Prólogo: El Despertar de las Sombras

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En los albores de los tiempos, cuando las sombras aún danzaban bajo la luz de los mil soles, hadas y dragones convivían en perfecta armonía en los valles de Kalanya. La leyenda no ofrece claridad sobre la fecha precisa en que este relato se forjó, pero sí atestigua el romance prohibido que nació en los primeros días de mi, ahora difuminada, nación.

Fue entonces, en los confines de la eternidad, que un hada audaz y un noble dragón se atrevieron a desafiar las leyes impuestas por sus respectivas razas. El amor entre ambos desafiaba las normas, uniendo sus destinos en un lazo que la intolerancia de aquellos tiempos juzgó con severidad.

El momento de su condena marcó el silencioso grito que dividió nuestra tierra en dos facciones poderosas. De un lado, las hadas, poseedoras del don curativo y el dominio de los elementos más puros; del otro, los dragones, protectores incansables del sagrado corazón de Kalanya. La necesidad mutua entre ambas partes se convirtió en la semilla de la discordia, que, como un veneno lento y feroz, fue carcomiendo las raíces mismas de nuestra existencia.

Y aquí es donde mi voz, la del proscrito, entrelaza su relato entre las sombras del olvido. Mi destino parecía a vivirse en las tinieblas de la marginalidad, al menos así lo creía en aquel tiempo turbulento.

¿Qué significaba estar sentenciado en un mundo fracturado? ¿Cuál sería mi rol en medio de la desgarradora disyuntiva que asfixiaba a mi hogar? Estas son preguntas que mi propia historia se dispone a desvelar, a partir de las fibras mismas de la memoria y el tiempo.

Es en el telar de este etéreo vórtice, entre sombras y destinos entrelazados, que la crónica de Kalanya toma forma una vez más, a través de la voz de uno destinado a desafiar su propia condena y, tal vez, restaurar la paz perdida en su tierra natal.

La Sombra del Destino: Crónicas de Kalanya Donde viven las historias. Descúbrelo ahora