Capítulo 04

222 26 0
                                    

          Namjoon Kim entró canturreando en el piso de su amigo

Hoppla! Dieses Bild entspricht nicht unseren inhaltlichen Richtlinien. Um mit dem Veröffentlichen fortfahren zu können, entferne es bitte oder lade ein anderes Bild hoch.


          Namjoon Kim entró canturreando en el piso de su amigo. Eran las siete de la tarde. Se habían citado por teléfono allí y Santiago acudía a la hora indicada.

—Hola —rio—. Supongo que ya te habrás deshecho del estorbo.

Jungkook mordisqueó la pipa. Fumó nerviosamente. Un buen observador hubiera notado fácilmente su desconcierto, su gran inquietud pero Namjoon no era un buen observador.

—¿Qué quieres beber? —preguntó, yendo hacia el bar.

—Un whisky doble —suspiró, al tiempo de desplomarse en una cómoda butaca—. ¿Sabes una cosa, Jungkook? Estoy hecho polvo. Tú te quejas de tu profesión, pero mira que la mía… Tengo tres obras en construcción y hoy he recorrido, a pie, desde el sótano hasta el ático de dos de ellas. —Hinchó el pecho—. Te aseguro que voy a ganar un dineral en este negocio, pero trabajo me está costando. Muchas veces me pregunto —degustó el whisky chasqueando la lengua— por qué mi padre eligió para mí la carrera de arquitecto. Ahora ya me lo explico. Deseaba que su hijo llegara a ser rico.

Miró a su amigo, que seguía en pie delante de él, con la copa en la mano, la pipa apretada entre los dientes, y la mirada perdida en un punto inexistente, y murmuró al instante:

—¿Qué diablos te pasa? Apuesto a que no has oído nada de cuanto te dije.

Jungkook bajó de las nubes. Miró a su amigo.

—¿Qué dices?

—¿Lo ves?

—Hum.

Se desplomó frente a él.

Namjoon se inclinó hacia delante.

—Me parece, Jungkook, que tú no te has deshecho de él.

El abogado pasóse los dedos por la frente. Emitió una mueca que pretendió ser una sonrisa y gruñó:

—No sé dónde oí que un abogado y un arquitecto nunca se casan con sus amantes, pero las mantienen.

—Ejem…

—No —exclamó de pronto—. No me deshice de él. No pude, esa es la verdad. La desconcertante verdad. No pienso casarme con él. No lo amo ni lo deseo. Pero cuando lo tengo delante, entra en mí una inquietud que me desespera.

—Huy, huy —chilló Namjoon poniéndose en pie y aprovechando para llenar de nuevo el vaso—. Estás listo. De modo que sigues con el andrajoso. ¿Sabes que tienes poco escrúpulo?

Jungkook distendió la boca en una mueca de asco.

—¿Cuándo lo tuve? Ni tú ni yo, ni tantos otros apegados a sus malas costumbres. ¿Cuándo hemos sentido escrúpulo ante un ser hermoso? Este lo es. Nunca le veo su gabardina raída, sus zapatos planos, su pantalón usado. Lo veo a él —entornó los párpados—. Lo veo y lo siento cada vez que se va. Siento el gran vacío que deja en mí. Esto es muy complejo, Namjoon —añadió como para sí solo—. Como un fenómeno absurdo. Si él vendiera sus caricias y sus besos… Pero no. Es como eso —y golpeó el suelo con el pie—. Eso es desesperante para un hombre. No vende sus caricias, recibe dinero por las que yo le doy, y jamás mueve un dedo para admitirme. Eso llega tan hondo que destroza a uno. ¿Nunca lo has experimentado?

𝐎𝐝𝐢𝐨𝐬𝐚 𝐄𝐬𝐜𝐥𝐚𝐯𝐢𝐭𝐮𝐝 ✿𝆬кσσктαєWo Geschichten leben. Entdecke jetzt