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𝐄𝐋 𝐒𝐔𝐀𝐕𝐄 𝐓𝐎𝐐𝐔𝐄 en la puerta, capto la atención del hombre sentado frente al escritorio, levanto la mirada para ver a la joven de cabello azabache, quien esperaba su permiso para entra

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𝐄𝐋 𝐒𝐔𝐀𝐕𝐄 𝐓𝐎𝐐𝐔𝐄 en la puerta, capto la atención del hombre sentado frente al escritorio, levanto la mirada para ver a la joven de cabello azabache, quien esperaba su permiso para entra.

Le sonrió, pero ella mantuvo un rostro neutral ante él y eso, en parte, le dolió por lo que su sonrisa se volvió una especie de mueca.

―Pasa Yvonne, sabes que no necesitas mi permiso para entrar, mis hijas pueden venir cuando quieran. ―su voz era grave, pero su tono era suave con ella, aunque parecía darle igual como él le hablara. ―¿Qué necesitas?¿Paso algo en la casa?.

―Solo quiero saber si tienes mi papelerío de la escuela, quiero revisar que este todo. ―le dice mientras se sienta, frente a él. ―No quiero llegar con el tío Enzo y ver, que me falta algo.

Un suspiro salió de los labios del mayor, dejando lo que hacía de lado, para darle su total atención. ―Yvonne...

―Por favor, no... ―lo interrumpe, antes de que pudiera seguir hablando. ―Ya me decidí, quiero irme a Forks... quiero comenzar de nuevo, Alexander, y quedándome aquí, no me ayuda.

―¿No puedes pensarlo un poco más?¿Qué hay de tus amigos, o tus hermanas?.

―¿Qué amigos? Niños que susurran por los pasillos, cuando me ven pasar y me señalan con el dedo. ―una risa sin gracia salió de sus labios. ―Con mis hermanas no hay relación, Noémie me llama bruja y Gabrielle me tiene miedo, además tu amada esposa no quiere a tu bastarda, cerca de sus adorables e inocentes hijas.

―No eres una bastarda, eres mi hija.

―La hija que tuviste con una amante, mientras estabas esperando a tu segunda hija... ―dijo con molestia. ―Te guste o no, es lo que soy y tu esposa no me puede ver a la cara, más si le recuerdo a tu amante.

Alexander se estiro para tomar su mano, pero ella la aparto sin dudar y eso le dolió. ―Déjame hablar con ella, Yvonne... de verdad quiero que te quedes, que podamos ser una familia los cinco, tratar de arreglar las cosas contigo.

―Tuviste casi dieciocho años para hacerlo, ¿Qué te detuvo?¿Orgullo, vergüenza, negación?. ―se levantó de su asiento, mostrando que no seguiría con la conversación. ―Solo vine aquí por esos papeles, no te olvides de dármelos, saldré esta noche así que no estaré en casa.

―¿A dónde iras?. ―también se levantó de su asiento, con cierta preocupación en su voz.

Sus ojos se posaron en él, nunca antes había querido saber a dónde iba o con quien estaba, ahora quería saberlo todo sobre ella y donde estaba, con quien estaba y cuando volvería. Lo odiaba, odiaba que él quisiera actuar como un padre ahora, y no cuando más lo necesito, su atención era algo que ya no necesitaba ahora.

·• 𝔥𝔦𝔯𝔞𝔢𝔱𝔥 ·•· 𝔱𝔥𝔦𝔩𝔦𝔤𝔥𝔱 •·Donde viven las historias. Descúbrelo ahora