Capítulo 3: Intrigas y Negociaciones

116 72 10
                                    

Después de una noche repleta de actividad y no precisamente de la divertida, decidí buscar a Theron y Rowan. Me encaminé hacia sus habitaciones y, para mi sorpresa, Theron salió rápidamente.

—Vamos a correr —, le sugerí a Theron, sintiendo aún el peso del estrés acumulado a lo largo del día y la noche anterior.

—Sí, claro, déjame acabar de vestirme y salimos —, respondió Theron, adoptando un tono despreocupado que contrastaba con mi prisa. Mientras tanto, toqué repetidamente la puerta de Rowan.

—¡Déjame tranquilo! —, se escuchó desde la habitación, evidenciando su irritación. Aún así, no me di por vencido y seguí golpeando hasta que, con evidente molestia en su rostro, Rowan finalmente abrió la puerta.

—Necesito tu ayuda —, le dije con una mirada suplicante. Apenas pronuncié estas palabras, la puerta casi se cerró en mi cara, pero rápidamente me interpuse.

—¿Por qué debería ayudarte? Ya lo he hecho, la cuota está completa —, respondió Rowan con fastidio.

—Eres el mejor en control de polimorfia. No quiero quedarme con un ala de por vida —, le confesé, mientras se notaba en su rostro que aquello había aumentado su ego yo estaba tratando de ocultar mi desesperación tras una sonrisa que pronto se transformaría en una mueca incómoda.

—Está bien, pero después de esto, no me molestarás en un mes—

Después de informar a Theron y de negociar con Rowan, nos dirigimos al bosque adyacente a Corbyn; ambas secciones estaban rodeadas de bosque y eran los únicos lugares a los que las personas de nuestro rango tenían acceso. Aunque donde encontré a Asterea no estaba dentro de esos límites, seguía deseando ir allí solo para revivir de alguna manera ese fugaz momento. La luz del sol se filtraba a través de las hojas de los árboles, pintando todo a su paso con cálidas pinceladas. Mientras avanzábamos, noté cómo la brisa matutina comenzaba a dispersar la neblina de preocupación que había nublado mi mente.

Finalmente, llegamos a un claro en el corazón del bosque, una apertura donde el suelo estaba cubierto de helechos, y sobresalía un círculo de piedras. Fue entonces cuando Rowan empezó a sacar cosas de su bolsa. Observé con asombro cómo sacaba frascos que contenían distintos inquilinos, algo que no solo resultaba asqueroso, sino que también me desconcertó por completo. ¿Por qué llevaría esos bichos consigo? Decidí no interrumpir, pero la curiosidad se apoderaba lentamente de mis pensamientos mientras presenciaba aquella escena.

—Deja de ser tan cotilla y ven acá —, me sorprendió el hecho de que hubiera notado que lo observaba. Sin más, me acerqué. Después de todo, necesitaba su ayuda, aunque admito que me irritaba profundamente tener que hacerlo.

—¿Sabes qué es esto? —preguntó alzando a uno de los bichos, que ante mis ojos no era más que un insecto con alas que se asemejaban a las nuestras. Ante mi cara de extrañeza, Rowan chasqueó la lengua y puso mala cara. —Pues vamos de maravilla—, dijo irónicamente. Pasados unos segundos, decidió explicarme qué pretendía con todo aquello:

—Esto es un Alastryus. No se dejan ver fácilmente. La anatomía de los Alastryus en sus alas es muy semejante a la nuestra: mismos flexores y muchas otras cosas. Ahora vas a sentarte aquí y vas a observarlo hasta que a mí me dé la gana de que pares de hacerlo—, dijo, señalando una roca con una sonrisa bastante característica de él, que realmente me molestaba demasiado.

—¡¿Por qué tendría que pasar todo el tiempo que debería estar entrenando mirando a un bicho horrendo?!— Rowan volvió a observarme con fastidio.

—Pediste mi ayuda, y mi ayuda es esta. Haz lo que digo y verás resultados, o puedes seguir siendo el único que no puede obtener una polimorfia y transformación decente—, observé a Theron a lo lejos, parecía completamente ensimismado con su entrenamiento, y sentí cómo sus transformaciones perfectas tomaban un plano brillante justo a mi derecha.

La Sombra del Destino: Crónicas de Kalanya Donde viven las historias. Descúbrelo ahora