Capítulo 31

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POV SANTIAGO

Pasaron unos días de que Paula me fue con esa noticia a la oficina, desde entonces no dejo de maquinar mil cosas y de dar vueltas al asunto una y otra vez.

Saco mi celular y busco el número de Eugenia.

"¿Podrías venir a mi oficina? Necesito hablar con vos"- Envío.

Se que hago mal en recurrir a otra persona antes que ir y hablar con Paula sobre todo, pero realmente necesito que alguien de afuera me aclare unas cosas, además después de todo si voy a buscar a Paula ni siquiera se si me recibiría.

De parte de Eugenia no recibo respuestas, pero lo que si recibo es un golpe en la puerta.

—Pase. —Digo.

Eugenia ingresa al interior de la oficina, con la mala cara que me mira supongo que Paula ya le contó todo.
《Eso que por fin empezábamos a llevarnos bien》—Pienso.

—¿Que necesitas? —Pregunta sin vueltas. —Si me queres preguntar si el bebé que espera Paula es tuyo, sí Santiago, es tuyo. —Larga todo.

—¿Pero como...?

—Si mi amiga dice que no tuvo relaciones con Augusto, yo le creo, ella no mentiría con algo así —Me interrumpe. —Además, ¿te tomaste el tiempo de leer el papel de la ecográfia? —Pregunta. Niego con la cabeza.

Ella se acerca hacia mi escritorio donde yo permanezco sentado prestando atención a ella.

Toma asiento delante de mí, junta sus manos sobre mi escritorio y se inclina un poco para hablarme mirándome directo a los ojos.

—El papel decía que esta de dos meses de gestación, justo dos meses de que se fue y por lo que me contó, la tarde antes del viaje ustedes estuvieron juntos.

Nuevamente me encuentro como en stock.

—¿O sea que de verdad voy a hacer padre?.— Pregunto. Ella me mira mal.

—Escupiste adentro ¿que esperabas?

—No necesito tu sarcasmo, Eugenia. Necesito un consejo.

Ella se pone de pie. Y me mira

—Un consejo eh —Hace una pausa. —Seguí tu corazón, Caputo. No dudes mucho porque ya no es una persona quien podes perder, sino dos. Ahora si me disculpas, tengo trabajo— Se da la media vuelta y abre la puerta para salir, pero la detengo

—¿Crees que me disculpe? —Pregunto con miedo a escuchar la respuesta.

—Se aman, todavía no se porque se comportan como idiotas. —Dice. —Supongo que sí. —Dicho esto, se va.

Nuevamente me quedo yo y mi cabeza que no para de armar una revolución, en cualquier momento voy a morirme, lo presiento.
——————

POV PAULA

Ya esta, ya me doy por vencida. No era como que esperaba volver acá a decírselo todo a Santiago y él me creería de una. Pero tampoco esperaba que pasase unos días y ni siquiera me mande aunque sea algún mensaje diciendo que lo pensó o algo.

Esta mañana hable con mi hermano para hacerle saber que volvería a Italia la semana que viene.
Obviamente allá voy a continuar con mi embarazo, acá no tengo más nada, mi mamá trabaja todo el día y a mis amigos no los puedo exigir que me acompañen en este proceso.
Por lo menos allá tengo a mi hermano y mi cuñada que al contarles la noticia se pusieron super felices y me mostraron su apoyó.
No es como que mi madre o Eugenia (que es la única de mis amigos que sabe) no se hayan puesto felices, solo que ellas tienen sus cosas que hacer también, y puede sonar egoísta, pero yo necesito alguien que me acompañe y si es posible todos los días, cosa que en la casa de mi hermano, esta mi cuñada todo el día ahí.

Esto es algo nuevo para mi, estoy a unas semanas de entrar a los tres meses, la pansa de apoco se empieza a notar y con ello, las nauseas y los mareos aparecieron.
No me hallo en mi casa, estoy la mayor parte del tiempo sola y tampoco puedo salir a ningún lado ya que los mareos son fuertes, además que camino un poco y mis pies se me hinchan como si fueran a explotar.

Ahora es la tarde, acabe de merendar y estoy tirada en el sillón vistiendo solamente una tanga y una remera de mi hermano que me había reglado diciendo: "Te lo darò, ne avrai bisogno, sorellina". (Te lo daré, lo necesitarás, hermanita.) Tuvo razón al decir que lo necesitaría, estas remeras holgadas son tan cómodas y más cuando ahora mi cuerpo empieza a cambiar.
Recuerdo a mi hermano y su familia y me da nostalgia, realmente nuestra relación cambió y ahora los extraño.

El sonido del timbre me saca de mis pensamientos, me cuesta mucho volver a levantarme. Estoy de casi tres meses y ya no puedo manejar mi cuerpo, imagínense cuando tenga que atravesar los próximos seis meses.

A duras penas camino hasta la puerta, la abro y lo veo a él.

Esta vestido informal -cosa que me sorprende- lleva una chomba polo dejando ver los tatuajes de sus brazos, su cabello está despeinado, por más que ya este oscureciendo lleva sus anteojos de sol y aun así se lo ve cansado.

—¿Puedo pasar?. —Pregunta. No quiero discutir, así que solamente me hago a un lado y lo dejo pasa.

Él ingresa y camina hasta el sofá donde se sienta. Lo imito, pero me siento en un sillón que se encuentra al lado.

—Yo..—Hace una pausa. Por primera vez veo al poderosisimo Santiago Caputo nervioso. —Yo, vengo a pedirte disculpas, Angelito. —Vuelve a usar el apodo que él me dio. —Fue todo tan nuevo, tan de repente. Un día te fuiste al otro lado del mundo sin siquiera contármelo, lo peor que fuiste con ese entonces tu novio. —Hace una pausa para tragar saliva.—Después volviste de la nada y me venis con la noticia que esperas un bebé mío. Actúe mal, ¿pero que más podría hacer? Mi cabeza pensó miles de cosas en ese momento.

Se pone de pie y camina hasta el sillón donde yo estoy, se sienta al lado mío y mirandome a los ojos me toma de ambas manos.

—Perdóname por favor. Aclare mis dudas y acá estoy. —Lo noto tenso, asustado. —Nunca te deje de amar Paula y pensar en formar una familia con la mujer que amo me llena de muchos sentimientos e ilusión. —Con cada palabra que él dice, yo soy un mar de lagrimas.
—Si me permitis, podemos empezar de nuevo. Y si no bueno, lo entiendo, pero quiero que sepas que quiero a ese bebé.

No aguanto más y me lanzó a sus brazos. Yo tampoco nunca lo dejé de amar, incluso busqué irme para superarlo, pero de una u otra forma todas las cosas nos conducen nuevamente a estar juntos.
Como él dice, la ilusión de formar una familia me emociona, no hay nada que dese más.

—Aceptó empezar de nuevo. —Digo cuando puedo recomponerme un poco. Él ríe y une nuestros labios en un hermoso y deseado beso.

Y como lo bueno siempre dura poco, lo suelto rápido y como puedo, corro al baño al sentir como el vomito sube por mi garganta. Mi merienda ingerida ya estaba durando mucho en mi estomago.

Llego al baño y me arrodillo a largar todo lo que me comí hace un rato. A él lo siento detrás de mí y mientras largo todo, él sostiene mi cabello.

Cuando termino de lanzar todo, con su ayuda me paro y me arrimo hasta el lavado para cepillar mis dientes. Todo lo hago bajo la atenta mirada de él.

Mientras cepillo mis dientes lo veo por el espejo  acercarse por detrás de mi, me abraza pegando mi espalda a su pecho y lleva ambas manos en mi vientre ya un poco abultado.

—Llevaremos este proceso juntos, angelito. —Dice mientras deja un beso sobre mi cien. —Ya estoy acá y acá me quedo. Junto a ustedes.

Si esto es un puto sueño, déjenme soñar.

Nuevamente todo parece dar un giro, después de muchas cosas que pasamos, volvemos a empezar y que mejor manera que siendo tres.

Santiago CaputoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora