Capítulo 3: Accidente de comida

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—Bien hecho —Elogió el profesor de educación física cuando marqué un punto para mi equipo en el vóleibol.

Di un saltó de celebración por lo conseguido, al menos era buena en esa asignatura. La felicidad duró muy poco tiempo, pues, Katherine, según las gemelas, la novia de Jake, sacó el balón y este chocó contra mi nariz haciéndome caer al suelo. Oí como el profesor marcaba falta para Katherine y la expulsaba del juego, esta protestó ante tal decisión, sin embargo, el profesor la sacó del juego igualmente.

—¿Allis estás bien? —inquirió Alina acercándose mí, que aún permanecía en el suelo.

—Sí, estoy bien —contesté incorporándome mientras me tocaba la nariz, me dolía bastante, no obstante, gracias a Dios, no sangraba.

El profesor se acercó a mí para revisar que estuviera bien para continuar el juego, y luego de constatarlo, continuamos jugando. No era la primera, ni última maldad que me haría el grupo de Jake, ya me habían desaparecido algún libro y encerrado en el baño, y el director no hacía nada contra ellos, mucho menos los estudiantes, los cuales parecían adoraros, aunque en el fondo sabía que no era así, solo les tenían el suficiente miedo para no enfrentarlos.

Al terminar las clases, Danla propuso que fuéramos a tomar un café al Café Don Juan. Me había dado cuenta en la semana que llevaba allí que Danla le gustaba mucho el café, la mayor parte del tiempo traía algo de café de su casa o nos pedía que fuéramos a comprar, aunque no sabía cómo le gustaba tanto, yo solo podía soportar un poco con leche.

—Lo siento, chicas, hoy mamá me pidió llegar temprano a casa —me disculpé, aunque a quien más le dolía esa petición era a mí. Estaba segura de que mi madre me pediría ayuda con la cocina, y eso significaba que posiblemente me tocaría fregar la losa, no entendía por qué mamá nunca había comprado un lavavajillas.

—Buena atrapada con la nariz hoy, cerdita —dijo Jake pasando por nuestro lado con su cínica sonrisa, él despertaba mis malas emociones. Había descubierto que era un chico de pocas palabras, pero si habría la boca era para decir algo destructivo, era peor que Jasper, Katherine o alguno de sus amigos.

«Estúpido», insulté internamente, pero no dejé escapar ninguna palabra de mis labios. Solo actuaba cuando no me quedaba alternativa, si me era posible, prefería ignorarlo, era la mejor estrategia.

Al entrar en la sala de mi hogar escuché la voz de mamá hablar sobre recetas y al acercarme a la cocina vi que estaba siendo grabada mientras hacía un platillo, y lo que me dejó boquiabierta fue que, el hijo de la amiga de mi madre estaba detrás de la cámara.

—Ah, hija, ahí estás —saludó mamá girando su cabeza en mi dirección después de terminar el video—. Invité a Eduardo a comer y mientras te esperábamos, quiso ayudarme con mi nuevo video para YouTube, le estoy muy agradecida —añadió ella parándose junto al invitado mientras sostenía una sonrisa, que dejaba en claro que la señora Elisabet estaba maquinando un nuevo plan.

Mamá se había graduado de un curso de cocina, y fuera de los postres, era excelente cocinando e inventando nuevas recetas. Cuando había sido despedida de su trabajo y quedado embarazada, encontró en YouTube un nuevo hogar y fuente de ingreso, donde tenía muchos seguidores, más de los que alguna vez habría imaginado, incluso había publicado un libro con sus propias recetas, siempre me había sentido orgullosa de lo luchadora que era.

—Hola, Eduardo —saludé con una sonrisa que disimulaba mi sorpresa.

—Hola, Allison, te ves muy bien —respondió él con una sonrisa sincera.

—Gracias —contesté, aunque no estaba segura que mi atuendo para ir a la escuela me hiciera ver tan bien, era ropa bastante sencilla, además, mis cabellos estaban algo desordenados debido al juego de vóleibol y el viento que había tomado en la bicicleta.

Pedí permiso para ir a cambiarme y al llegar a mi cuarto me sentí algo fastidiada, porque tener visitas significaba que no podría ponerme una de mis cómodas piyamas. Después de rebuscar adelante y atrás en mi armario, me puse un vestido que tenía un corpiño negro y una falda blanca con flores del mismo color del corpiño, y me recogí el cabello en una sencilla coleta.

—Hasta que al fin bajas, Alli —susurró mamá acercándose a mí cuando aparecí en la sala nuevamente. Solo había tardado unos veinte minutos en cambiarme, no me parecía tanto tiempo—. Voy a ir a buscar un poco de zanahorias para la ensalada al mercado de la esquina, vigila los frijoles que dejé en la olla, por favor —añadió en voz alta.

Asentí con la cabeza, pero en mi interior estaba nerviosa por quedarme a solas con Eduardo y tener que vigilar los frijoles, nunca en mi vida había cocinado, solo sabía hacer ensaladas y empanadas, mamá era muy celosa con la cocina, por lo que sólo le servía para fregar trastes.

Cuando mamá salió, me senté en el sofá junto al invitado, quien mantenía la vista en el televisor, era la primera vez que nos encontrábamos fuera de la Iglesia y sentía algo de inquietud, empezar conversaciones no era algo que realmente se me diera bien, y más cuando conocía los planes de mi madre.

—¿Has visto la película “La pasión de Cristo”? —inquirí rompiendo el incómodo silencio que se había formado, me encantaba esa película.

—Creo que es la mejor película que he visto, es tan dura, pero nos muestra los momentos que pasó nuestro Señor, incluso vi una reseña en YouTube y la explicaron muy bien en cada detalle. Dio hasta un buen significado del perdón poniendo como ejemplo a Judas, el mayor perdón que puede dar una persona es olvidar algo imperdonable —respondió Eduardo con entusiasmo y me alegré que coincidiéramos en algo.

—Es una peli increíble —concordé.

Comenzamos una conversación muy interesante sobre la película, lo fuerte de las escenas, el hermoso significado, y algunas curiosidades de la misma hasta que la conversación se interrumpió cuando escuché un sonido que anunciaba que los frijoles estaban listos. Me dirigí hacia la cocina para abrir la olla y después de apagarla, giré la tapa, lo que hizo que esta última saliera disparada, ensuciando las paredes de la cocina con frijoles.

Ante la explosión salí corriendo de la estancia a toda prisa, y cuando volví a entrar, me llené de pánico viendo como había quedado todo, pero sin ninguna razón comencé a reír por lo ridículo de la situación, era la primera vez que tenía un ataque de risa.

Eduardo se presentó en la cocina y me miró con asombró al observar todo aquel desastre. La pared toda manchada de carmelita al igual que el techo, y la tapa de la olla en el suelo.

—¿Estás bien? —interrogó él con preocupación.

Asentí sin dejar de reír, había intentado calmarme, pero cualquier palabra me daba gracia.

—Mi madre me va a matar —dije entre carcajadas.

Al final fui hasta al refrigerador y luego de tomar un poco de agua me pude calmar, sin embargo, no tuve tiempo de volver a mis sentidos para poder organizar aquel desafortunado desastre, pues escuché la puerta principal de la casa abrirse e imaginé que era mamá. Mis peores temores se vieron confirmados cuando ella apareció en la cocina. Mamá miró el desorden que había hecho mientras su rostro se volvía cada vez más rojo. Controlándose, le pidió a Eduardo que nos esperara en el salón y este obedeció la orden al tiempo que me observaba con compasión.

Una vez este estuvo fuera de nuestra vista, mamá comenzó a despotricar sobre el desastre y mi falta de responsabilidad con respecto a algunos temas, aunque no era del todo mi culpa, ella nunca me había enseñado lo mínimo para sobrevivir en la cocina.

Le expliqué a mi madre lo sucedido manteniéndome a una distancia de seguridad, pues sabía que cuando ella se enojaba era como un tsunami o una bomba nuclear, una enorme bomba nuclear a punto de explotar. Para salvarme la campana, apareció papá en la cocina, y estuve agradecida a Dios que este hubiera llegado, pues él era mi abogado defensor en esos asuntos. Luego de enterarse de lo sucedido y una pequeña discusión entre ellos, en la que no quise intervenir, llegaron a un acuerdo, que si bien, no era del todo conveniente para mí, era mejor que la muerte.

—¿Qué tal estás? —inquirió Eduardo cuando volví al salón. Era imposible que no hubiera escuchado los gritos de mamá desde allí, pero no dijo nada sobre ello y agradecí que no fuera indiscreto.

—Bueno, estoy castigada, por dos semanas, no puedo salir a ninguna parte además de la escuela e Iglesia, y me tocará fregar la losa cada día sin falta —contesté con pesar, aunque, como ya había mencionado antes, preferiría eso a la muerte.

—Muchos se han suicidado por menos —bromeó un poco Eduardo.

—Créeme, yo valoro mi vida —respondí a modo de broma, pero sabiendo perfectamente lo que valía la vida, después de todo, casi la había perdido una vez.

La cena transcurrió con algún que otro contratiempo, debido a la bomba frijolesca que había provocado, pero todos los platillos quedaron muy bien, y mamá, más calmada, pareció disfrutar de la misma. Luego de esto, Eduardo decidió marcharse, y al acompañarlo hasta la puerta me pidió una cita cuando saliera de mi castigo a lo que accedí con mucho entusiasmo y nerviosismo, era la primera vez que iba a salir con un chico.

Heydi: Buenos días, ¿cómo le va a la mejor amiga del mundo?

Escribió mi amiga durante el horario de almuerzo, y como me encontraba sola —puesto que Alina  había tenido que defender un trabajo y Danla había faltado a la escuela para ir al dentista—, aproveché para contestarle. Siempre nos manteníamos comunicadas, tenía miedo de olvidarme de ella, de mi amiga del alma, como decía Anne de las tejas verdes.

Allison: Castigada :(

Heydi: ¿Cómo es eso posible? :0

Allison: Digamos que hice una explosión nuclear con los frijoles de mi madre mientras teníamos visita en casa.

Heydi: Jajaja. Imagino la cara de Elisabet, eres única para meterte en líos, Allis.

Allison: No te rías de mí torpeza. Por cierto, tengo una cita con Eduardo, el muchacho que te había dicho que es hijo de la amiga de mamá. Es un chico guapo y gentil, te caería muy bien.

Heydi: Que bien, Allis :). ¿Cuándo vas a salir con él? Me tienes que enviar una foto de ese chico para darte mi aprobación.

Allison: Cuándo termine mi cruel castigo de dos semanas por la bomba de frijoles. No tengo ninguna foto por ahora.

Heydi: Ups, qué mal. ¿Y el chico del video, que te estaba molestando?

En ese instante apareció el tema de conversación en el comedor —era como si lo llamara con mis pensamientos—, pero no venía solo, sino que abrazaba a una chica, la cual parecía algo asustada. Esta, si no me equivocaba, era una nueva estudiante, y según Danla, era tradición molestar a los nuevos hasta hartarse, así que intuí que venían problemas. Jake se sentó en su mesa habitual con varios jugadores de futbol y la chica se sentó junto a este. Jasper y Leonardo, los dos mejores amigos de Jake, dos jugadores de fútbol esnob, comenzaron a molestar a la chica lanzándole bolitas de papel. Intente contenerme, porque ya me había involucrado en bastantes problemas, pero todo mi autocontrol se fue cuando comenzaron a molestarla con la comida, no soportaba a los que disfrutaban torturar a otras personas.

Me puse en pie para ir a la mesa de ellos y tomé la mano de la chica para que esta se pusiera en pie. Ella me miró por un momento con confusión, pero se levantó en seguida.

—¿Otra vez metiéndote en mi terreno, cerdita? —preguntó Jasper con enojo poniéndose en pie al mismo tiempo que la chica.

—La escuela podrá ser de del tío de Jake, pero eso no los hace dueños de las personas, no son propiedades que puedan comprar —respondí a la defensiva, estaba cansada de su grupo y su hegemonía.

Sin soltar la mano de la chica, la jalé para salir del comedor, pero Jake nos detuvo tomando el enlace entre nuestras manos para romperlo. Sin ningún temor, me giré hacia él mientras colocaba a la estudiante nueva tras de mí.

—¿Qué quieres, Jasper? —pregunté enfrentándome a Jake, quien me miraba con sus claros ojos llenos de rabia.

—Quiero que me devuelvas a la chica nueva y dejes de meterte en asuntos que no son tuyos —dijo él con tono amenazador.

Posteriormente intentó acercarse a ella para cumplir con sus palabras, pero realicé un movimiento rápido de karate, el cual lo dejó en el suelo en cuestión de segundos; me alegraba que mi padre me hubiera obligado a aprender defensa personal. Sin mediar ninguna otra palabra, salí del comedor dejando nuevamente en ridículo a Jasper y descolocados a sus amigos.

—Gracias —agradeció la chica cuando paramos al fin en el jardín de la escuela.

—De nada —contesté algo agitada aún, por el enfrentamiento.

La chica se marchó lo más lejos posible de aquel grupo y yo me dirigí a los jardines de la escuela, necesitaba un poco de aire después de aquella discusión.

—Hasta que al fin te encuentro, Allis —dijo Alina llegando a mí, lucía preocupada—. Te he estado buscando la mitad del almuerzo.

Comencé a explicar a Alina lo sucedido, pero me detuvo, ya sabía lo que había pasado gracias a Internet, pero había querido saber dónde estaba, puesto que tenía miedo de que Jasper o alguien más me hubiera hecho algo, ya que, según ella, habían salido hechos una furia del comedor cuando ella había entrado. Tenía un poco de temor de lo que haría a continuación, sin embargo, la tranquilicé, para que ella no se preocupara, porque Alina era un tanto nerviosa.

Una vez terminaron las clases me reuní con Alina en el estacionamiento, pero entonces ella se dio cuenta que había olvidado el monedero en el casillero.

—Ve, te espero aquí —contesté, ya que nos reuniríamos para estudiar en mi casa, ella era bastante inteligente y podía ayudarme con las materias difíciles.

Aproveché la espera para quitar el seguro de la bicicleta, y en el momento que me puse en pie fui sujetada por la espalda por un par de brazos fuertes que inmovilizaron los míos.

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Hello chicas, espero que les guste el capítulo y me dejen sus comentarios. Recuerden seguirme para nuevas historias, spoilers, saber días de actualización, recomendaciones y cualquier pregunta que deseen hacer. Gracias por darle una oportunidad a mi historia. Kisos.

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