━ ❛ 𝐂𝐚𝐩𝐢́𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐗𝐕𝐈. ❜

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— ¿Y eso fue todo? —

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— ¿Y eso fue todo? —

— Sí, eso fue todo. — Respondió Millaray, acariciando ligeramente la cabeza de la niña. Ahora se estaba acurrucando sobre sí misma, apoyándose en ella con su pollito de peluche cómodamente presionado contra su pequeño pecho. Sus ojos se estaban poniendo un poco caídos por su tediosa y larga hora de cuentos, y la propia Nuvia se sorprendió de que la niña lograra sentarse durante todo el tiempo.

— ¿Qué pasó después, señora enfermera? ¿Qué pasó con la chica mayor? — Preguntó la niña mientras la miraba una vez más con esos ojos abiertos y curiosos que a Millaray le resultaba difícil resistir.

Era bastante peculiar para una niña de su edad disfrutar de una historia tan triste. ¿No solían los niños normales disfrutar de los cuentos de hadas con finales felices?

— La niña mayor hizo todo lo posible por vivir su vida sin la niña más pequeña. — Continuó, dándole a la niña un suave apretón en las mejillas, a lo que ella respondió con una risita encantada. — Pero a veces, incluso eso era difícil. —

— Señora enfermera, no entiendo. — Ella interrumpió, con el ceño fruncido como si acabara de darse cuenta de algo desagradable. — ¿No suelen tener las historias finales felices? ¿Por qué esta tan triste? Estaban enamoradas, pero ¿por qué no pueden vivir felices para siempre como las princesas de mis libros? —

Millaray sonrió. Allí estaba, la inocencia infantil.

— Esas son historias, pequeña. Esto, sin embargo, es la realidad. — Entonces hizo una pausa, sin saber si debería terminar el resto de su oración. Un momento después, decidió continuar. — La realidad no siempre es feliz. Una vez que crezcas, lo sabrás. —

— Lo sé, señora enfermera. Cada vez que me caigo en el jardín y mis rodillas se raspan, me duelen mucho y no me hace feliz. — Ella respondió con un puchero, recostándose en la almohada. Nuvia solo pudo reírse.

— ¿En verdad? Me aseguraré de reemplazar el piso del jardín con tapetes de espuma para que nunca vuelvas a lastimarte. — Sus palabras fueron recibidas con una exclamación emocionada.

— Pero dime, dime. ¿Qué pasó después? —

La sonrisa de Millaray vaciló ligeramente, pero creció el doble antes de que la niña pudiera siquiera notarlo. — Lo que pasó después, fue la realidad. —

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¡! 𝐑𝐈𝐕𝐀𝐑𝐈 ─ ❛ 𝐏𝐀𝐏𝐄𝐑 𝐇𝐄𝐀𝐑𝐓𝐒. ❜Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ