𓏲 Cap 1: Myoui Mina

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Mina tomó de la mesa de su habitación la mascarilla de color negro y rojo que siempre usaba cuando la marcha LGBTI anual de Corea del Sur comenzaba. Como cada año, las calles que debían estar repletas de diversidad y buen ambiente se comenzaban a abarrotar de católicos sentados sobre la carretera con sus carteles y música mal compuesta. Como cada maldito año, estos lograban frenar el desfile con sus estrategias homofóbicas o las lecturas de fragmentos de la biblia resonando en los altavoces sobre sus cantos de libertad, frases en voz alta donde se le prometían mil castigos a aquellas que se atrevían a amar a una persona de su mismo sexo.

— ¿Estás lista? — Nayeon estaba situada cerca del escenario principal y disfrutaba de la música de los artistas que habían decidido apoyar la marcha, a pesar del escándalo que los religiosos seguían montando a solo unos pasos — Va a ser realmente bueno este año. No haremos nada realmente peligroso contra ellas, sprays con los colores del arcoíris. Momo es una genia obvia, sus ideas son tan sencillas y efectivas que me da miedo el simple hecho de pensar que siempre le hacemos caso sin tan siquiera pestañear.

Mina sonrió sin poder evitarlo y miró a su amiga, Nayeon parecía ser mucho más libre cuando se ponía esa maldita mascarilla y fingía que sus padres realmente no se imaginaban quién realmente era. Quizás después de todo seguían creyendo que Momo solo dormía en su casa porque eran amigas de la infancia, tal vez eran más idiotas que las suyas y se convencían de que su hija obtendría un buen chico que le diese nietos a una edad joven. Porque así era Corea, si no te casas con veinte años, te embarazas de tu hombre unos meses después y te dejan tirada para realizar el servicio militar, entonces no eres el prototipo equivocado de mujer real que la mayoría de personas de allí quieren.

El grupo de amigas avanzó por la calle, a su alrededor las personas bailaban y disfrutaban del ambiente que se estaba formando. Para Mina, todas las que estaban presentes en esa fiesta eran una parte de su familia, compartían su misma lucha y probablemente sufrían a diario las mismas miradas de asco a las que ella tenía que hacer frente de forma continua.

— ¿Dónde están? — su mirada recorrió el tumulto buscando a la manada de católicos que siempre buscaban la forma más absurda de detener su libertad. Mina estaba cansada de todo aquello, de tener que mirar y callar, de no defenderse por miedo a que al final ella fuese la acusada de agresión por el simple hecho de intentar mantener su orgullo limpio.

— Los he visto en la entrada de la plaza, no podremos hacer mucho. Han traído niños con ellos, así que será mejor que nos ocupemos rápidamente de pintar con los sprays las camisetas de los adultos — Nayeon sonrió y pasó un brazo sobre los hombros de Momo en el instante que esta se acercó a ellas — ¿Preparadas?

Tras un suspiro de preparación las tres chicas asintieron y miraron a sus compañeras. Tendrían que prepararse para correr o de lo contrario la policía iría directamente en su contra. Proteger a la gente retrógrada era más importante que mantener seguras a aquellas que solo buscaban disfrutar de su sexualidad.

Fue ese día cuando la conoció. Mina no tenía ni idea de que sus actos marcarían más que una tela, ese desfile del orgullo lgtb sería recordado en el futuro con sonrisas cómplices.

— Vamos.

Su voz determinó el inicio del contraataque y sin dudarlo las más de quince chicas corrieron hacia el grupo de manifestantes, con sus sprays de colores derribaron las palabras dolorosas de los carteles y cubrieron las ropas de todas las que habían comenzado a gritar insultos hacia ellos.

Mina no se lo estaba pensando demasiado, casi como si se tratase de un movimiento automático, apartaba a aquellas personas que intentaban pegarle y expandía las rayas de colores por sus camisetas sin dudarlo. Sus manos agarraron la tela de una camisa lo suficientemente fina como para rasgarla sin pretenderlo y sus ojos analizaron brevemente la piel blanca de la chica ante sus ojos.

Su cabello era rubio y llevaba lentillas azules que le daban un aspecto tan bonito como el de los ángeles ficticios que esa panda de católicos extremistas adoraba. Dudó por un tiempo, había algo en la mirada de esa muchacha frenando su ataque: tal vez era el miedo tímido en el brillo de sus pupilas o quizás la manera en que se tapaba el torso nerviosa al notar su camisa blanca siendo destrozada por las chicas que portaban sprays.

Mina se quedó quieta un segundo mirando cómo su piel comenzaba a tomar color y entonces se acercó con una sonrisa que hizo temblar por completo a la muchacha. Apartó la mascarilla de su boca sin prisa. Sabía que estaba a punto de hacer algo absurdo, pero no podía evitarlo, esa idiota religiosa era preciosa y su rostro de chica buena lo encendía. Sus manos apretaron la cintura de esta, jalandola hacia su cuerpo, la música sonaba con estruendo y a su alrededor las personas del desfile se habían mezclado con las protestantes, quienes trataban de apartarlas. La muchacha ejerció presión posando las manos sobre su pecho y tratando de apartarse, sin embargo, bastaron unos instantes para que Mina se hiciese con el control de la situación. Sin borrar la sonrisa de su cara se acercó a los labios de la muchacha y la besó rápidamente, pudo notar cómo con torpeza esta intentó abrir la boca y su gemido tímido la hizo apartarse por miedo a no controlar su instinto. Besar a las personas a la fuerza estaba mal, por eso limitó todo a un sencillo roce.

Alzó su brazo y viendo como la muchacha rubia bajaba la cabeza cubrió de color violeta todas las zonas de su cuerpo que pudo. Tan pronto como las sirenas de la policía comenzaron a sonar, su carrera comenzó a la vez que en los baffles la música estallaba con fuerza.

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Chaeyoung respiró profundamente y con los ojos brillantes miró todos esos colores que bañaban su cuerpo, la purpurina y confeti que habían lanzado desde las carrozas de aquel desfile impregnaban su cabello rubio con rastros del spray que aquel grupo de muchachas esparció por su cuerpo.

Era triste pensar en que esa era la ocasión en que su vida había tenido más color desde su nacimiento. Jamás antes había podido disfrutar del brillo e intensidad de las cosas.

Son Chaeyoung había nacido en una casa extremadamente religiosa, donde el blanco y marrón claro eran los únicos colores que podía ver cada día. Sus padres la arrastraban cada año hasta las protestas y sin embargo nunca se sintió tan viva como ese día, cuando aquella idiota de rostro femenino la pegó a su cuerpo y con un solo roce de labios la hizo temblar.

De ella solo tenía el recuerdo de su mirada intensa, su cabello del color de la noche y el grito de alguien diciendo su nombre cuando la policía se acercaba. Suspiró y se asomó a la ventana de su habitación, la luna brillaba en el cielo, su única fiel amiga parecía dispuesta a escucharla una noche más en esa habitación vacía de cariño.

— Quizás ella pueda ayudarme a descubrir qué es lo que siento, mis padres siempre se han negado a hablar de todo aquello que me causa curiosidad. ¿Debería buscarla?

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❝ Moonchild ❞ || MiChaeng (Adaptación) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora