08: ¿verdad o reto?

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—¿Te parece si vamos a esa fiesta? —preguntó Keyla.

—Normalmente era yo la de las invitaciones, uhh ¿qué cambio Key?

—Es una invitación de Samuel, además, te conviene.

—Te escucho.

—Ahí estará el equipo de natación, y muy probablemente, William.

Eso hizo que mis ojos se alumbraran. Dejé mi bebida a un lado. Estábamos en la cafetería que ambas solíamos frecuentar, cuyo nombre era "Coffie". Habíamos salido un poco temprano de la universidad.

—Bueno, claro que iremos, pero ojo, quiero dejarlo claro, voy por ti, querida amiga —aclaré.

—Aja...

—Tú sabes que te quiero.

—Si tú lo dices.

—Eres tan fría, yo que soy tu mejor amiga, no pude ablandar ese corazoncito, espero y Samuel...

—Tú y tus disparates —me interrumpió—, además es obvio que vas por William.

—¿Celosa, Keyla?

—Obvio no.

—Porque en ese caso yo puedo decir que vas por Samuel —ataqué—, mi Key me cambio por un chico.

—No bromees, nunca haría eso, Liz.

—Tu siempre tan linda —dije y le apreté los cachetes.

—Si sigues haciendo eso, cambiare de opinión.

Deje de hacerlo. Keyla me dijo que la fiesta seria esta noche. ¿Ocasión? Nada especial, solo era una de esas fiestas que hacen los universitarios para divertirse. Ella me ofreció ir a su casa para cambiarnos, ella me prestaría el vestuario y los zapatos. Llamé a mamá para pedirle permiso, ella siempre me decía que sí, dijo que tuviera cuidado y esas cosas.

Llegamos a su casa, no había nadie, subimos al cuarto y Keyla comenzó a sacar ropa de su closet, indecisa.

—¿Cuál crees que sería mejor para mí, Liz?

—Ese de ahí —señalé un vestido largo de color azul marino, que constaba de una sola manga y era abierto desde el muslo hasta abajo.

—Dale, me lo probaré, tu escoge la prenda que quieras.

Termine escogiendo un short y una blusa manga larga. Keyla terminó de medirse el vestido, y le quedaba espectacular, mejor dicho, todo lo que se ponía, así fuera un saco de basura, le lucía genial. Nos dejamos el cabello suelto y solo nos aplicamos un poco de crema de peinar.

—¿Lista? —preguntó.

Asentí.

Fuimos al lugar, era bastante grande desde afuera. Entramos, ya había mucha gente. El lugar constaba de una sala bastante amplia que, tenía una escalera que daba lugar al siguiente piso. A mi lado derecho la pared tenía una ventana transparente que me dejaba ver la piscina y, del lado izquierdo, podía visualizar el jardín.

Ron se nos acercó.

—Dichosos los ojos que las ven —dijo—. Tú debes ser Keyla, ¿cierto?

—Exactamente.

Ron la miro de abajo hasta arriba y dijo:

—Ese vestido te queda brutal.

—Gracias.

Luego se dio cuenta de mi presencia y dijo:

—Tú también, Liz.

Voltee los ojos, divertida.

Inevitable no mirarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora