5 - Los Niños se Mandan a Pedir

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—¿Me prestas tu ducha?

Hizo una mueca. Chase cambiaba muy rápido de tema. O al menos en parte: todavía no le había explicado porqué la gente fuera de la ciudad ahorcaba a otros mientras tenían sexo, pero aun la veía como ella a una rica pizza después de un día agotador.

Eso la hizo removerse.

—Si, está por allá —respondió. Abrió del todo la puerta de su habitación y señaló al final del pasillo, donde estaba el baño. El suelo de su casa era café claro con paredes color crema. Había algunos acabados decorativos a lo largo de los muros, que le llegaban a la altura del pecho. Cuando Chase se asomó, se dio cuenta que a él apenas le alcanzaban las costillas.

Ella le llegaba solo al hombro.

—¿Y serías tan amable de prestarme una toalla? —escuchó. Levantó la vista, notándolo recostado en el marco de su puerta con los brazos cruzados. Él la seguí viendo como ella a la pizza.

—¿Por qué? —soltó, casi sin darse cuenta. Frunció el ceño al notarlo. El tono había sido un poco... crudo.

Chase enarcó una ceja, sorprendido.

—Porque necesito secarme con algo, guapa. No es que me moleste modelar para ti al desnudo, pero no tiendo a hacerlo antes de la primera cita.

—¿Qué es una cita? —preguntó. Otro término que no entendía.

—Oh, genial —masculló. De repente había pasado de estar feliz a sostenerse el puente de la nariz con una mano. Bess no supo interpretar ese gestó—. No sabes qué es una cita, no sabes qué es ahorcar en el sexo... —Levantó la cabeza—. Tú y yo vamos a tener una seria conversación cuando salga de ducharme, ¿ok, guapa?

—Tampoco me haz dicho qué es eso —agregó, haciendo un puchero con los labios. Dio media vuelta, dirigiéndose al armario al otro lado del pasillo. Abrió ambas puertas, tomo una toalla y volvió con ella entre las manos—. ¿Todavía la quieres?

—¿Qué otra cosa no te he explicado? —respondió Chase, sin prestarle atención al objeto.

—No me has dicho qué significa guapa —dijo. Se sintió un poco mal al explicarlo—. Ya te dije que mi nombre es Bess.

Esta vez, él sonrió y eso le provocó un vuelco en el estómago.

—Ah, eso —murmuró. Durante varios segundos se mantuvo en silencio, observándola directamente desde su altura, casi como analizándola. Después, fue como si una idea llegara a su cabeza que lo hizo reaccionar—. ¿Cómo le dicen aquí cuando algo les gusta?

Esa no era la respuesta que estaba esperando. Aun así, lo pensó durante algunos segundos.

—Pues, que nos gusta y ya.

Él enarcó una ceja: —¿O sea que no le tienen adjetivos a las cosas? ¿Ya sabes, decir que algo es bonito, hermoso, lindo?

Con eso ya no le gustaba por dónde iba la conversación. Cada que Chase hablaba, utilizaba palabras que no conocía, causando más preguntas que respuestas. Y para variar, ahora necesitaba una palabra para describir como se sentía, pero no la encontraba.

Talvez él conociera alguna, aunque se lo preguntaría en otro momento. En ese instante, resumió todo en una sola: —No.

Se dio cuenta que esa respuesta no lo sorprendió.

—Bueno, ya lo suponía —dijo. Alzó la mano, intentando tomar la toalla. Bess se alejó—. Oye...

—¿Sabes qué las cosas se piden por favor? —objetó. Era lo que venía esperando que él dijera desde que había agarrado el objeto. Que no lo hubiera hecho la hacía enojar. Mucho. Nunca se había topado con alguien así, tan... tan...

AUSTERAWhere stories live. Discover now