•Capitulo 21: Hyunjin

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No merecía su confianza, no merecía la mirada en sus ojos mientras me miraba a la luz del fuego. Pero la tomaría. Su confianza era como una pequeña flama, una que se movía y amenazaba con apagarse. La alimentaria, le daría lo que necesitaba para arder brillante, y la mantendría a salvo.

Descansó su cabeza sobre mi pecho de nuevo y sus dedos recorrieron mi abdomen.

―Ya te he dicho más de lo que le he dicho a nadie. ―Su suave voz crepitó en mi corazón y se acurrucó ahí.

Necesitaba saber todo de él, lo ansiaba más que mi próximo aliento.

―Comencemos con el punzón que hiciste y cómo aprendiste a pelear. Esas no parecen las habilidades de un florista promedio.

―No lo son. ―Suspiró.

―¿Necesito contarte otra historia triste de mi papá para hacerte hablar? ―Sonreí cuando sentí sus labios curvarse en mi pecho.

―¿Entiendo que tienes una lista?

―Tengo millones. Qué tal de la vez que tenía nueve años: me dejó en casa solo durante una tormenta de nieve; no había luz, y dos hombres vinieron a buscarlo. Querían usarme como carnada.

Se mordió su labio.

―¿Qué pasó?

―Papá vino a casa. No fue un buen día para esos tipos. ―Arrastré mi dedo por mi cuello para ilustrarlo.

Su escalofrío me llegó, y lo apreté más fuerte.

―Estuve bien. No te preocupes.

―No suena bien. ―Pasó su mano por una cicatriz en mi abdomen, sin saber que estaba tocando uno de mis recuerdos de esa horrible noche―. Debió haber sido aterrador.

No mencioné la parte donde papá los ató y los torturó lentamente por amenazar a su hijo. Algunos recuerdos dejan una mancha, una marca indeleble que siempre oscurece el corazón de una persona. Ese incidente fue el primero de muchos para mí.

―¿Ves lo que hiciste? Me pusiste a hablar cuando se supone que eres tú quien va a contar. ―Le di una palmada en el trasero―. Estoy hablando como una virgen en una pijamada antes que hayas contado algo sobre ti.

Sonrió.

―Me gustaría verte de trenzas.

―Lo que sea por ti.

―Mantendré eso en mente. ―Su tono cambió a una burla más seria―. Bueno, supongo que estamos en esto juntos.

―Así es.

―Y parece que no tienes recelos en dejar armas cargadas a mi alrededor.

―Eres el único.

―¿Qué hay de Seungmin?

Me reí, la primera vez que de verdad me reía desde hace mucho.

―No dejaría ni un cuchillo para mantequilla a su alrededor.

Sonrió y se movió contra mí, deslizando su muslo sobre el mío.

Apreté su trasero.

―Quid pro Quo, Clarice.

Soltó una carcajada.

―No inspira confianza, doctor Lecter.

―Gracias a Dios. Si no hubieras entendido la referencia de la película, tendría que haberte echado a patadas al frío.

Sacudió su cabeza contra mí.

―Si me hubieras dicho la semana pasada que estaría en la cama con un asesino hablando sobre El silencio de los Corderos mientras intento ocultarme de la mafia...

The Protector // Hyunlix Donde viven las historias. Descúbrelo ahora