Yo, la patria, hago lo que quiero.

Te encontraré

  Susan Reina se detuvo cuando escuchó las palabras, se dio vuelta y miró a Azu.

  Azu le dio la espalda, extendió la mano y golpeó la ventana del piso al techo: "Mira, subdirector, nuestra ciudad es muy segura y próspera". "

  Pero quieres destruirla".

  "No lo hagas".

  ¿ Lo piensas? Pero, ¿cuáles serán las consecuencias si liberas el químico n.° 5? superhéroes despedidos. Están desempleados".

  "En ese momento, nadie los contrataría, entonces, ¿qué harían?"

  "Creo que si miras a esos criminales con superpoderes, probablemente puedas adivinar lo que harían los superhéroes desempleados. ."

  " Pero no son importantes. Lo importante soy yo. ¿Crees que simplemente me retiraré y volveré a casa, escucharé música, plantaré flores o iré a pescar todos los días?"

  Azu se rió y dijo: "Por supuesto que no. "

  Entonces las comisuras de su boca se levantaron. Dio una sonrisa.

  "Destruiré todo esto."

  "Saquen a ustedes del edificio, de la fortaleza, de la fuerte protección, y mátenlos uno por uno."

  En la sala de mando, la temperatura bajó repentinamente, y el subdirector solo Dijo que sentí un escalofrío subiendo desde mi espalda hasta mi cabeza.

  Sintió que la gente de la patria no hablaba en broma, sino en serio.

  ¡En ese momento, el aura asesina que emanaba de ese hombre era real!

  Pero esta frialdad, esta aura asesina.

  Desapareció rápidamente, como si fuera su ilusión.

  Azu se dio la vuelta en ese momento con una sonrisa encantadora: "Entonces, sigue adelante".

  "No te detendré". "

  Pero después de que digas la verdad, será mejor que te vayas a casa rápidamente y estés con tus hijos y tus padres. Di adiós".

  "Porque te encontraré".

  El cuerpo de Susan Lena se sacudió levemente y se quedó sin palabras.

  Azu levantó levemente la barbilla e hizo un gesto para pedirle al subdirector que se fuera: "Ve, Mickey".

  El subdirector pensó un rato, sacó la botella de tubo de ensayo, la puso sobre la mesa y miró profundamente al hombre en el pasillo., y luego se fue en silencio.

  Azu miró el tubo de ensayo sobre la mesa, se acercó, lo recogió y lo arrojó a la basura cercana.

  Después de que el subdirector de la CIA se fue, Azu encontró una silla y se sentó, apoyándose en el respaldo de la silla y abriendo el inventario.

  Recordó que todavía tenía tres cajas de tesoros múltiples al azar que no había abierto.

  Entonces sacó uno.

  Mirando la cosa parecida a una caja de lotería que tenía en la mano, Azu se secó la cara y metió la mano: "Dame una útil esta vez, para que pueda deshacerme de mi sangre no emiratí"

  . La caja de lotería parecía Era un espacio infinito, y Azu no podía sentir la existencia de la caja, como si una mano hubiera llegado a un universo.