𝐀𝐥𝐰𝐚𝐲𝐬 𝐲𝐨𝐮 ··𝐋𝐚𝐮𝐫𝐢𝐞 𝐋𝐚𝐮𝐫𝐞𝐧𝐜𝐞··

𝟎𝟕. 𝐋𝐚 𝐩𝐥𝐚𝐲𝐚

ESA SEMANA SE ME HIZO MÁS LARGA DE LO que pensaba. Notaba mucho la falta de Meg y Laurie.

Beth se la pasaba en la casa de los Laurence, Jo no paraba de escribir y solo me quedaba hablar con Samy cuando esta no se encontraba pintando.

Cuando volvieron Laurie nos invitó a todas a la playa con una familia que había conocido allí en Europa.

— Estos son Fred Vaughn y su hermana Kylie. Bueno y ya conocéis al señor Brooke. — Presentó Laurie. — Y ellas son Meg, Jo, Kate, Amy y Beth.

— Es un placer conoceros. — Saludó Fred.

— Vaya que elegante. Soy Amy March. Recuerda ese nombre, algún día iré a buscarte a Londres. — Se presentó la rubia.

— Desde luego que lo recordaré. — Le contestó en hombre.

Fui a volar cometas con Meg, pero después de excesos minutos mi hermana se fue con el señor Brooke.

— Yo le ayudo, señorita. — Me dijo Fred cogiendo la cometa que antes tenia no hermana y haciendo que volase.

— Soy Kate. — Le contesté tendiendo mi mano hacia él y la besó.

— Siempre es un gusto conocer a damas como usted, señorita Kate.

Estuvimos un rato hablando y la verdad me caía muy bien, me parecía un hombre muy agradable. Pero acto seguido noté unas manos alrededor de mi cintura que me tiraban hacia atrás y y caí al suelo, al girarme  vi que era Laurie.

— ¿Qué haces? — Le pregunté riendo y tiré de él hacia mí haciendo que él cayese al lado mío. Acercó su mano hacia mi cara retiró un mechón de pelo para después acariciarme la mejilla. — Estás lleno de arena.

Le aparté la mano, con la otra me echó arena y así empezó una guerra de arena mientras Fred Vaughn nos observaba.

Laurie se levantó y me tendió la mano, la acepté y me levanté con su ayuda.

— ¿Vamos a dar un paseo? — Preguntó Laurie.

— Sí, claro, lo siento Fred. — Le dije y le di la cometa, ya tirada en la arena, a Amy que parecía que tenía interés en él.

— No pasa nada, Kate, se ve que es muy cercana a mi amigo Laurie. — Respondió Fred y menos mal que en ese momento Amy le empezó a hablar.

Cuando ya nos alejamos del resto Laurie empezó a hablar.

— Así que eres muy cercana a mí.

— Exagera, no tanto. — Le contesté en broma.

— No sabía que te interesaban hombres como Fred. — Dijo despeinándose el pelo.

— Yo nunca he dicho que me interesen así, le pegan más a Amy.

— Hablando de parejas. ¿Meg no había perdido un guante? — Dijo con una sonrisa pícara.

— ¡Sí! ¿Lo tienes tú?

— Yo no, pero sé dónde está. — Me contó y después de un rato insistiendo me dijo donde estaba. — Tal vez lo tenga el señor Brooke, ¿no es romántico?

— A Meg seguro que le encantará, pero le gustará más tener su guante de vuelta. — Comenté y él rió. Pasamos un rato en silencio hasta que Laurie se atrevió a volver a hablar.

— Entonces, ¿de verdad que nada con Fred?

— Laurie, de verdad. — Dije poniéndome en frente suyo y sujetando sus mejillas con mis manos.

— ¡Kate! ¡Laurie! Venir a una carrera. — Nos llamó  Amy y nos separamos para ir corriendo hacia el resto.

A Marmee le había llegado una carta de que padre se había puesto enfermo y decidió ir a visitarle ella sola, no nos dejaba acompañarla.

Estábamos súper liados pendientes de las cosas que se tenía que llevar nuestra madre hasta que llegaron Laurie y su abuelo.

— ¿Qué tal estás? — Me preguntó el chico.

— Espero que este bien. — Le respondí y me abrazó mientras Marmee le daba la agradecía a su abuelo.

Después de unos minutos ayudando para el viaje vino Jo dándole dinero a nuestra madre.

— ¿Com esto vale?

— ¿25 dólares? La tía March no suele ser tan generosa. — Respondió Marmee contando el dinero.

— No he ido a ver a la tía March, no me sentía capaz.
— Explicó mi hermana mientras Laurie me acercaba a él dándome apoyo por mí padre.

— ¿Y este dinero? — Volvió a preguntar Marmee.

— Bueno, algo que era mío. — Dijo Jo quitándose el gorro y viéndola con el pelo corto. Todas hicimos un grito de sorpresa.

— Tu pelo. Era tu mayor atractivo. — Le dijo Amy.

— Si pareces un chico. — Le regañó Hannah.

— No les hagas caso, sigues igual de guapa. — Le intenté dar ánimos.

— Bueno, no afecta al futuro de la nación. Así que no lloréis. — Respondió Jo y Marmee fue a abrazarla.

Después ambas se acercaron a nosotras y nuestra madre se despidió de nosotras pidiendo que nos portáramos bien. Le dimos suerte para padre y se fue.