14. secreto

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tw: mención de pérdida de embarazo

Alma, marzo de 2013, Ciudad de México

Detesto tener secretos, detesto tener secretos que solo yo sé y que no puedo compartir con nadie más.

Ya hacían tres años de aquel episodio de mi vida. Una pérdida espontánea sin saber que estás embarazada puede ser una de las cosas mas traumáticas que le pueden pasar a alguien.

Esa noche León tuvo que llevarme de emergencia a la clínica, pues tenía una hemorragia tan grande y repentina que casi me puse anémica.

Recuerdo haberles asegurado a los doctores que mis periodos jamás eran así de terribles, que algo debía estar mal en mi. En cuanto dije aquello las enfermeras me miraron con lástima, y el doctor encargado me aclaró que no estaba teniendo un sangrado menstrual, sino que estaba teniendo un aborto espontáneo.

Una cirugía ambulatoria en menos de dos horas y de pronto ese embrión de 7 semanas, que me contaron había tenido creciendo dentro mío, ya no estaba allí. Ya no crecía, no se desarrollaba. Y así como me enteré de su existencia, me enteré que dejó de existir.

— No había mucho que pudieras hacer — me dijo una enfermera— No tenía latido.

No entendí porque, pero aquello me destrozó. Lloré como nunca antes lo había hecho.

Siempre quise ser mamá, jamás lo habría sido con León siendo el padre, sabía que el no era la epítome de la estabilidad que una familia necesita. De todas formas saber que ni siquiera pude enterarme de mi primer embarazo antes de perderlo, dolía.

León me intentó consolar como pudo, y al llegar a casa después de haber estado internada solo 6 horas en la clínica, mi "novio", me exigió no contarle de esto a nadie. Las giras de inicios de año empezaban para las bandas en México, por lo que no podía darse el lujo de que esta situación se convirtiera en un problema.

Yo debo de haber sido muy estúpida porque le hice caso. Quizá también fue un poco por vergüenza de haber permitido siquiera que ocurriera el que me haya embarazado de León. El punto es que no le conté a nadie de lo que pasó, y después, cuando ya no le debía nada a León, sentí que era demasiado tarde para hablar.

Mi suerte, al menos, es que me afectó mucho menos de lo que esperaba, mucho menos que enterarme que el mismo León me había contagiado una ETS, por ejemplo. No tengo idea de porque fue así, pero simplemente creo que lloré tanto esas primeras semanas y además de no tener una conexión con ese embarazo, que prontamente dejo de ser un tema que me provocara ansiedad.

—¿Alma?

Alma, marzo de 2016, Santiago de Chile.

Hasta ahora

Estaba completamente ida, pero el llamado de Gabriela hizo que volviera a poner mi atención al ensayo que estábamos haciendo para mi primer concierto en el Teatro Caupolicán.

— Creo genuinamente que es mejor empezar con Quiero Verte más.— dijo la Gabi— Empezamos con fuerza, la gente se motiva y partimos bien.
— Pero es la canción más conocida y movida, siempre es mejor dejar ese tipo de canción a la mitad del show, para que la gente no pierda energía.— argumentó Ingrid.

Ambas me miraban, como esperando que yo resolviera aquel conflicto.

— Eh, yo creo que en esta la Chinita tiene razón.— dije — Necesitamos quiero verte más pa prender a la gente entre medio.

Todas asintieron.

— ¿Todo bien, Almi?— preguntó Gabi

Yo la miré y asentí.

— Sí, no te preocupes, solo me distraje un momento.

Ojalá fuera así, y el recordar toda esta situación fuera solamente otra de esas situaciones en las que mi cerebro me sabotea, rememorando los peores momentos de mi vida.

La realidad era que León me había contactado. No nos habíamos vuelto hablar desde que terminamos, pero ayer me había llegado un mensaje a Facebook en el que me pedía perdón por cómo actuó en ese momento.

Si bien no iba a negar que era bueno tener una especie de cierre a toda la situación con León, reavivar esa memoria me afectó más de lo que creía que pudiera ser posible.

Estaba bien, no estaba deprimida, pero si pensativa y distraída, estados en los que no me podía permitir estar en el preciso momento en el que debo de preparar el concierto más importante de mi carrera solista hasta ahora.

Decidí que ignoraría por completo mis sentimientos hasta que acabara el día, así no tendría tiempo para pensar en ello y podría destinar toda mi concentración al concierto.

Entre la Javi, la Ingrid y la Gabi me preguntaron otras cien veces si me pasaba algo. Pero aunque odie tener secretos que solo yo sé, prefiero dejar este así como está, y no tener que contarle jamás a nadie que esto ocurrió.

Llegué a la casa esa noche, bastante tarde. Quedaban solo 2 días para el concierto así que tenía que dar todo de mi.

El Álvaro estaba ya durmiendo. Antes solía esperar a que llegara para que le comentara cómo había ido el ensayo, pero dese hace un par de días que no logra quedarse despierto, pues él también tiene mucha pega con la banda, pues se encontraban armando su disco de regreso.

Lo entendía, no quería que se quedara despierto solo por mi, pero él lo intentaba de todas maneras.

— Varo, amor.— le susurré — acuéstate debajo de la sábana.

Apenas se movió, aún dormido, y se arropó. Yo sonreí al ver su intento de esperarme.

Ojalá pudiera decirle lo que me pasó, ojalá pudiera juntar el valor de contarle que desde hace 3 años vengo ocultándole lo que ocurrió.

Y así poder compartir la carga de este secreto, que llevarlo sola me está volviendo a costar.

Las cosas que cambié y dejé por ti ~ Los BunkersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora