•Capitulo 10: Hyunjin

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Me pasé una mano por la mandíbula mientras salía de la ciudad. Había dejado a Felix al cuidado de Seungmin, aunque le había advertido que no pusiese un solo dedo en él. Él quería saber a dónde iba a ir, incluso pidió ir conmigo. Sonreí mientras recordaba la forma en que me había mirado. Un momento, había querido matarme a sangre fría con mi propia arma; al siguiente, estaba preguntando por qué tenía que quedarse atrás. Todo un personaje.

La carretera abría camino a un campo de golf a la izquierda. Hacía demasiado frío para que los idiotas ricos estuvieran haciendo ruido en sus carritos de golf, aunque los campos parecían inmaculados. Tomé un sorbo de café negro en mi taza de viaje y continué por la carretera, las casas se hacían más grandes mientras pasaba.

Arthur no vivía en la ciudad. Tenía una casa en Insadong donde llevaba a sus amantes, pero su residencia principal estaba en un rico suburbio de Dong- Har.

Esquivé el campo de golf antes de girar a un largo camino privado. Un césped marrón se expandía a cada lado, el césped estaba cubierto con árboles maduros y el paisajismo se fundía en un cerco más grueso cerca de los bordes de la propiedad.

Más árboles estaban conectados con vigilancia. Bangchan se enorgullecía de saber cada vez que tenía invitados, queridos o del otro tipo.

Desaceleré mientras me acercaba a la mansión. Tenía tres plantas de altura y tenía muchas alas. Había una rotonda al frente, con la letra "B" con plantas escalonadas en el centro. La rodeé y estacioné al lado del garaje para cinco autos.

La mañana había amanecido fría y soleada, la nieve de la noche anterior estaba asentada en el césped y en los autos estacionados. Me abotoné la chaqueta del traje mientras subía los escalones delanteros. La puerta marrón oscuro se abrió frente a mí, y Mark, uno de los primos de Bangchan, me hizo señas para entrar.

―Hyunjin, ¿cómo estás, hombre?

Mascullé una respuesta evasiva:
―¿Tú?

―No puedo quejarme. ―Dirigió la mirada a la oficina de Bangchan―. Claramente no puedo. ―Pasó el pulgar por dentro de su tirante, un movimiento lleno de nervios y preocupación.

Me quité los lentes de sol y los guardé en el bolsillo interior de mi chaqueta. Con la punta del dedo rocé la culata de mi arma. Consolándome con la forma del frío metal. Mi instinto me decía que estaba sucediendo algo, aunque estreché la mano de Mark como si no estuviese pasando nada. Podía tumbarlo en dos segundos si podía presentarse la necesidad. De todos modos, no me gustaba el ambiente en la casa; el aire calmado, el silencio, la capa de sudor que cubría el labio superior de Mark.

―Te está esperando. ―Mark cerró la pesada puerta de entrada de golpe.

Di un paso y él se movió para seguirme detrás. De ningún modo.

―Ve delante. Te seguiré. ―Señalé la oficina con un movimiento de barbilla.

―¿Qué? ―Me dio una sonrisa tensa―. ¿No confías en mí?

No le devolví la sonrisa o respondí su estúpida pregunta. En cambio, analicé cada tic de sus dedos y el miedo en sus ojos. No era bueno.

―Está bien. Por Dios. ―Caminó delante de mí, sus zapatos baratos golpeaban contra el suelo de mármol del vestíbulo.

Me picaban los dedos por mi arma, pero me aguanté. Mejor ver el estado de las cosas que hacer un movimiento del que me arrepentiría. No podía pensar solo en mí mismo. Ahora Felix estaba involucrado en esta mierda. Si salía mal, necesitaría sacarlo fuera de la ciudad.

No se me había dado un motivo para esta reunión, pero podía suponerlo. Las palabras viajaban rápido, especialmente cuando involucraba jugadores poderosos en la clandestinidad. Tenía que aclarar todo lo que hice en Teheranno con Bangchan. Y si Jeon sobrevivía, necesitaría conseguir la orden para acabar con él para siempre.

The Protector // Hyunlix Where stories live. Discover now