Capítulo 12

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Aome se puso de pie en silencio, cogió su taburete improvisado y lo devolvió al lugar dónde lo había encontrado. Volviendo al sofá, ella tiró ligeramente del edredón sobre Inuyasha, asegurándose de que toda la piel desnuda de su espalda estuviese cubierta, protegiéndolo del frío de la habitación. Decidiendo que ahora él parecía cómodo, atravesó la habitación y se sentó en el único sillón reclinable. La oscuridad había descendido, a la izquierda la vela de lavanda proporcionaba la única luz. Lo suficiente como para proyectar una sombra vacilante en la habitación.

Su mirada se desvió automáticamente a la protuberancia platinada en el sofá.

¿Cómo voy a alejarme de esto, de él?

Ella no tenía fantasías del mundo parándose e Inuyasha llevándola a su castillo para vivir felices para siempre. Desafortunadamente, el mundo real, aunque en un segundo plano por ahora, mostraría su horrible cara más temprano que tarde. Sus padres estarían volando mañana y ella tenía que volver a casa. Si no podía pasar el resto de sus vacaciones con su familia en Nebraska o con Inuyasha, entonces probablemente volvería al trabajo. No tenía sentido gastar sus vacaciones sentada en casa sola, aburrida y deseando lo imposible.

Inuyasha suspiró en sueños, haciendo que arrastrase su atención de vuelta a él. El hombre que conoció hace cuatro años había cambiado, crecido, y entrado en el papel de un héroe. Su lesión no le restaba ni a su apariencia ni a sus habilidades en lo más mínimo. Pero ella sabía que él todavía luchaba por adaptarse, por aprender a vivir con su prótesis y qué limitaciones vendrían junto con ser un amputado. Una buena dosis de miedo y preocupación habían brillado en él como si se preparase a sí mismo para su rechazo o comentarios crudos. Él nunca tendría que preocuparse de que una cosa así sucediera, no con ella.

Para ella el hombre que había visto en la clase de baile había sido el hombre más hermoso que había conocido en su vida, por dentro y por fuera.

Él le habló brevemente de la rehabilitación en el Walter Reed, entonces se negó a hablar después de su oferta de un lugar para alojarse durante su tratamiento. Claro, su madre llamó y les interrumpió, pero el hecho de que él no volviese al tema dolió. ¿Pensaba él que iba a darle la espalda? ¿A irse y no querer volver a verlo?

Agarrando una manta de la silla, la arrojó sobre sí misma, metiendo las sábanas alrededor de su cuerpo tembloroso. Siendo honesta, a ella le encantaría volver al sofá extra grande, extenderse a lo largo de Inuyasha, y descansar su cabeza en su pecho mientras su latido constante la adormecía. Ella podría acostumbrarse a abrazar a Inuyasha. Deslizándose por debajo de su cama, acurrucándose, para después compartir el calor de sus cuerpos de una manera antigua para calentarse. Una cosa podría llevar a la otra hasta que ambos hubiesen tirado sus ropas, permitiéndole a ella explorar cada delicioso centímetro de él.

Tocarlo.

Probarlo. Amarlo.

¿Amor? Wow Nelly. Hablando de poner el carro delante del caballo. Por mucho que ella quisiera tener una relación con Inuyasha, ella no tenía ni idea de cómo se sentía él. Seguro, él le había ofrecido un refugio durante la tormenta. Siempre había sido considerado con ella de esa manera cuando iban a la universidad juntos. Pero las cosas habían cambiado. Ambos tenían vidas, vivían en ciudades diferentes. Incluso si ellos querían darse un intento como pareja, tenían algunas dificultades que superar.

En primer lugar, aunque ella había salido con un puñado de hombres, ninguno de ellos había logrado mantener su interés por mucho tiempo, y ciertamente ninguno la había atraído a más intimidad que un par de besos. Ella llevaba una actitud anticuada, creía que el sexo debía ser con la persona que amaba y aquella que le devolviese los sentimientos. Con toda honestidad, había comparado a todos aquellos hombres con Inuyasha durante los años, como si fuese su estándar de todo lo que quería en un hombre. Cuando todo el mundo se quedó corto, ella simplemente permaneció virgen esperando el amor del hombre correcto.

Aome resopló. Ella había tenido un enamoramiento con Inuyasha desde el primer día de bailes de salón, soñando con él enamorándose de ella, cómo ellos podrían estar juntos hasta que se graduase, entonces ellos se mudarían a algún lugar agradable para pasar el resto de sus vidas juntos.

Como la mayoría de las fantasías, su burbuja explotó cuando él se fue y no volvió nunca. Ahora el destino le había dejado caer en su vida una vez más, y ella no sabía qué hacer. Su cabeza la alertó de la angustia inminente si ella ponía todas sus opciones en Inuyasha. Por otra parte, su corazón le imploraba intentarlo. Después de todo pocas personas recibían segundas oportunidades en la vida. Una tercera oportunidad no tendría lugar.

Cansada e insegura, cerró los ojos y escuchó la suave respiración procedente del sofá a unos pasos de distancia. Lentamente, el sueño, la reclamó, llevándola a sueños de matrimonios, niños y un esposo alto, platinado y de hombros anchos que respondía al nombre de Inuyasha.

El Largo Camino a Casa | Adaptación (InuKag)Where stories live. Discover now