parte uno

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Lalisa conocía de toda su vida a Jennie

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Lalisa conocía de toda su vida a Jennie. Desde el momento más antiguo que puede recordar ahí siempre estuvo Jennie, pero no como la clase de amiga que ella siempre solía ver con el resto de sus compañeros en la escuela, en las películas o lo que sea que fuese.

Lisa y Jennie tenían una extraña relación de amor y odio, de tira y afloja. No importaba lo mucho que ambas chocasen, reduciéndose en algunas ocasiones a agresiones físicas inofensivas, jalándose la una a la otra el cabello, picando con rudeza sus mejillas, colocando el pie en el camino de la otra para que cayesen, porque al final no podían vivir sin la otra a su lado. Sus infancias estuvieron repletas de risas, de discusiones sobre que las flores amarillas eran mucho más bonitas que las lilas, o también de Jennie jalando del cabello a otros niños por haber estado molestando a su Lili.

La primaria fue literalmente una montaña rusa para ambas, pero la secundaria y preparatoria fue aún más impresionante.

A los quince años ambas se presentaron como omegas para su sorpresa y la de sus familias.

¿Cómo es posible? Jennie siempre se comportó como una alfa. —era lo que se cuestionó más de una vez aquel día Lisa, pero a Jennie no le importaba. De algún modo, nada cambió para Kim al saber su naturaleza, pero sí cambió algo al saber de Lisa.

Ambas eran omegas, pero su instinto protector y un poco posesivo se alzó furiosa con su Lili.

Desde la presentación, muchos alfas estuvieron acercándose a ambas omegas, sin embargo, Jennie no tardaba un segundo en interponerse sin importar que los otros sujetos le sacasen una cabeza de altura y lucieran intimidantes, porque de algún modo, la idea de que alguien más tocase a Lisa la volvía loca de celos.

—¿Mamá? —preguntó una tarde Kim, recostada casi sobre la mesa de la cocina viendo a su madre cocinar, aquella que tarareó hacia ella esperando que siguiese—. ¿Por qué... Por qué no puedo apartarme de Lisa?

—¿Por qué es tu mejor amiga y la quieres mucho? —preguntó confusa la mayor, deteniéndose un segundo a mirar a su hija.

—No... Literalmente siento que sin Lisa... —alargó el silencio, no sabiendo si las palabras serían correctas, pero al pensar en ese instante en una vida sin Manoban, supo que serían las ideales—. Sin Lisa yo no sería la misma.

Su madre la observó preocupada y no supo por qué, tampoco volvió a tocar el tema con ella, pero si buscó respuestas por otros lugares.

Una tarde después de las clases se hallaba ansiosa, moviéndose de lado a lado fuera de la oficina de su profesor de biología, no sabiendo si sería el lugar indicado para recurrir, pero no conocía a nadie más que supiera tanto de alfas y omegas como ella.

Con duda y temor, tocó la puerta esperando una respuesta que no tardó en llegar.

—Pase.

Una vez dentro suspiró un poco más aliviada por la sonrisa amable de su maestro, indicándole que tomara asiento.

de omegas y alfa ↬ jenlichaengWhere stories live. Discover now