DOS

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Viktoria

Oxford está a 1h de Londres en coche, así que a las seis de la tarde ya estábamos en nuestra nueva casa.

Inspecciono el piso. Es grande. Tiene una gran sala compuesta por salón, comedor y cocina americana. Hay dos pasillos. Uno va hacia la derecha y otro hacia la izquierda. Dos habitaciones en un lado y otras dos en otro. Yo me instalo en el lado derecho de la casa mientras que Luke y Marcia lo hacen en el izquierdo. Se instalan en habitaciones separadas, aunque sé que eso no durará mucho. Solo agradezco que mi habitación esté al otro lado del piso para no tener que escuchar cuando estén juntos. Desempaco la ropa y la guardo entre el armario y la cómoda.

Saco mi portátil y me pongo a revisar toda la información y el contrato para mi nuevo trabajo. Comienzo en dos días. También tengo que ver qué hago con mi piso de Oxford. Creo que lo venderé porque no tengo intención de volver allí. Intento estar lo más distraída posible firmando el contrato para el laboratorio y mandándolo de vuelta por email. Busco una obstetra para que lleve mi embarazo. No son baratas, pero con el seguro del trabajo me hacen una pequeña rebaja, que agradezco muchísimo.

Finalmente me quedo con la Doctora Agatha Mitchell, tiene su clínica cerca de casa lo que me hará ahorrar en transporte público hasta que la empresa de mudanzas traiga mi coche. Marcia llama a mi puerta para avisarme que saldremos a cenar y luego iremos al supermercado para abastecer la despensa y la nevera.

Me doy una ducha rápida y me paro frente al espejo. Observo detenidamente mi reflejo. Tengo los ojos hinchados y rojos. Sigo bajando la vista hasta llegar a mi vientre, lo acaricio suavemente y las lágrimas amenazan con salir.

-Bebé, tú y yo estaremos siempre juntas. Te prometo que voy a cuidarte y amarte para que nunca te falte nada. Voy a luchar por las dos. Y ahora estoy hablando como si fueras una niña igual que tu tía Marcia.

Me vuelvo a mirar a la cara en el espejo, comienzo a reírme.

Termino de secarme el pelo y vestirme. Cuando salgo de mi habitación, Marcia y Luke están cogidos de la mano mientras se susurran cosas que no oigo. Me ven e inmediatamente se separan a la velocidad del rayo. Me siento mal por ellos, sé que lo hacen por mí, pero no tienen que ocultar lo que sienten el uno por el otro.

Salimos de casa a las 18:50h, paramos en el restaurante más próximo a casa, también está cerca del supermercado. El piso es bastante céntrico. En realidad, es genial. Es un piso precioso, grande y bien ubicado. Creo que no necesitaré mucho mi coche. Nos sentamos en una de las mesas vacías. Pedimos comida para los tres. Luke pide una hamburguesa con queso, bacon y patatas fritas. Marcia lo mismo que él. Yo pido una hamburguesa pequeña con queso y patatas fritas.

-Tienes que comer más. No solo debes alimentarte a ti sola- me dice Marcia.

-No tengo mucho apetito- contesto encogiéndome de hombros.

-Entonces ¿vas a tenerlo?- pregunta Luke.

-Por supuesto que sí. El bebé no tiene la culpa de nada y tampoco pidió venir al mundo.

-Tú tampoco lo pediste- espeta- Tienes que tener en cuenta que esto te une a ese desgraciado de por vida. ¿Y si intenta volver algún día? ¿O y si te lo quiere quitar? ¿Estás dispuesta a pasar por todo eso?

-No va a volver y tampoco me va a quitar a mi bebé. Me lo dejó bien claro Luke- digo enfadada mientras me levanto- Tengo que ir al baño.

Me apresuro a entrar en el baño para vomitar. Me arrodillo en el suelo frente al inodoro y suelto lo poco que tenía en el estómago. Las arcadas no cesan, aunque ya no vomito nada. Me levanto, me lavo las manos y me enjuago la boca con agua del grifo. Me miro en el espejo y me veo pálida. Supongo que es normal. Acabo de vomitar mi alma entera. Vuelvo a la mesa y me siento ante la atenta mirada de Marcia y Luke.

-Lo siento. No quería hacerte enfadar. Solo me preocupo por ti- dice Luke.

Solo asiento y me pongo a divagar con el móvil. No miro nada en concreto, pero no tengo ganas de hablar con nadie. El camarero vuelve con la comida y devoro la hamburguesa. Marcia me pide otra y hago lo mismo. Luke paga la cuenta mientras Marcia y yo lo esperamos fuera.

-No tenéis que esconder vuestras muestras de afecto de mí- le digo a Marcia mientras miro al suelo.

-No queremos incomodarte.

-Me incomodáis más si os escondéis. Me han roto el corazón, sí. Pero eso no es problema vuestro. Es mío y tengo que superarlo.

Luke sale y no le da tiempo a Marcia para contestar. Caminamos hasta el supermercado en silencio. Marcia y Luke van detrás de mí. Miro hacia atrás por encima de mi hombro y veo a Luke con el brazo por encima de los hombros de Marcia. El corazón se me encoge y duele. Pero ellos merecen ser felices. Vuelvo mi vista al frente buscando algo, no sé qué.

Llegamos al supermercado unos minutos más tarde. Doy vueltas por los pasillos hasta encontrar el congelador de los helados. Cojo dos tarrinas. Una de helado de vainilla y la otra de stracciatella. Los dejo en el carro. Me quedo fijamente mirando una caja de condones. Miro a Marcia que está sonrojada, nunca la había visto así.

-Asegúrate de que no estén caducados- le digo sonriendo.

Marcia relaja los hombros y comienza a reírse. La sigo en la risa, noto que la gente empieza a mirarnos como si estuviéramos locas.

-¿Qué os pasa?- pregunta Luke cuando se acerca a dejar comida en el carrito de la compra.

-Nada cosas de chicas- contesta Marcia a duras penas mientras a mí se me saltan las lágrimas de la risa.

-Estáis locas ¿lo sabéis?- responde Luke.

Marcia y yo nos miramos y la risa se apodera de nosotras. Creo que este es nuestro modo de soltar la tensión acumulada del día y es mejor que llorar de pena.

 Creo que este es nuestro modo de soltar la tensión acumulada del día y es mejor que llorar de pena

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Deteniendo el tiempo #2Where stories live. Discover now