Capitulo 4

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-¿Estabas haciendo algo importante? -preguntó JiSoo, su tono cargado por las lágrimas, aunque hacía horas que habían dejado ya de caer.

Estábamos sentados junto a la cama de mi madre, esperando a que muriera. No me parecía el momento adecuado para admitir que había estado en casa los últimos tres días, bebiendo y tratando desesperadamente de no pensar en un sacerdote sexy en particular.

-No -le aseguré-. Y aunque lo hubiera estado, nunca estoy demasiado ocupado para ti.

-Sé que no quieres estar aquí -dijo-. Pero no podía quedarme aquí sola.

-No me importa estar aquí -dije-. Pero no puedo dejar de notar que tu marido no está.

-Está en casa con JiWoo -respondió, en un tono severo.

-Y la niñera -le recordé-. Para eso le pagas.

-Jin, por el amor de Dios, no lo hagas, ¿vale? No puedo... no voy a hacer esto contigo ahora mismo.

-¿Hacer qué? -Pregunté, sorprendido por su enfado. Que yo criticara a su marido no era nada nuevo.

-Cada vez que estás molesto, tú buscas pelea -me espetó-. Como si la ira fuera la única emoción que se te permite sentir o algo así.

-Me pregunto de dónde habré sacado eso -murmuré, mirando a la cama de mi madre.

-Lo sé -dijo JiSoo, cogiéndome la mano con la suya-. Pero no puedo hacerlo esta noche.

-Vale -dije-. Me detendré.

-BoHyun llegará dentro de un rato -añadió-. Quería acostar a JiWoo antes de venir.

Viendo que eran casi las once de la noche, parecía que ya debería haber llegado. Pero ella lo sabía, y no le iba a ayudar que yo se lo señalara. Ella quería que lo dejara, así que lo dejé.

El médico entró y empezó a leer algo en uno de los monitores conectados a mi madre. Asintió con la cabeza y luego se volvió y nos dedicó una sonrisa triste.

-Me temo que no falta mucho -dijo-. Si quieren que haga subir a un sacerdote de la capilla para que haga los últimos honores, estaré encantado de hacer una llamada.

-No -dijo JiSoo con un resoplido-. Vendrá un sacerdote de la familia, si le parece bien.

-Por supuesto -dijo el médico-. Volveré dentro de un rato. Por favor, avísenme si alguno de ustedes necesita algo.

Salió de nuevo de la habitación y JiSoo empezó a rebuscar en el bolso, sacando el teléfono y marcando.

-Mierda -siseó, mirando el teléfono con cara de asco-. Nadie va a contestar tan tarde.

-Llamaré a JungKook -le dije, poniéndome de pie para sacar su tarjeta de mi cartera.

-¿JungKook? -Enarcó una ceja y me dedicó una sonrisa irónica-. Oh, Dios, Jin. Tú no estás...

-Somos amigos -la corté-. O algo así. No digas nada. ¿Estás bien aquí sola por un minuto?

Asintió con la cabeza y salí al pasillo para marcar el número de celular de la tarjeta de JungKook.

-Padre Jeon -contestó al segundo timbrazo.

-Padre, soy Kim Seok Jin -le dije.

-¿Cambiaste de opinión tan rápido? - bromeó-. Resulta que soy un buen sacerdote.

-Eres un buen sacerdote -le aseguré-. Pero no te llamo por eso. Necesito un favor. -Tomé una profunda bocanada de aire y la solté lentamente antes de continuar-. Sé que es tarde, pero ¿podrías venir al hospital Saint Mary? El médico dice que no es probable que mamá pase de esta noche, y JiSoo te agradecería que vinieras a hacer lo que sea que hacen ustedes antes de que muera un católico.

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