Mi profesor PT.5/6

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Ya llevaba dos días sin ir a entrenar. Mikey me llamaba a menudo (más bien dicho cada 5 minutos) para saber cuándo me iba a poner mejor, sobretodo para ir a comprar Dorayakis con el, por qué se moría de ganas de comprar ese manjar pero siempre le daba vergüenza pedírselo a la señora que los vendía, aunque suene extraño.

Cuando se iba a cumplir el tercer día sin ir a entrenar, algo me hizo levantarme de la cama, dejándola deshecha, cambiarme, ponerme algo de ropa deportiva y salir por la puerta de casa. Ese algo no era nada más ni nada menos que mi hermanito Souya, que a veces era un poco muy pesado, pero le quería aún así.

De camino a entrenar, como siempre, tenía un par de encuentros con gente que no me apetecía ni compartir aire, pero tuve que enfrentarme a ellos para poder continuar mi camino.

Nada más llegar me encontré con Mikey, reposado en la barandilla que había en las gradas, parecía que llevaba mucho tiempo allí esperando. Me acerqué por detrás y le asusté, ganándome un sobresalto y casi un manotazo de su parte.

-Nahoya, tu eres gilipollas o que!?Me has dado el susto de mi vida!-me gritaba mientras pataleaba.

-Que si, no seas exagerado. Quieres que vayamos a los vestuarios? No hay casi nadie ha está hora, aún faltan casi 40 minutos para empezar a entrenar.

-Vale, por mi bien-me dijo, recogiendo sus cosas de uno de los asientos más cercanos.- por cierto, ya estás mejor? Al salir podemos ir a comprar Dorayakis?-mientras me preguntaba eso, se le iluminaban los ojos de la emoción.

-Bueno, esta bien, si haces un buen entrenamiento luego vamos a por Dorayakis, y si no, me tienes que invitar a Ramen.-un pequeño trato no hace daño a nadie, y yo quería Ramen, hacía mucho que no comía.

-Bien, no te preocupes, Nahoya, voy a hacer el mejor entrenamiento de mi vida.-me aseguraba mientras entrábamos al vestuario, sentándonos en los bancos que había.-Encima, ayer Ran-sensei me dijo que he mejorado mucho.

Cuando escuché ese nombre se me heló la sangre. Recordé todo lo que no quería recordar, todo lo que me costó olvidar y aún así, no olvidé. Recordé también que hoy sería quien me entrenaria, cosa de la que si me había olvidado, y justamente era la mas importante.

-Nahoya, está bien? Estás todo blanco, pareces un fantasma-acto seguido de decirme eso, se comenzó a reír, haciendo que me retumbará la cabeza y cayera en el suelo, desplomandome.

Lo siguiente que recuerdo haber visto es a Mikey intentando despertarme, con una clara mueca de miedo en su rostro, mientras me sacudía y gritaba por auxilio, que me iba a morir. En cuanto dejó mi cabeza en el suelo para ir a pedir ayuda, todo se volvió negro.

-Nahoya, Nahoya, despierta.

Abrí poco a poco los ojos, pensando encontrarme con Mikey, y me lleve un susto (aunque en cierta parte era un alivio) de encontrar que quien me hablaba en ese momento era Mitsuya, uno de nuestros colocadores y un gran amigo, que me explico que estaba en la enfermería del pabellón, por qué me había desmayado en el vestuario cuando me había dado un repentino bajón de tensión. Se quedó conmigo unos 10 minutos más, y luego me dejó allí solo, por qué dijo que tenía que estar en el entrenamiento, que no podía estar mucho tiempo conmigo. Me despedí y el se fue.

Me puse a intentar recordar todo lo que pudiera, pero todo era entre una mezcla de grises borrosos y negro, voces mezcladas y gritos de ayuda inentendibles.

-Como estás, Nahoya?

Gire la cabeza algo aturdido, aún no podía reconocer las voces que se dirigían a mi, ni las entendía bien del todo, mis orejas se habían taponado y era realmente incómodo.

Pero me encontré con los ojos que no esperaba.

Me miraban fijamente, con algo de preocupación, más bien dicho, solo me miraban con preocupación. Poco a poco se fue acercando a mi, y se sentó en un lado de la camilla, aunque tenía una silla mucho más cómoda y espaciosa justo al lado.

-Quizas no deberías haber venido, no te había curado del todo, y mira ahora, más reposo, me he quedado sin mi central favorito.-soltaba pequeñas lágrimas de cocodrilo, mientras me acariciaba el pelo suavemente, como si fuera de cristal.-Ah si, mi pequeño algodón, no me mientas más, vale? Si te avergonzaste de lo del otro día, no tienes por qué mentirme y decirme que estás enfermo.-se alejo poco a poco de mi camilla, dejándome sin palabras, pero también con las ganas de pedirle explicaciones por el mote.- Si, y una última cosa, besas muy bien, algodoncito, no te preocupes, ahora descansa y ya entrenaras cuando puedas.-nada mas decirme eso, salió de la enfermería.

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Holis
Tengo fiebre xD, pero no podía no subir el capítulo, disfrutadlo por qué no creo que quede mucho para el final de la mini-historia, tengo varias ideas más y me centraré en esas en cuanto acabe con esto.
Aquí son las 12 a.m. casi, así que me voy a ir a dormir, creo yo.
Eunji se despide :D

Relatos //Ranley//Where stories live. Discover now