CAPÍTULO 20

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CC


Cuando abro la puerta la imagen con la que me encuentro no es nada parecido a lo que yo me imaginaba o esperaba. Jack se está follando a la rubia mal teñida de Trixxy en el sofá en medio del departamento.

Las llaves caen pesadamente causando un gran estruendo cuando aprieto mis puños llamando la atención de White, y cuando su mirada cruza la mía sus ojos negros parecen demoniacos, con sorna en su mirada, me dio una sonrisa torcida. Este no es el Jack White que yo había conocido, el que se preocupaba por mí, con el que hacia bromas y el que me arrastro por todo el centro comercial comprándome cosas caras sin ninguna necesidad.

Mis ojos se llenan de lágrimas pero no permitiré derramar ni una frente al él, con esto me ha demostrado que yo no estaba tan equivocada sobre lo que pensaba sobre él. Solo es un mujeriego corredor de carreras.

Sin esperar un minuto tomo las llaves de mi moto y salgo lo más rápido posible de allí, quiero estar en cualquier lugar menos ahí. Al contrario de la primera vez que escape esta noche ahora nadie me persigue y ahora nadie me acompaña.

¡¿Por qué fui tan idiota y no acepte la invitación de Zack?! Me odio.

Me subo a mi moto y empiezo a conducir a toda velocidad. No tengo rumbo fijo, me mezclo en las calles de Joliet acelerando mi motocicleta más y más hasta el tope. Sigo conteniendo las lágrimas.

Lo odio, lo odio tanto.

Esperen. Joder, ¿Por qué lo odiaría? Parezco una maldita novia engañada. No somos nada, solo amigos o buenos compañeros... ¿Por qué él se puso así por enterarse que estoy con Zack? Él no tiene ningún derecho. Mis lágrimas caen como si ese hecho realmente me doliera. - ¿Lo hace? - Me siento tan confundida, como si me estuviera pasando algo obvio por encima, como si me estuviera equivocando en algo. Pero ¿En qué? Seco mis lágrimas con el dorso de mi mano izquierda, me nublan la vista y cuando veo otra vez la carretera habían aparecido tres motos frente mío interrumpiéndome el paso. Iba demasiado rápido así que cuando intento frenar mi moto derrapa pero logro controlarla y frenarla con los pies en el piso quedando justo al frente del motociclista del medio; un rubio que me mira interrogativo.

- ¿A dónde vas, muñeca? -pregunta con aires de superioridad. ¿De dónde ha salido este tipo y quién se cree para hablarme así?

- ¿Y a ti que te importa, cabrón? Déjame pasar.

- Oh, creo que la señorita necesita que le enseñen modales. -dice el pelinegro en el flanco izquierdo del rubio del que no sé el nombre. -Yo puedo enseñarte como tienes que contestar cuando se te hace una pregunta bien. -abre la navaja que llevaba en la chaqueta y yo rápidamente llevo mi mano a mi bota derecha, desfundando el pequeño cuchillo que siempre llevo encima.

- Woah -escucho la voz del rubio decir.

- Así que quieres jugar. -dice el chico de la navaja con una sonrisa gatuna es su rostro.

Veo como el otro chico se acerca al rubio y le susurra algo que no llego a oír en el oído por el rabillo del ojo. No creo poder pelear contra tres, estos chicos son como armarios.

Mierda, yo y mi bocaza. ¿En qué me he metido ahora?

Trago saliva y aprieto más mi cuchillo cuando creo que me está por tirar una puñalada, la voz del rubio lo interrumpe:

- ¡Ethan! ¿Qué haces? ¿Acaso no te enseñe como tratar a las damas? -el pelinegro llamado Ethan lo mira confundido y guarda su navaja cuando el rubio le hace una seña para luego volver junto a su moto. Ya veo quien tiene el papel de liderazgo aquí.

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