contenido +18. leer bajo su responsabilidad.

Llegaron al edificio de Julián después de esperar casi media hora al Uber, ahora subían el ascensor igual de pegados como estaban cuando se sentaron en el asiento trasero del auto, como si el espacio personal no existiera entre ellos.

Al entrar al departamento y dejar sus cosas sobre la mesita de la entrada, Pepito salió del pasillo para maullarles y enredarse entre sus piernas, especialmente en las de Enzo, de quien el felino parecía haberse enamorado por la manera en la que buscaba su afecto cada vez que Enzo lo visitaba.

—Es que como los dos son negros se siente en familia —le decía Julián cada vez que el menor expresaba lo mucho que el gatito parecía quererlo, Enzo rodaba los ojos y le pegaba despacito en el brazo, fingiendo un enojo que se esfumaba inmediatamente cuando Julián lo agarraba de la cintura para besarlo.

Ahora Enzo se acercó a la alacena en busca de la bolsa de alimento que sabía que guardaban ahí para servirle en su platito vacío, como un acto ya incorporado del tiempo que pasaban juntos.

El gato comió con desesperación causando las risas de los humanos, que lo dejaron tranquilo y se dirigieron entre besos a la habitación de Julián, procurando cerrar la puerta a sus espaldas para que Pepito no los sorprendiera en lo que iban a hacer.

No llegaron a desarmar la cama porque se tiraron así nomás, enredando sus cuerpos sobre el acolchado mientras se iban despojando de sus ropas con calma, recorriendo con adoración cada porción de piel caliente que iban descubriendo en el cuerpo del contrario.

Enzo recostó a Julián sobre en colchón, el mayor le hizo un lugar entre sus piernas cuando se alzó sobre su cuerpo mientras lo admiraba con ojos oscurecidos, Enzo se acercó para besarlo con más calma, como queriendo que ese momento durara para siempre. Ellos dos en la pieza del mayor, rodeados del confortable olor a vainilla de su perfume de ambiente, sobre esa cama que ya conocía como si fuera suya.

Julián no podía dejar de acariciar esos brazos y esa espalda llenos de tatuajes que contrastaban de una manera increíble con su piel virgen, si quisiera, se perdería horas en esa comparación.

—Qué hermoso que sos —le dijo Julián cuando se separaron para tomar aire. La
cara de Enzo estaba a penas iluminada por el velador de la mesita de luz pero igual pudo apreciar cómo se sonrojó con intesidad porque normalmente era él el que lo halagaba con espontaneidad—. Más cuando te ponés todo rojito —a sus palabras le sumó su mano acercándose a la cara de Enzo para pincharle una mejilla caliente.

—Callate que me pongo nervioso —. Enzo no podía entender cómo no le salían a él los halagos ahora, que tenía a Julián debajo suyo con las piernas abiertas y expectante a lo que quisiera hacerle, con los labios rojos e hinchados de tantos besos que se habían dado.

—Me encanta cuando te ponés nervioso también —volvió a halagarlo, la única manera que Enzo encontró para callarlo y que su cara no explote fue volviendo a besarlo y bajar su mano a la entrepierna de Julián cubierta sólo por su bóxer, apretando la semi dureza que tenía allí y haciendo que jadee en su boca.

Le sacó la ropa interior y escupió en su mano para empezar a acariciarlo con mayor destreza, las caderas de Julián embestían inconscientemente la mano de Enzo a medida que sus gemidos aumentaban en volumen.

Enzo bajó por su cuerpo, besando cada recoveco del mismo, hasta quedar con la pija de Julián frente a su rostro y no dudó un segundo en llevársela a la boca. Lamió repetidamente la punta y succionó antes de empezar a bajar con experiencia, los sonidos que soltaba Julián lograron terminar de endurecerlo y lo motivaron a cabecear con determinación.

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⏰ Last updated: May 02 ⏰

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la pizza  | julian x enzoWhere stories live. Discover now