Capítulo 5: Tutor de Matemáticas

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Los teléfonos del aula dieron notificación de la nueva noticia expuesta en la comunidad de la preparatoria, Jake Olsen estaba de vuelta en la escuela. Todos los presentes en el aula de química intercambiamos una mirada, pues sabíamos que nuestro calvario regresaría. La semana sin Jake había sido la más tranquila que había pasado desde mi llegada a la escuela, y, a pesar de las bromas por parte de los amigos de Jake, las mismas no tuvieron del todo la intensidad que lograban alcanzar cuando su líder estaba presente.

Para sorpresa de todos, Jake y su pandilla no molestaron a nadie durante el almuerzo, ni por el resto del día, era sorprendente su comportamiento, casi inaudito y fue de lo único que se habló durante todo el día.

Al llegar a casa, mamá me interrogó sobre el regreso de Olsen a la escuela, y se sorprendió tanto como los demás alumnos de la escuela al contarle lo tranquilo que se había comportado todo el día. Quizás su madre le había dado un calmante, y por eso estaba así, no había otra razón para su comportamiento tan pasivo, no iba con su personalidad.

—Por cierto, Allis, Eduardo envió una caja, está en tu habitación —informó mi madre con una sonrisa de satisfacción.

Corrí a mi habitación con la curiosidad surgiendo por los poros de mi piel. Sobre mi cama había una gran caja rectangular de color rosa con un lazo sobre la misma. En su interior encontré diferentes dulces, habían bombones, galletas, flan, pastel, tartaleta de fresa, cokcakes, y un ramo de rosas rojas. Junto a todo ello había una nota que decía:

"No sabía cuál era tú favorito, así que compré distintos, espero que te gusten. Eduardo"

No podía creer que se hubiera acordado de mi comentario acerca de lo loca que me volvía por los dulces, solo había sido una plática inocente. Acto seguido marqué su número y este después de varios timbres contestó.

—¡Gracias! —Fue lo primero que dije cuando sentí su respiración al otro lado del teléfono.

—De nada, Allis, quise comprarte estos dulces desde que me dijiste cuanto te gustaban —respondió Eduardo al otro lado.

—No debiste molestarte, sé que necesitas el dinero para la universidad —contesté preocupada de que todo esto le hubiese costado demasiado.

—No te preocupes, tenía unos ahorros —replicó este.

Me encantaba su modo generoso de ser, de hecho, era lo que másme gustaba de él. Además de ser complaciente, ya era la segunda vez que me ofrecía una cosa que me gustaba sin recibir o pedir algo a cambio.

—Gracias, nuevamente —dije con una sonrisa— ¿Qué te parece si salimos este domingo después del culto?

—Lo siento, esta semana estaré ocupado, tengo exámenes —comentó con un poco de tristeza en su voz.

—Está bien, entonces nos veremos más adelante —contesté a modo de despedida antes de colgar.

Planeaba hacer algún regalo para Eduardo en agradecimiento por sus atenciones y este retraso me ayudaría a planear algo mejor de lo que habría esperado. Por mi experiencia podía decir que los planes que se realizaban en poco tiempo no salían muy bien la mayor parte del tiempo.

—Allis, ¿qué contenía la caja? —dijo mamá asomando su cabeza en mi habitación.

—Mamá, estoy segura de que ya lo sabes perfectamente —respondí.

Mi madre siempre tenía la manía de revisar todo paquete que llegara a casa, ya fuera de papá o mío, y aquello se había intensificado después de mí incidente de hacía dos años, aunque ya no registraba con la intención de encontrar algo malo, sino por pura curiosidad.

Mamá con una sonrisa me mostró su cuchara declarando que quería flan y no podía negarme, primero, porque era mi madre y no le negaría nada, y segundo, porque desde que tenía cuatro años, yo había aplicado una frase suya que ella misma me había dicho un día y la cual expresaba que lo suyo era mío también, así que ella también había decidido aplicarla, pero en sentido contrario, así como las propiedades de la matemática que tanto me volvían loca o la tercera ley de Newton. Después de tomar su parte del botín, lo cual no había sido mucho (ella nunca tomaba mucho), se marchó dejándome sola nuevamente.

A continuación tomé una foto de los dulces y lo envié al chat grupal que había creado con mis amigas.

Allison: Miren lo que me envió Eduardo 😍🤤.

Heydi: 🥺🤤🥲.

Heydi: Yo quiero un novio así, dónde lo puedo encargar.

Allison: Aún no es mi novio.

Danla: Pero pronto lo será :3

Un buen punto el de Danla, todos esperaban ansiosos que nos hiciéramos novios, aunque solo habíamos salido una vez, sin contar los domingos.

Rebeca: Espero que traigas a la escuela y compartas con tu amiga.

Danla: Y con tu futura dama de honor.

Heydi: Me voy a mudar de escuela para poder comer dulces 🥺.

Alina: Chicas, excepto Heyni, tenemos pruebas próximamente.

Alina siempre tan prudente para recordarnos nuestras tareas y obligaciones.

Heydi: Me siento excluida 🥺.

Allison: Múdate. Adiós tengo que estudiar.

Finalmente me desconecté y con el mayor de los pesares me senté a estudiar, mi único consuelo era que tenía dulces para acompañar el café que me ayudaría a mantenerme despierta.
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No sabía cómo había sucedido, pero me encontraba en la pizarra junto a Jake Olsen, la diferencia entre ambos, él sí sabía como resolver su ejercicio, yo no. No entendía cómo era posible que él tuviera buenas notas en todas las asignaturas y que también tuviera tiempo de molestar a los demás en la escuela, era la primera vez que veía un espécimen así. Olsen finalmente terminó su ejercicio y se sentó en su puesto con una felicitación del maestro, al contrario de mí, que solo me llevé un "Siéntate, por favor" cuando un valiente se ofreció a resolver mi ejercicio.

Al terminar la clase el profesor me pidió quedarme para hablar, lo que, estaba segura, significaría una buena regañina.

—Señorita Smith, he intentado ser paciente con usted, pues sé que es una nueva adaptación, pero es que no hay avance en sus calificaciones —dijo el profesor con calma y serenidad, aunque en el fondo notaba un poco de irritación en su tono; era normal que también estuviera un tanto estresado con mis calificaciones.

—Señor Donald, he intentado mejorar mis notas, pero no me es posible, créame cuando le digo que he dado todo de mí —me defendí. No quería parecer una alumna que no le interesaba el estudio, lo cual era verdad en cierto modo, sin embargo, me esforzaba por salir adelante.

—Es por eso que he decidido que Jake será su tutor a partir de ahora —informó el profesor Donald, y lo miré perpleja entre tanto me preguntaba si él se habría vuelto loco por tantos cálculos matemáticos.

—Pero profesor, usted debe de estar al tanto de lo sucedido con él —repliqué con rapidez. Si Jake estaba tranquilo, para qué remover el avispero.

—Con más razón, así puliran sus diferencias —respondió él con desición.

Intenté convencerlo de que aquello no era lo mejor, incluso, le dije que estudiaría con Alina, que con ella mejoraría, pero fue sin resultado, esa misma tarde comenzaría mis lecciones con Jake Olsen. El profesor Donald no era un hombre que se pudiera disuadir, al parecer no le importaba los problemas que existieran entre aquel chico y yo, él ya había tomado una rotunda decisión.

Durante el almuerzo recibí un mensaje de un número desconocido, aunque me bastó leer el contenido de aquel texto para saber que era Jake.

"Cerdita, nos vemos en la biblioteca a las dos de la tarde. Si llegas un minuto tarde, me voy"

Solté un leve suspiro al leer el mensaje, casi podía escuchar su voz utilizando aquel tono cortante que era tan característico de él para decirme esas palabras. Rebeca soltó una pequeña exclamación llamando la atención de nosotras y entonces vi que había observado mi mensaje.

—¿Con quién te vas a ver en la biblioteca? —inquirió sin dejar que dijera nada.

Danla y Alina se acercaron para ver mi teléfono llevadas por la curiosidad, para mirarme fijamente a continuación, no me gustaban tantos ojos sobre mí.

—El único que te llama cerdita es Jake —Sacó la conclusión Danla.

—¿Qué vas a hacer con él? —añadió Alina simultáneamente.

A veces me parecía que sus mentes estaban conectadas o que ensayaban para hablar, jamás entendería aquellas cosas de gemelos.

Les expliqué a las chicas lo sucedido con el profesor y las circunstancias que me habían llevado a tener a Jake como tutor de Matemáticas en contra de mi voluntad.

—Qué suerte la tuya, amiga —dijo Danla con un tono de ironía y solté un suspiro, ya había pasado por cosas peores, superaría aquello.

Después de las clases me presenté en la biblioteca quince minutos antes de la hora acordada, estaba segura que Jake cumpliría con su amenaza si llegaba un minuto tarde. A las dos en punto con cero segundos llegó él, y me dejó asombrada con su puntualidad, yo, por lo general, llegaba a los lugares con media hora de retraso. Sin saludar, o decir algo más, se sentó a mi lado.

—¿Qué quieres que te explique? —inquirió sacando una libreta junto a un lapicero de su mochila.

—Buenas tardes para ti también —dije para resaltar su falta de cortesía, sin embargo, me ignoró—. Quiero estudiar desde el principio.

Jake soltó un bufido de fastidio, pero comenzó a escribir en la libreta mientras me explicaba las fórmulas de la geometría analítica, y debía admitir que el patán se explicaba muy bien.

—¿Qué fórmula utilizarías si tuvieras que hallar la altura de un triángulo? —inquirió luego de largas explicaciones, y me quedé como procesando la información, tanto, que creí que pronto me saldría el círculito de los juegos con un cartel que dijera "Loading".

—¿La de punto medio? —respondí con un tono que se desplazaba más hacia una pregunta

—No —dijo él llevándose una mano a la cara—. Eres una tonta.

—¿Entonces para que aceptaste ser mi tutor? —respondí a la defensiva.

—El profesor me obligó, de otro modo no habría accedido —comentó Jake cruzándose de brazos—. Llevo una hora explicándote lo mismo, una hora, y aún seguimos en el mismo tema. Tonta.

—Es que no soy buena en mates —me defendí, poniendo los brazos en jarra, odiaba que me llamara tonta.

—Ni tampoco en física, química e imagino que con tu flaca memoria, tampoco te va bien en historia —contestó Olsen y no pude defender, pues era la verdad, solo tenía a mi favor el inglés y la educación física— ¿Eres buena en algo?

—Claro, soy excelente dibujando —respondí mostrando mi fondo de pantalla, que llevaba un dibujo hecho por mí.

—No lo creo —contestó él alzando una ceja.

—Cree lo que quieras, me da igual —repliqué encogiéndome de hombros.

—Aunque fueras buena en dibujo, eso no te salvaría de desaprobar.

En sus palabras olía desafío y aunque no era de dejarme llevar por impulsos, esa vez si lo hice.

—Si apruebo matemáticas, me compraras todo lo yo quiera de comer por un día —propuse—. Si tú ganas será al revés, ¿estás de acuerdo? —añadí extendiendo mi mano hacia él.

—Está bien —dijo estrechando mi mano y así quedó sellado el trato que se veía poco favorable para mí.

Una vez terminamos el repaso, envié un mensaje a Alina.

Allison: Código rojo. Estoy metida en un buen lío. Necesito tu ayuda con matemáticas, debo aprobar sí o sí.

Luz en Oscuridad Where stories live. Discover now