Capitulo 32

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Olimpia

Quisiera estar completamente dormida, pero siente como sus párpados se mueven rápidamente, lleva días que no puede conciliar el sueño, se encuentra en ese estado entre el mundo de los sueños y la realidad.

Está perdida entre fantasías, raras visiones que no la dejan descansar, siente arena entre los pies, entre las manos, hasta en el cabello pero sabe que no está en el desierto, por lo menos no en su sueño, pero se siente muy real.

Se ve a sí misma caminando bajo el sol, apenas cubierta por un vestido de tela delgada, el aire moviendo su cabello y el sol casi cierra sus ojos y sobre ella se extiende la sombra de unos pilares, inmensos e imponentes, esa gran estructura en medio del desierto es la entrada a una tumba, el descanso eterno de una reina.

Es la tumba de su madre.

Pero algo no está bien, se siente ligera, sin la carga de un vientre, bajo su mirada y se vio tan delgada como hace nueve meses, y justo cuando extendió su mano para tocar un pilar de la tumba, abrió los ojos asustada cuando su mano en realidad tocó la cama vacía a su lado

Aquí hace falta una pequeña figura que acaba de salir de ella.

Extendió la mano por la cama buscando de un lado a otro y al no sentir nada, se pasó las manos por el vientre pero al no sentirlo igual que antes se sentó de repente en la cama con los ojos abiertos, sudada y muy asustada.

— ¡¿Y mi bebé?! —

Sh, sh, recuéstate de nuevo por favor, tuviste fiebre toda la noche y debes estar muy débil, necesitas descansar — Su madre a posarse de nuevo sobre las almohadas, le pasó las manos por la frente y le sonrió ampliamente — ahora ya eres madre y has dado a luz a una reina —

Olimpia pasó saliva pesadamente y miró a todos lados por la carpa

— ¿Dónde está el? ¿Dónde está Christian?— Dijo con insistencia — Quiero verlo —

— Que el cuide de su hija, yo cuidaré de la mía — Replicó alejándose poco a poco para salir de la carpa — Iré a dormir un poco, porque na momia también necesita cerrar los ojos, pero estará cerca, no quiero que te levantes, no quiero que te lastimes. Duerme un poco más, al despertar él estará aquí —

Pero no pudo dormir, sí trató, pero la duda de conocer a esa pequeña la está matando, además de que el calor en Egipto es completamente insoportable, se siente pegajosa por el sudor y siente como sus mejillas arden, seguramente aún tiene fiebre y si un médico en Inglaterra la viera, la regañaría, tendría que estar en cama lo sabe, acaba de dar a luz pero tiene que verlos, o más bien verla, ver a esa pequeña nieta de Cleopatra.

Se levantó de la improvisada cama, se secó el sudor y al verse en el espejo vislumbró sus mejillas con un rojo tan intenso que confirmó que si tiene fiebre, pero camino levántame por la carpa apenas sujetándose de lo que puede porque el dolor es un poco fuerte, frunció el entrecejo pero cuando abrió la puerta el aire del desierto la refrescó por completo pero la oscuridad de la noche la asustó. Está tan oscuro que apenas ve sus manos, así que levantó la vista para que la luna y las estrellas la acompañen hasta esa única carpa que si está iluminada.

La del príncipe.

Digamos que los príncipes gozan de ciertos privilegios que los demás no y quizá también es un poco miedoso del desierto. No había guardias fuera, está todo tranquilo que pensó que no habría nadie pero cuando abrió la carpa lo encontró ahí.

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⏰ Last updated: May 12 ⏰

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