Teresa

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Hace rato no escribía nada por lo que espero que le vaya bien a esta historia. Probablemente ustedes no la verán este día q la estoy escribiendo pq la voy a publicar cuando acabe algunos capítulos para no tener tantos problemas con las actualizaciones.

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Una hermosa mujer caminaba por las calles de México, el contoneo de sus caderas era llamativo al igual que el sonido de sus tacones chocando contra el cemento. La dama en vestido azul era Teresa, una omega orgullosa.

Marcaba gran contraste con el lugar donde se encontraba, una calle llena de puro malviviente y basura, los omegas de la vida galante en el alrededor y las parejas cachondas follando.

Teresa iba a la fiesta que iban a celebrar sus compañeros, durante al trayecto a la misma, empezó a pensar sobre como le haría para excusarse con su novio Pablo, un beta, sobre el porqué sus papás no podrán asistir ni a la fiesta ni a conocerlo. El pobrecito estaba tan entusiasmado porque por fin podría conocer a sus progenitores.

Pablo y ella no llevaban mucho de novios, el beta amaba demasiado a la omega, es una lástima que el sentimiento no fuera del todo mutuo.

Teresa aceptó a Pablo como su pareja más que nada por la posición social que tenía, al igual que varios de su salón, él o más bien su familia poseía mucho dinero y con eso le bastaba a Teresa para aceptarlo, de todas maneras nunca le había faltado al respeto y era todo un caballero.

El único defecto de su relación era que él no sabía sobre su situación económica ni sus orígenes, porque si, Teresa era pobre, tan pobre que su casa ni aparecía en Google Maps.

Su pobreza nunca la había detenido, ella con esfuerzo ha logrado llegar a dónde está, siendo la mejor de su clase porque en un mundo donde el dinero y las clases biológicas gobernaban, una omega sin riqueza era una presa fácil para la adversidad, pero Teresa no era presa de nadie, ella era una depredadora que cazaba las oportunidades que se le presentaban y nada iba a lograr lo contrario.

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Casi media docena de alfas la rodearon en cuanto cruzó las puertas, las feromonas ya la comenzaban a marear y los toques de las manos sobre su cuerpo no ayudaban en nada. Por fortuna Pablo llegó al rescate y la llevó a la pista de baile, presumiblemente para bailar.

La Omega volteó a ver el techo mientras danzaba, con todo el alboroto no había tenido tiempo de ver la decoración ni el lugar con detenimiento.

El salón de eventos estaba adornado como palacio, las telas de las cortinas y hasta los manteles de las mesas desbordaban elegancia, definitivamente a este tipo de lugares eran a los que merecía ir.

Mientras Teresa bailaba, un furioso alfa la observaba.

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Aida simplemente ya no lo podía soportar, el ver bailar a Teresa (su omega o al menos debería de serlo) con esa patética excusa de persona era la peor tortura que se le podría infligir.

Ella debería ser quién la estuviera sosteniendo la cintura, ella tendría que estar a su lado. Solo un alfa como ella, era merecedora de tal calidad de omega como Teresa, tenía un olor tan dulce como a rosas y durazno, un jugoso durazno.

El tener que presenciar este espectáculo la hacía enfurecer y mostraba su descontento liberando en sus feromonas, por las cuales ya algunos omegas comenzaban a mostrar sus cuellos en señal de sumisión e incluso los demás alfas hacían lo mismo.

Iba a detener esto.



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Mala Omega Där berättelser lever. Upptäck nu