Capítulo 5: Convergencia

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¿Por qué este dolor? No era un simple dolor físico, sino una herida emocional que laceraba mi alma. Apenas conocía a Asterea, y me encontraba sumido en la incertidumbre acerca de las consecuencias que podrían surgir si me involucraba en su mundo. La posibilidad de causarle daño a ella o, aún peor, de verla encerrada por desafiar las normas, me inquietaba profundamente. Necesitaba despejar mi mente cuanto antes, alejar estas preocupaciones y temores que atormentaban mi tranquilidad.

Sin pensarlo dos veces, me cambié de ropa, me sumergí entre las sábanas y aguardé que el sueño reclamara mi ser. En el reino de los sueños, la figura de la chica se coló una vez más en mis pensamientos; esta vez, su imagen estaba desfigurada por el maltrato, yacía en el suelo, temblando como si el frío del Mundo Helado la consumiera. Sus labios, resecos, apenas emitían un susurro desgarrador: "Ayúdame, por favor, no puedo soportar esto por más tiempo".

Desperté con la incertidumbre como compañera, y comprendí que debía buscar respuestas. ¿Qué eran esas visiones? ¿Por qué me perturbaban de esta manera? ¿Quién era en realidad aquella chica? Mi mente turbada por un torbellino de preocupaciones y cuestionamientos sin respuesta, decidió adentrarse en la biblioteca, a pesar de la prematura hora de la noche. Aquel recinto ancestral guardaba conocimientos ocultos que quizás pudiesen arrojar luz sobre mis inquietudes.

Tras horas de búsqueda entre pergaminos y tomos antiguos, mis ojos finalmente se posaron en un pergamino ancestral que prometía desvelar el misterio que envolvía mis perturbadoras experiencias.

El antiguo documento albergaba una advertencia inquietante que parecía estar relacionada, de alguna manera, con las visiones que me atormentaban. Sostenía que la comunicación a través de sueños y visiones solo era posible entre almas profundamente conectadas, unidas por lazos inquebrantables. La última frase, truncada debido a las páginas arrancadas, me dejó en la más absoluta incertidumbre: "en el caso de que suceda...debes tener..."

En conclusión, los fragmentos de aquella página arrancada no ofrecían pistas ni respuestas a mis interrogantes. Un dolor repentino en mi cabeza me hizo doblegarme, seguido de una punzada aguda en el pecho que me dejó aturdido por un instante.

De repente, el dolor nubló mi visión y huí de la biblioteca en busca de Theron, ya habían pasado varias horas y el alba estaba comenzando a hacerse presente. Al acercarme a su recámara, algo me inquietó. Un fuerte desequilibrio del Corian se percibía allí. Traté de abrir apresuradamente la puerta, la cual se resistió ante mis intentos.

—¡Theron, ábreme, por los dioses, abre la condenada puerta!—, clamé, pero no obtuve respuesta. Di un fuerte puntapié y logré franquear el umbral, solo para hallar a Theron en el suelo, recostado contra una muralla, con su habitación convertida en escombros y su escritorio destrozado. Mi amigo, quien siempre ocultaba sus fragmentos rotos bajo una sonrisa reconfortante y palabras de ánimo, yacía vulnerable frente a mí. Theron, sumido en un torbellino de emociones, me miró con ojos desolados.

Con la mirada perdida en un horizonte invisible, mi amigo compartió sus propias tribulaciones —Zera lo era todo para mí, mi ancla, mi paz... y a pesar de mis esfuerzos, aún no logro superarlo—, confesó con un pesar que parecía corroyendo su espíritu.

Escuché atentamente, comprendiendo su dolor. La pérdida había dejado una huella imborrable en Theron, una marca que trascendía las palabras, y un fugaz recuerdo se agolpó en mi mente.

Estaba en el paseo comercial del pueblo, había escapado de la escuela debido a la lluvia. Siempre me había apasionado la lluvia, era mi remanso de paz.

—¡Xein, eres un completo idiota! Quedamos en ir al bosque juntos, todo estaba listo y miremos en dónde te encuentras, seguramente lo olvidaste—, recriminó Zera, que había surgido de la nada. Mi hermana tenía el don de ser la única persona capaz de decirme tantas cosas sin que me molestara.

La Sombra del Destino: Crónicas de Kalanya Onde histórias criam vida. Descubra agora