi sin pestañear ni llorar su pérdida.

—¿Por qué? —le pregunta a Dakota.

—No lo sé.

—¡No me mientas!

—No lo sé, Hoch. No sé porque los altos mandos han decidido esto, no sé porque te han escogido a ti, no tengo ni la menor idea.

El pecho de Hoch sube en respiraciones alteradas, se ha deshecho el nudo de la corbata y está dando vueltas por su sala, despacio, llenas de reflexión.

—Escúchame —pide Dakota, pero no puede continuar.

Hoch la mira cuando su teléfono comienza a sonar, demasiado insistente en el centro de mesa. Dakota lo sostiene y antes de coger la llamada, anuncia:

—Es Geralt.

Nina: La fugitivaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora