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Hinata detiene el grifo de agua luego de mojar sus manos y pasarlas por su rostro. Un quejido escapa de sus labios cuando el ardor de su mejilla y también de su labio herido se hace presente. Respira hondo, en un intento fallido por calmarse, pues aún si ha dejado de llorar hace ya varios minutos, todavía tiene un nudo aferrado a su garganta.

Aferrada al lavabo del baño, no se atreve a ver su reflejo en el espejo. Siente lastima de sí misma por tener que estar viviendo la misma situación una vez más. ¿Cómo era eso posible?

Tiembla mientras muerde su labio inferior con rabia. Su padre era un hombre frívolo y una vez más podía comprobarlo. Y eso no era lo peor de todo. Aún si él ya había le había puesto una mano encima, aún si le mostró desprecio puro casi toda su vida y le hizo saber lo decepcionado que se sentía de ella... Aún así, y con todo eso en el corazón, Hinata no se sentía capaz de odiarle, o al menos de sentir un poco de rechazo hacia él. No importaba cuánto lo intentara, simplemente no podía.

Y eso le hacía sentir mil veces peor.

—¿Hinata? —la voz de Naruto más los tres golpes que da contra la puerta del baño le hacen dar un pequeño salto en su lugar. El miedo le sube por la garganta junto con la desesperación que siente al verse atrapada en una situación de la que no sabe cómo terminará. — ¿Estás bien?

La voz preocupada de Naruto recorre su ser internamente. Se siente culpable por tener que arrastrarlo hasta algo así.

Pasa sus manos por su rostro una vez más. Sus ojos pican, arden, pero no hay una sola lágrima que salga de ellos. Respira una vez más, con temor de que su voz le delate como ya lo ha hecho anteriormente.

—Sí... —apenas puede responder, aclara su garganta con nerviosismo. — Estoy bien.

—Oh, está bien.

La respuesta de Naruto no se hace esperar. Hinata respira con un poco más de calma, volteando hacia el espejo. Alza su rostro jugueteando con los bordes de su ropa tal como lo hacía cuando era una niña. La imagen que ve ante ella es más que desastrosa, y no solo por la evidente herida en su labio, ni por la marca en su mejilla. Sino también por sus ojos rojizos, la clave evidente de que estuvo llorando.

—Tengo que arreglar esto —murmura en voz baja mientras abre el grifo una vez más y empapa sus manos de agua. Con cuidado limpia la herida de su labio con la intención de eliminar la sangre restante y aunque la hinchazón no baja, cree que al menos puede disimularlo. “Cree”.

No hay nada que pueda hacer con ese tono rosáceo en su mejilla, pero por lo menos puede dejar de llorar. Respira hondo varias veces más. Pensar en cómo enfrentaría a Naruto, o qué le diría hacía que la sangre se le subiera a la cabeza. No podía simplemente ignorarlo, pero tal vez sí ignorar el tema.

Sólo esperaba que Sasuke no le hubiera mencionado algo de eso.

Dándose una última mirada a su aspecto no tan mejorado, apaga la luz y toma el pomo con una mano temblorosa. Al abrir, espera que el camino esté despejado, pero se encuentra con todo lo contrario.

Naruto está de pie, cruzado de brazos, con la espalda apoyada en la pared del frente y con la cabeza a gacha. La alza solo al oír la puerta abrirse. Hinata agradece que la luz no sea tan luminosa en ese sector, o de lo contrario su esposo ya lo hubiera notado todo.

—¿Está todo bien? —pregunta.

Hinata nota el tono preocupado en la voz de Naruto y eso le hace sentir mal. Lo que menos quería era preocuparle.

—Claro —intenta sonreír pese a la poca iluminación, pero ni siquiera así puede hacerlo.

—Hmm. ¿Segura?

Aprendiendo a amar [NaruHina]Where stories live. Discover now