XVIII | Basura mediática

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AUSTRALIA GRAND PRIX
MELBOURNE
23 DE MARZO DE 2024
FP3 Y QUALI

Charles siempre se consideró alguien firme, que podía tomar una decisión y moriría antes que dar un paso atrás por encima de algo que ya había decidido hacer o decir. Siempre había sido así, fuera o dentro de su disciplina, era algo que marcaba su carácter y personalidad.

Claro que se aplaco un poco tras su entrada a Ferrari, donde las apariencias lo eran todo, la imagen representaba a un equipo legendario y honorable. Él aprendió a regular sus emociones, esconderlas a la prensa muy a menudo, estar pendiente de donde está todo el tiempo y lo que está haciendo, porque siempre hay cámaras encima. Él, como es “el niño dorado” de Ferrari, tiene mucha atención de la prensa, fanáticos, otros pilotos. Está bien, no es que le guste, pero son solo gajes del oficio, o algo así. Pero el punto es que Charles aprendió a mantenerse controlado, en sus expresiones faciales, lenguaje corporal, mantener un filtro entre su cerebro, corazón y boca. Porque Charles podría estar deseando quemar su auto, pero puede hacerle creer a todo el mundo que lo ama y que es el mejor de la temporada. No es que sea el caso.

Charles solo se lo recuerda, es en lo que piensa mientras Max se acerca para felicitarlo, es el primero en hacerlo y Charles agradece aun tener el casco puesto.

Es el pole man nuevamente, la rápida subida luego de semejante caída, seguramente hace mucho en su confianza. Es gratificante, se siente seguro, aun no es bueno porque luchó contra su propio auto todavía, pero al menos lo consiguió. Las manos de Max están enredadas en su cintura y espalda, Charles devuelve el toque en partes superiores, fuera los brazos o el pecho, qué son al mismo tiempo un intento de alejar al hombre porque ya está pasando el tiempo aceptale para el abrazo de un compañero a otro. Mientras se deshace de su casco y la balaclava, Charles aún siente la presión en su piel caliente y eso le destruye el cerebro, es difícil ponerse los anillos en ese estado y al final se rinde.

—Felicidades, hermano —Carlos lo sorprende con un abrazo, él ha quedado cuarto, solo está allí para felicitarlo.

—Igualmente, gran trabajo —le dice honestamente, la mueca de Carlos pasa desapercibida para las cámaras y para el propio Charles.

Charles mira hacia donde Oscar bebe de un trago más de media botella de agua, mientras a su lado Max está en medio de su característico desborde de información acerca de la carrera. Le parece entrañable ver a Oscar allí solo asintiendo, porque Max nunca espera a escuchar a la otra persona, él solo vomita la información.

Se acerca a ellos y la atención de Max pronto encuentra en él un nuevo foco, los ojos están brillantes, tanto como ese cabello rubio desordenado, sudado y dorado bajo el sol australiano. Es caliente, Charles solo quiere enredar sus dedos en esa caótica maraña de cabello y tirar de él hasta que Max le ruegue que sea más gentil. Lo cual es, por mucho, un pensamiento desagradable. No tiene que pensar eso porque, es obvio, pero ya que no deja de desearlo debería hacer una lista.

No debe pensar en él así porque:

1: Están en medio de un montón de personas, podrían ver algo en su expresión.

2: Charles acaba de ganar la pole position, hay cosas más importantes que Max en ese momento.

3: Charles está enojado con el neerlandés estúpido, debe querer golpearlo hasta que le ruegue qué se detenga, no querer besarlo hasta morir.

Probabilidad de caos | Lestappen  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora