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Enzo abrió sus ojos con lentitud, siendo encandilado por una luz y sintiendo un peso extraño sobre sus pies.

Su mente todavía no procesaba lo que sucedía a su alrededor, por lo que con la mano que tenía libre se resfregó los ojos para despegárselos y ver mejor.

Sólo cuando bajó la vista y vio la nuca de Julián junto con su espalda pegada a su pecho fue consciente del lugar en el que estaba.

En el departamento del mayor, durmiendo juntos en el sillón, con su gato a sus pies y su brazo apretando la cintura de Julián.

El nombrado pareció despertar de a poco, moviéndose levemente y quedando completamente quieto al ver que estaba en su sillón en lugar de su cama, y con alguien abrazándolo.

–¿Juli? ¿Estás despierto? –preguntó Enzo, con su voz ronca sobre la nuca del castaño, haciendo que sienta un escalofrío. Se incorporó para mirarlo mejor y darle más espacio para que también se mueva.

–Sí... –dijo con un bostezó atravesado, acomodándose en el sillón.

Los dos se sentaron en el mismo, el gato de Julián automáticamente se metió entre ellos en busca de cariño, los dos acercaron su mano al michi al mismo tiempo, causando que choquen sin querer. Se miraron sonriendo y empezaron a mimar al pequeño felino que recibió gustosamente sus caricias, ronroneando y restregando su carita en la rodilla de Enzo.

Julián observó a Enzo más detenidamente mientras mimaba a su gato y sonrió chiquito. El morocho notó su ojos sobre él y levantó su mirada para corresponderle.

–Buen día –saludó.

–Buen día... –le respondió Enzo, completamente embobado por la carita de dormido que tenía Julián, los ojos medio pegados y los rulos despeinados.

Julián se paró y se estiró un poco, notando como los ojos de Enzo no se despegaban de él.

–Voy al baño, tengo un aliento a culo terrible –aclaró, tan sutil como de costumbre, dirigiéndose al pasillo para entrar al cuarto de baño a su izquierda. –Después podés venir si querés –le gritó desde adentro.

Enzo le respondió afirmativamente y cuando Julián salió secándose la cara con una toalla de mano, él pasó murmurando Permiso en lo que entraba al baño. Se lavó la cara, hizo sus necesidades y se enjuagó un poco la boca con pasta dental porque no tenía su cepillo y tenía gusto feo en la boca.

Salió y se encontró con Julián preparando café en dos tazas, no lo sintió extraño, sino como algo cotidiano. Ellos despertando juntos, preparando el desayuno, con el michi pasando entre sus pies en busca de mimos. Le gustaba.

–Espero que te guste el café porque Paulo se terminó la yerba y no hemos vuelto a comprar –rompió con el silencio Julián, de espaldas al él, apagando la hornalla porque el agua ya estaba caliente y sirviéndola en las tazas.

–Sí me gusta –lo tranquilizó. –Me va a servir porque tengo fiaca todavía –dijo en joda y tomó asiento en la mesa del comedor cuando Julián se lo indicó.

El mayor puso sobre la misma las dos tazas y unas facturas que tenía del día anterior. Se sentó frente a Enzo.

–Primero –dijo Julián luego de beber un largo sorbo de café. –¿Qué hacías acá anoche? Medio que mi cerebro no lo cuestionó mucho cuando llegué y te vi –explicó.

la pizza  | julian x enzoOnde histórias criam vida. Descubra agora