30. El ahorcado, invertido

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No recuerda en qué momento se ha quedado dormido o porque Dakota Hemmings está con él.

Pero las mejillas se encienden de un rojo vivo cuando la asimilación le da con fuerza. Se mueve a tal punto que Dakota en el pequeño espacio del sofá se despierta sobresaltada.

—Lo siento, he tenido una... pesadilla.

Ella se restriega los ojos, aún adormecida. Se levanta como puede del sofá, bostezando y moviéndose en la sala para estirar las piernas.

—¿Qué hora es?

Hoch levanta la cabeza lo suficiente para leer el reloj de la cocina. Y se coloca de pie de un salto, quitándose la manta de lana amarilla.

—Es tarde... vamos a llegar horriblemente tarde.

Dakota lo observa irse por única puerta abierta, que cree que es su habitación y luego se voltea hacia sus pertenencias repartidas por la habitación.

Su bolso marrón encima de la mesa, su abrigo del sofá y sus zapatos con cordones coloridos a los pies de la mesita de centro.

Se está abrochando el segundo pie cuando Hoch sale de la habitación, con únicamente una camisa negra y pantalones de tela, vistiéndose de prisa con sus mejores trajes elegantes.

Asoma solamente para decirle:

—Tenemos que decirle a Geralt.

Y se dirige hacia una puerta cerrada, donde Dakota lo sigue con las cejas juntas, sin ajustarse el zapato completamente. Lo observa ponerle pasta de dientes a su cepillo azul.

—No. Geralt no autorizará... no hará nada con esto. Comenzará a preguntar cómo lo sabes y dónde lo descubriste.

Hoch se cepilla los dientes en tiempo récord y se enjuaga con agua antes de pasar junto a Dakota, de vuelta a la sala.

—Lo manejaremos... pero si no se lo decimos, lo más probable es que Ninochka muera. Y con eso, Geralt se va a cabrear.

Dakota vuelve a sentarse cuando Hoch entra a su habitación. Ajusta sus cordones y luego recoge todas sus pertenencias.

Cuando Hoch sale de su habitación, cierra la puerta tras él y luce igual al elegante John Hoch que ella conocía hasta el día anterior. El cabello cuidadosamente peinado, la corbata perfecta y la chaqueta de traje sin ninguna arruga a la vista.

Se detiene frente a ella, con los ojos en su trabajo de investigación.

—Sino es Geralt, el agente catorce puede ayudar, estoy seguro.

La piel de Dakota se eriza, los ojos se le ensanchan, pero él no se da cuenta.

—Voy a llamarlo.

Dakota se lo permite, mientras lo mira a la lejanía no obtener respuesta. Está mordiéndose la lengua hasta que lo envía al buzón de voz.

—Está muerto.

Hoch levanta la cabeza, inaudito.

—¿Qué?

La pelirroja suspira hondo.

—El agente catorce está muerto... Es uno de los fallecidos en City Hall.

La noticia lo desestabiliza y Dakota lo sabe, que lo observa dejarse caer en el sofá, con la mirada perdida y los ojos de pronto demasiado brillantes.

—Es mi culpa —susurra—. Yo lo envíe...

Dakota lo ha oído.

—Sé que lo has enviado. Y no es tu culpa. Miller es un agente solitario y rebelde, raramente sirve a superiores, por eso ha sido reclutado para el operativo de Ninochka Sokolova.

Sabe que quizás ha dicho demasiado cuando él la mira, bajo las pestañas cortas y ligeramente rizadas. De pronto se levanta, alza el dedo índice hacia ella, de manera acusatoria.

—Sabes mucho más —musita, negando con la cabeza y convencido que aquello no sólo lo ha descifrado Dakota porque es inteligente, sino porque realmente está siendo informada por alguien más—. ¿Por qué?

Traga saliva, porque se le ha hecho un nudo en la garganta. Siente que no tiene escapatoria de pronto, y como Hoch ha sido tan honesta con ella, debe soltarse un poco también.

—No eres el único que está buscando a la fugitiva.

—¿Qué dices?

—No puedo entrar en detalles, Hoch —dice, con cautela y siente como una fina capa de lágrimas cristalinas nubla su vista—. Estoy intentando protegerte al no decirte esto. Debes entenderlo.

Hoch se sorbe la nariz y se limpia las mejillas con el dorso de la mano. Cuando lo mira otra vez, luce completamente perdido y desesperanzado.

—¿Cleo y Ryan también lo saben?

—Sí.

Nina: La fugitivaWhere stories live. Discover now