Capítulo 20

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BENICIO

—Estuvo increíble —comentó por sexta vez Francia, sentada a mi lado en el auto.

Nos dirigíamos a su casa. Bah, la dejaría en su casa y luego iría a la mía.

Se removió, eufórica. Ambos lo estábamos.

No pude evitar observar sus piernas y recordar el momento en el que se engancharon a mi cintura. La forma en la que su cuerpo se movió junto al mío.

Me llevé una mano al mentón y acaricié mi barba pinchuda. Necesitaba sacar esas ideas subidas de tono que habían empezado a formarse en mi cabeza desde que las palabras "hot" y "Francia" habían sido usadas en la misma oración.

Luego del recital, habíamos ido a comer pizzas los cuatro. Estuvimos charlando durante horas, hasta que nos echaron del lugar. Cansados, adoloridos y felices, estábamos listos para irnos a dormir.

Cómo la casa de Francia me quedaba de pasada (o casi) me ofrecí a llevarla. Chiara parecía tan exhausta, que ni siquiera hizo alguna de esas expresiones raras que indicaban desaprobación.

Entonces, ahí estábamos, ella y yo en el auto. Y me moría porque me invitara a subir y acompañarla hasta la puerta de su casa. Y tomar otra café. Y quedarme después de eso.

Suspiré pesadamente.

—¿Estás cansado? —preguntó.

—Poco. —No estaba cansado, más bien necesitaba sacarla de mi mente. —Estuvo excelente lo de esta noche. Todavía no me lo creo.

—Fue increíble.

—Lo sé. Dijiste "increíble" cien veces en las últimas tres horas.

Francia me golpeó levemente el hombro con su puño.

—Lo que es realmente increíble es que hayamos tenido exactamente la misma idea ¿no te parece?

—Es de locos. ¿Cuándo compraste las entradas? —quiso saber.

—Apenas salieron, obvio. Sabía que quería regalárselas a Rocco desde siempre. Es más, tenía miedo de que coincidiera con la fecha de la boda.

—Y... hubiera sido difícil decirle a tu mejor amigo que no ibas a su propio casamiento.

Largué una carcajada.

Ella también sonrió y acomodó su pelo detrás de las orejas. Me encantaba verla hacer ese movimiento.

—Llegamos.

Ambos nos miramos durante un momento con cierta intensidad.

—¿Le escribiste a tu papá?

La pregunta me sacó completamente de ambiente. Si estaba deseando que pasara algo entre nosotros, había logrado bajar el entusiasmo a cero.

—No, no lo hice. Lo veo en un par de semanas.

—Un par de semanas es un montón. —Su tono era divertido, pero a mí no me hacía ninguna gracia.

Intenté no hacerlo, pero era inevitable ponerme tosco cuando tocaba ciertos temas.

Mi ex nunca mencionaba nada de mi familia porque sabía que no me gustaba hablar sobre aquello. Y ya que pensaba en Merlina... había vuelto a escribirme durante la tarde y tampoco le había contestado.

—No es algo de lo que me guste hablar, Francia —dije finalmente.

Ella se tocó los aros de la oreja.

—Tenés razón. No soy nadie para decirte estas cosas.

Ese comentario me ablandó un poco. No era "nadie", pero me encantaría que lo fuera.

—¿Vos cómo te llevas con tus viejos?

Suspiró como si fuera una historia larga y complicada.

—Bien.

—¿Bien? —Me resultaba algo irónico que presionara con mi asunto familiar, pero quisiera zafarse de tocar el suyo. —¿Cuándo fue la última vez que viste a tus papás?

—Uff. Hace mucho. Como dos meses.

Bué. Me hacía un escándalo a mí, pero no veía a sus viejos hacía una banda.

Me puse extremadamente serio. Ni siquiera me percaté de que estábamos teniendo una conversación larga y tendida dentro del auto en mitad de la madrugada.

—Es joda ¿no? ¿Cómo te sienta el doble discurso?

—No es un doble discurso. —Se puso a la defensiva. —Ellos están juntos. Y mi hermana mayor va muy seguido a verlos. No es lo mismo.

Puse los ojos en blanco.

Iba a decir algo de lo que seguramente me arrepentiría más tarde, por eso decidí no continuar con el tema.

Todo lo que tenía que ver con mi familia me dolía demasiado como para ser el hombre racional que era la mayor parte del tiempo. De hecho, me había convertido en ese hombre gracias a mi historia. No era una forma de comportarme, era una forma de protegerme.

—Que descanses —solté.

Lo único que quería hacer en ese momento, era irme a casa.

Ella notó mi frialdad.

—Perdón, no quise ponerme odiosa. Gracias por traerme, como siempre.

Tragué saliva y aflojé los hombros. Otra vez, había logrado ablandarme. ¿Cómo lo hacía?

Al percatarme de que realmente había llegado el momento de separarnos, no me apetecía para nada dejarla ir.

—Avisame cuando necesites que sea tu chofer de nuevo.

El comentario le hizo gracia.

Sonreí, aunque no con las mismas ganas que antes. La conversación anterior me había dejado un gusto agrío en la boca.

Francia se acercó y besó mi mejilla tiernamente. Sentir su calor me derritió por completo.

Cuando estaba a punto de retirarse, le hice una seña para que esperara.

Bajé apresuradamente, corrí hasta su lado y abrí yo mismo la puerta.

Ella sonrió.

—¿Te estás entrenando para caballero?

—No. Es que... —Me lamí los labios. —Siempre cerras la puerta como si quisieras romperle la cara a alguien.

Francia se quedó paralizada.

—Perdón, es que tenía que decirlo.

No podía aguantar que azotara la puerta una vez más.

—Chiara siempre me dice lo mismo. —Sonrió. —A veces soy un poco bruta. No de mala, sino de acelerada. No me doy cuenta.

Me incliné y besé su mejilla tomándome mi tiempo.

Olí su perfume a frambuesa.

—Que descanses —repetí. Esta vez, de manera más entusiasta.

—Vos también, Benito.

Y la vi alejarse, entrar al edificio.

Mientras volvía a casa, la imaginé subiendo por el ascensor, ingresando al departamento. Dejando las zapatillas tiradas por cualquier lado, quitándose la ropa, metiéndose en la cama.

Una vez que estuve listo para dormir, me dicuenta de que estaba en serios problemas, porque, Dios, me imaginé metiéndomeen la cama con ella.


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Ahhhhhh falta muy poco!!!! Sé que las estoy haciendo esperar, pero vale la pena amoras, se los prometo.

El final de este capítulo es perfecto para escucharlo con el estribillo de: Believer - Kaskade Remix, Imagine Dragons, Kaskade

Espero que les haya gustado.

Besos miles!

No me rompas el corazónWo Geschichten leben. Entdecke jetzt