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Se encontraron en el café del centro comercial, Renjun lo esperaba de pie, y con un regalo sorpresa en sus manos, envuelto en papel madera.

Al verlo llegar lo saludó con alegría y corrió hacia él, deteniéndose a medio metro, deteniendo su mano antes de bajar su barbijo resistiendo las ganas de darle un beso, ya lo habían regañado por haberlo besado, así que se detuvo frente a él, y sin decir nada al respecto, Jeno ya sabía que no podía hacer esas cosas y para eso venía preparado.

—Tengo esto —dijo el mayor, y sacó de su bolsillo una pequeña plancha de stickers que había visto en un puesto de juguetes infantiles en la entrada del centro comercial, esta era de besos y corazones.

Renjun rió con esa ocurrencia, mientras Jeno rompía el paquete y tomaba un beso, una marca de labios de color rojo y pegaba el sticker en la mejilla del Renjun, haciendo que se ruborizara.

—Y-Yo... También te traje algo —murmuró Renjun, rojo hasta las orejas, y extendió el regalo hacia él, Jeno lo miró un momento antes de tomarlo.

Rompió la envoltura con cuidado y tomó el gorro color amarillo patito y sonrió como un tonto.

—Yo lo tejí —dijo Renjun, y Jeno asintió, porque lo sabía—. Y también combina con el mío.

Los ojos de Jeno fueron hacia el gorro nuevo que tenía su compañero en ese momento, del mismo color, idéntico al suyo.

—¿No te molesta compartir algo así ni nada, no? ¿Es muy rápido?

—Es genial —lo interrumpió Jeno.

Renjun soltó uno de sus ruiditos alegres de bebé y Jeno sonrió más ampliamente.

Se quitó su gorro de siempre, el que según Renjun era la tapa azul de una botella, se sintió incómodo al tener su cabeza calva expuesta hasta que se colocó el gorro de lana amarillo.

Miró a Renjun, quien se notaba su sonrisa debajo del barbijo, sus ojitos estaban casi cerrados y se marcaban perfectamente el dobléz debajo de estos, cuando su sonrisa se relajó un poco y pudo ve sus ojos color avellana, estos tenían un brillo raro y hermoso que Jeno no podría describir.

Nadie lo había mirado de esa manera en su vida.

—Eres muy hermoso, Jeno —dijo Renjun, por lo bajo, casi un murmullo.

—Tú eres lo más hermoso, Renjun —imitó Jeno.

Y de nuevo el menor rió como un niño, con alegría sincera.

Jeno tomó su mano y comenzaron a caminar por aquel centro comercial, preguntándose mutuamente qué querían hacer en esa cita, aunque ninguno tenían idea en verdad, y sólo querían pasar el rato juntos, haciendo algo o haciendo nada.

𝐂𝐇𝐄𝐌𝐎 ♡ NorenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora