Un viaje hacia algún lugar

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Hoy morí... O quizá ayer. No lo sé.

Nah, es broma. Ya llevo tiempo contando mi vida a ustedes, en realidad, no se que tanto tiempo llevan esperando esto y si de verdad lo esperaron tanto como yo.

Quisiera no haber vivido tanto como viví, el tiempo pasó sobre mí como un camión atropella a un animal, como una enfermedad incontrolable acaba con la vida, así pasó el tiempo sobre mí. Sinceramente hay tantas cosas que viví, y había veces que quería ya por fin morir, había veces que creía que la vida era a ratos tolerable y esos ratos me hacían querer vivir un día más. Sinceramente, yo no morí como las otras ratas... Yo morí de vejez, ya era una rata vieja y con demasiada suerte. Nunca entendí esa suerte que yo tenía y te juro que a veces creía que no era suerte, más bien, al contrario, era una especie de mala suerte. Yo de verdad anhelaba mi muerte, veía en una esquina los carros pasar y quería atravesarme y que me aplastará una rueda de una vez por todas... O quizá, meterme a una casa a comer un poco de veneno, encerrarme en una jaula o morir aplastado por un pie; pero, ya no tenía fuerzas para nada, ni siquiera para comer.

Caminaba por la ciudad buscando el basurero para visitar a mis colegas, para saludarlos e ir a visitarlos dónde sea que estuvieran sus cadáveres, quería ir con ellos y hablaba con esos muertos pidiéndoles que me guiarán a dónde ellos estaban. Pasé por tantas calles que a mí edad sentía que estaba recorriendo ciudades enteras en busca de la vida, pero en este caso era de la muerte.

Conocí tantas cosas que podría decir que viví tanto, viví demasiado y hoy esa vida debía ser compensada con una buena muerte.

Caminé y caminé hasta poder encontrar aquel basurero del que tanto hablábamos y para mí suerte nunca lo encontré... Tuve que buscar un contenedor de basura, me metí dentro de esa combinación de sabores y olores que tanto había experimentado en mi vida, ahí me recosté en la basura que había, recordé mi vida, recordé a mi bestia favorita, recordé a mi amigo huesudo, recordé a mis amigos que murieron rápido, recordé a mi amigo el congelado, recordé la luz radiante del agua, la comida repugnante del zoológico, recordé todo aquello que en algún momento amé. Entre a ese contenedor como una oruga decide encerrarse entre hojas para hacerse capullo y ser mariposa, entre ahí para volar, para por fin ser feliz después de tanto tiempo de sufrimiento.

Me quedé ahí, mi corazón se detuvo, mi alma por fin descanso, mis huesos dejaron de doler, mis patas dejaron de arder, mi cuerpo dejó de sufrir, ya podía ser feliz de nueva cuenta y la pregunta "¿A dónde vamos?" y "¿Qué vamos a comer hoy?" Ya no existían, ya no tenían relevancia. Ahora, sólo querías ir hacia algún lugar, a casa.

Crónicas de una rata muertaWhere stories live. Discover now